-Tara-me llama Elvira, poniendo sus manos sobre mis hombros, haciéndome despertar de mis pensamientos.-¿Estas bien?
-Si, si.-le respondo, asintiendo con energía.-Estoy bien.
Elvira no parece creerme, pero tampoco me presiona, y sigue hablando con Sam junto a mí, mientras yo saco mi libreta de dibujo. Aunque no pienso dibujar. Quiero pensar. Antes de venir a los pasillos, hablé con Kenneth sobre lo que pasó con la novia de Sam, quien nos comentó que su nombre era Isabel. Aun no puedo creer como terminó esa conversación:
-¿Irme del país?-le pregunté, atónita.-¿Estás demente?
-Es la única forma de mantenerte con vida.-me dijo Kenneth.-Estas personas, no se detendrán hasta que estés muerta.
-¿Y quienes son estas personas?-le pregunté.-Solo estás dándome información a medias. Necesito que empieces a explicar.-Suspiré, tranquilizándome.-Déjame saber.
Kenneth me miró fijamente por unos momentos, como si quisiera leerme el pensamiento con su mirada, y sin ganas de mentir, a veces siento que puede hacerlo.
-Vale.-me dijo.-Pero si lo hago, prométeme que escucharás hasta el final, y que harás lo posible, por entender.
Asentí decidida, y Kenneth se sentó en el piso, frente a mí, rascándose la nuca, mientras suspiraba. Estaba vestido de una camisa verde con una chaqueta de cuero negra. Pantalones de lona negra, y unos chapulines negros. Vestido así se veía más tenebroso, y peligroso, de lo que aparenta ser todo el tiempo.
- Cuando tu padre se fue.-comenzó. Intenté hablar para preguntarle como sabia lo de mi padre, pero él alzó una mano deteniéndome, haciéndome recordar que prometí escuchar hasta el final.- Él se fue del país, para recuperar su liderazgo de su manada. Sí, manada.-me dijo, leyendo mis pensamientos.- Tu padre no era un tipo cualquiera. Era un licántropo.
-¿Un...lincántropo?
-Licántropo, sí.-me respondió, corrigiéndome con suavidad.- Un hombre con la capacidad de transformarse en bestia. Tu padre era un Hombre lobo.
Me le quedé viendo impactada. ¿Un hombre lobo? Imposible. Los hombres lobo no existen, fueron creados por las leyendas de distintas culturas a lo largo del mundo, solo se le conoce como un ser mitológico.
-Es imposible.-le dije, negando con la cabeza.-Mi padre no era un hombre lobo.
-Lo era.-me respondió, con tranquilidad.-Así como tú y yo lo somos.
-¿Yo soy una licántropa?
-Exactamente.-dijo Kenneth con tranquilidad, mirando al cielo pensativo.-Aunque para ser específicos eres una licántropa auténtica, como tu padre. Vienes de un linaje muy poderoso de alfas.
-Lo siento, sé que lo prometí, pero esto es ridículo.-le dije, retrocediendo, negándome a escuchar más.-Si yo fuera una licántropa, lo sabría.
-Los rasgos característicos de la licantropía se desarrollan a los 13 o 14 años de edad.-me argumentó, viéndome.- tu padre decidió ocultarlos de ti y del mundo.
-¿Y como hizo eso?-le dije. Me cuesta mucho creer lo que dice, ya que si yo fuera una licántropa, creo que lo sabría desde hace mucho. Kenneth alzó su muñeca, señalando su piel desnuda donde yo tengo el símbolo del aullido trazado.
-Cada licántropo tiene el símbolo del aullido. Esto nos ayuda a diferenciarnos del resto del mundo. También nos deja desarrollar nuestras habilidades como licántropos. El ocultarlo de tu vista y el resto, también pone en forma de hibernación el desarrollo de tus habilidades. Yo rompí aquel glamur, y ahora tus habilidades se están desarrollando. Serás una licántropa dentro de poco, eso es seguro.
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El aullido
FantasyTara Rogers de 14 años de edad vive una vida de adolescente con problemas bastante complicados. Aunque ella vive feliz a pesar de sus problemas junto a sus amigos, siente que su vida no se limita a eso y nada más. Un día, Kenneth Sloan de 17 años ll...