Louis.
11 de octubre
Siempre había sabido que yo era diferente, pensaba que lo que sentía estaba mal así que nunca lo dije... Mi mejor amiga Berenice era de las pocas personas que lo sabían, ella era como una hermana para mí y no teníamos secretos; el día que le conté sobre mis sentimientos gritó de alegría, lo tomó demasiado bien y eso me alivió bastante. Ella siempre sugirió que se lo contara a mis padres pero yo me negaba, eran muy religiosos y me daba miedo alejarme de ellos porque teníamos una relación muy buena la cual no quería arruinar, pero la verdad era que necesitaba sentirme libre.
Estábamos cenando en familia como de costumbre. Las gemelas estaban a mi lado izquierdo, Fizzy estaba junto a ellas y Lottie a mi lado derecho; mis hermanas también lo sabían y, al igual que Berenice, lo tomaron muy bien y prometieron guardar el secreto hasta que yo se los contara a nuestros padres.
- Lou, tal vez tengas que empezar a venir conmigo al trabajo pronto para familiarizarte más con la tienda y así, cuando tengas 18, podrás trabajar como encargado. - La verdad era que mi familia tenía dinero de sobra pero a mí no me gustaba exponerlo; mi padre era dueño de una de las tiendas de discos más famosas en Europa y mi madre era dueña de algunos de los hoteles más prestigiosos en Cambridge, yo siempre quise hacerme cargo de la tienda y a mi padre le alegraba muchísimo.
- Claro papá me encantaría, me emociona poder empezar a trabajar en la tienda. - Sonreí mientras metía más pasta a mi boca. En realidad, jamás les había presentado a ninguna novia porque mis relaciones con chicas nunca fueron muy largas, y eso me hacía pensar que mis padres tendrían una idea de lo que estaba a punto de decir, pero al parecer no.
- ¿Qué pasa, cariño? Estas muy pensativo y te ves algo nervioso. - Dijo mi madre, tomando mi mano desde el otro lado de la mesa y sonriéndome.
- Saben... quiero decirles algo muy importante. - Dejé de comer y noté mis manos temblando levemente, mi madre también las vio y me dio una mirada preocupada, lo cual me puso aún más nervioso - Ammm... yo... creo que ya tienen una idea de lo que les voy a decir... o tal vez no... ummm bueno yo...
Le di una mirada rápida a mis hermanas buscando un poco de apoyo en ellas, pero Daisy y Phoebe solo se miraron entre ellas y voltearon a sus platos con nerviosismo, Lottie movía su tenedor sobre la pasta sin expresión alguna y Fizzy me miraba a mí con una sonrisa sumamente forzada, pero intentando darme ánimos.
- Yo... siento cosas por los chicos, cosas que tal vez tendría que sentir por las chicas. - Bajé la mirada a mi plato casi lleno, las lágrimas estaban por salir de mis ojos y no podía permitir que ellos me vieran así. Estuvieron en silencio unos minutos que, para mí, fueron eternos.
-Lou, todos tenemos secretos. - Dijo mi madre, pero ya no tenía su mano puesta sobre la mía. - Algunos debemos mantenerlos para nosotros mismos y no dejar que los demás los sepan... Este es uno de esos.
-Hijo, todo va a estar bien, esto solo es una pequeña etapa de confusión. - Mi padre me miraba con ojos de calma, muy seguro de lo que estaba diciendo. - En cuanto conozcas a la chica indicada, dejarás de sentirte así.
Mis hermanas y yo volteamos a ver a mis padres al mismo tiempo, impactados por lo que acababan de decir. Era una completa tontería, no sabían cuánto tiempo había estado confundido, cuantas veces había intentado sentir cosas por alguna chica sin conseguir nada y evidentemente ninguno de los dos imaginaba lo mucho que me había costado aceptarme y encontrar el valor necesario para expresarles mis sentimientos.
-Sí hijo, todo se arreglará cuando conozcas a una chica que te haga sentir algo real, ahora solo estas confundido. - Mi tristeza estaba siendo remplazada por una muy profunda ira gracias a las palabras de mi madre. - Tal vez alguna chica en la iglesia podría interesarte, no lo sé.
-No te preocupes cariño, nosotros nos encargaremos de esto y todo va a mejorar. - dijo mi padre.
Me levanté tan rápido de la mesa que la silla incluso rayó el piso haciendo ruido y todos dieron un pequeño salto por el susto. Volteé a ver a mis padres con enojo, frustración y decepción, ellos solo me miraron asustados porque no entendían qué era lo que habían hecho mal, para ellos sus palabras habían sido sinceras, y eso era lo que más me dolía; subí a mi habitación decidido y pisando fuerte las escaleras para mostrar aún más lo mucho que me habían molestado sus sugerencias sobre conseguir novia para mí. Sentí a Lottie subiendo detrás mío, pero no tenía ganas de hablar con nadie.
-No Lottie, ahora no. - Le dije, intentando no sonar grosero, porque ella no tenía la culpa de nada.
Llegué a mi habitación y cerré la puerta de golpe. Me lancé a la cama y abracé al oso de colores arcoíris, me lo había dado Berenice en mi octavo cumpleaños; sentía ganas de llorar, pero no podía, simplemente las lágrimas no salían de mí. Me había enojado muchísimo que mis padres creyeran que yo tenía algo parecido a una "enfermedad" y que la "chica indicada" iba a ser la cura para todo; obviamente no era así, si la relaciones que había tenido antes con chicas no duraban más de un mes era porque yo no sentía más que una amistad por ellas y no me gustaba que ellas perdieran el tiempo con alguien que no puede quererlas de la misma manera.
Estuve un buen rato con los audífonos puestos, abrazando al oso y viendo al techo de mi habitación, envuelto en mis pensamientos. No sabía qué iba a pasar ahora, lo más probable era que mis padres me presentaran a una chica que, para ellos, fuera un buen prospecto, tal vez si eso no funcionaba decidieran correrme de la casa, tal vez jamás podría estar a cargo de la gran tienda de discos de papá, tal vez todo lo que yo creía tener asegurado se había ido a la basura simplemente por contar quien era y cómo me sentía en realidad.
ESTÁS LEYENDO
FOREVER
Teen Fiction-Lou, todos tenemos secretos. - Dijo mi madre, pero ya no tenía su mano puesta sobre la mía. - Algunos debemos mantenerlos para nosotros mismos y no dejar que los demás los sepan... Este es uno de esos.