Elvira
Llegamos a la clínica, y nos quedamos en la entrada contemplando el edificio. Veo de reojo que la cámara está allí, grabando como siempre. No parece estar dañada y tampoco se ve nueva, así que aún hay esperanza de que allí se encuentre la pista que necesitamos para estar más cerca de encontrar a Tara.
-¿Listo?-le pregunto a Sam, mirándolo de reojo. Suspira asintiendo.-Entonces, vamos.
Entramos a la clínica.
Apenas entramos una chica se tira sobre Sam, chillando llena de nerviosismo. Vaya, parece que si hay chicas que caen en sus "encantos". Sam siempre practica sus encantos con nosotras, pero nunca funcionan, aunque ahora supongo que no funcionan porque somos más hermanos que otra cosa.
-¡Ayyy Sami, no vuelvas a abandonarme por tanto tiempo!-gime, mientras apoya su cabeza contra su pecho, mientras que Sam suelta risitas tontas, dándole palmaditas en la cabeza. Es baja, mucho más que Tara y eso ya es decir mucho. Debe ser más joven que nosotros, quizá un año menos, tal vez dos. Tiene el pelo castaño rojizo, el rostro redondo y la mandíbula cuadrada y...un momento, ¿Lo acaba de llamar Sami?
-Perdona, perdona Narcisa.-dice él, mientras ella lo observa con sus ojos castaños llenos de idolatría. Tanta que me asusta.-Las clases se han vuelto muy difíciles, no he podido visitarte.
¿Narcisa? Oh, ahora lo recuerdo. Hace un par de años, Sam comenzó a recibir notas de amor y obsequios de parte su "admiradora secreta". Sam se emocionó mucho por esto, y por ello comenzó a practicar su coqueteo e inventó sus "encantos". A Tara y a mí nos hacía mucha gracia por supuesto, pero nos quedó la duda de quién pudo haber sido, pues cuando Sam encontró a su exnovia, las cartas dejaron de llegar. Al principio, creí que eran de su novia, pero ahora creo que Narcisa era la autora de las notas. Sam la descubrió y para protegerla de posibles burlas por amor no correspondido, no nos dijo nada. Bueno, sino lo hubiera hecho, no sería nuestro Sam, siempre dos pasos adelante que la mentalidad de la mayoría.
Me aclaro la voz.
-Hola, Narcisa.-me presento, ahora que tengo su atención. No quiero utilizarla, pero para mí, Tara es primero.-Un gusto, soy una de las hermanas de Sam...Sami.-noto como Sam me fulmina con la mirada.-Vinimos a pedirte un favor.
Tara
Luego de terminar mi entrenamiento con los gemelos, me dejaron sola, diciéndome que esperara allí instrucciones. Ambos me sonrieron, pero además de ver orgullo, noté cierta angustia en su mirada. Cuando se fueron, no pude evitar sentirme aterrada.
Estoy acostada mirando al cielo, que está oculto tras las hojas de los altos árboles. Kenneth me explicó que luego de que termine de entrenarme física y psicológicamente, llegaría a la última fase del entrenamiento, que determinará si habrá o no, guerra contra Strauss. Ya estoy lista, pero me aterra.
Me aterra el que después de tanto trabajo, no pueda hacerlo. Estoy aterrada, pero no voy a huir, Estoy cansada de no hacer nada. Ya no soy la Tara que se dejaba golpear por miedo a actuar. Ahora soy la Tara que pelea sin miedo a lo que pueda pasar.
-Tara.-me llama una voz. Me enderezo, y Kenneth aparece entre los árboles, observándome fijamente, como el día en que nos conocimos.-Es hora.
Suspiro, asintiendo. Comienza el juego.
Elvira
-Muy bien, ¿Qué fecha dices que era ese día?-me pregunta Narcisa, mirando fijamente la computadora que tiene enfrente, lleno de archivos de grabación que tienen cuatro años de antigüedad. Me inclino sobre ella para ver mejor.
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El aullido
FantasyTara Rogers de 14 años de edad vive una vida de adolescente con problemas bastante complicados. Aunque ella vive feliz a pesar de sus problemas junto a sus amigos, siente que su vida no se limita a eso y nada más. Un día, Kenneth Sloan de 17 años ll...