Harry.
La alarma sonó a las 9 de la mañana como cada sábado. Me estiré en la cama y solté un pequeño bostezo antes de sentarme; me giré y puse mis pies en el suave tapete azul marino que estaba al lado de mi cama. Pasé mi mano por mi cabello intentando acomodarlo un poco mientras soltaba otro bostezo y después me quedé mirando una pantufla por un par de minutos.
- ¡RÁPIDO EDUARDO QUE PAPÁ NO TIENE TODO EL DÍA! - Gemma golpeó fuertemente la puerta de mi cuarto, yo volteé con el ceño fruncido y haciendo puchero a pesar de que no podía verme porque estaba cerrada.
Decidí que no me bañaría y tomé un suéter morado obscuro algo ancho junto con unos pantalones para bajar a desayunar.
- Buenos días bella mujer. - Dije dándole un beso en la mejilla a mamá. - Buenos días cosa fea. - Pase mi mano por la cabeza de Gemma, despeinando su cabello.
- Tú eres el feo. - Me dio una ligera patada en el trasero y la miré fingiendo estar indignado.
Mi madre me pasó un pan tostado con mermelada de fresa y un vaso con leche, me sonrió amablemente y yo hice un pequeño baile de emoción. Ella aún me trataba como un niño de 6 años a pesar de ser casi un universitario, sabía que a mí no me molestaba para nada que aún me consintieran y me hicieran el desayuno todos los días.
- Hola hijo. - Mi padre me dio una palmada en la espalda en forma de saludo. - ¿Listo para otro fin de semana lleno de trabajo?
Lo miré mientras mordía el pan y asentí con la cabeza. Él y yo nos encargábamos de la panadería de mi abuelo los fines de semana, el resto de los días yo iba por la tarde y a veces iba Gemma; me gustaba mucho pasar tiempo en los hornos porque siempre olía a pan recién hecho, a mí me gustaba llamarle "olor a familia" porque recordaba a mi abuela amasando y a mi abuelo en la caja, además los hermanos de papá trabajaron ahí también antes de que el encargado fuera él.
Me levanté y lavé mi plato junto con mi taza, le di las gracias a mamá y moví la mano para despedirme de mi hermana antes de salir acompañando a papá. Subí al auto y nos fuimos directo al lugar de trabajo. Llevaba ayudando a mi abuelo desde que tenía 15 años, al principio solo íbamos Gemma y yo, las personas del barrio donde estaba la panadería la llamaban "la panadería de los gemelos", aunque ese no era el nombre original para nada; después de un tiempo comenzaron a pagarnos y cuando le conté a Niall que compraría mi primera guitarra gracias a mi sueldo, me pidió que le preguntara a mi abuelo si podía trabajar en la panadería también.
Llegamos casi al mismo tiempo que él, bajó de su bicicleta y se quitó el casco, nos saludó sonriente y entramos los tres al mismo tiempo.
- Hola rubia. - Le dije riendo. Sabía que odiaba ese apodo porque ya ni siquiera era tan rubio como a los 5 años.
- Oh cállate, Harry. - Me puso su casco sudado en la cabeza y yo entré en pánico. Hice una cara de asco casi al instante soltando un grito un poco (muy) agudo y me quité el casco lo más rápido que pude, mi amigo solo se rio de mi por haber gritado así.
Mi padre al ver la situación me miró alzando una ceja, él siempre decía que entre mi amigo y yo había algo más que una amistad, pero era una completa mentira. Sí me habían gustado chicos, pero jamás este.
Niall era como un hermano para mí, nuestros padres se conocían desde la universidad, se habían mudado a Irlanda por un tiempo, pero regresaron cuando Ni tenía 3 años, así que habíamos crecido prácticamente juntos. Él fue la primera persona a la que le conté que sentía algo por un chico, yo tenía miedo en ese momento, pero mi amigo me ayudó a ver que lo que sentía no tenía nada de malo, incluso me ayudó a descubrir si el otro chico sentía lo mismo por mí... Igual al final no resultó.
Después de contarle a Ni, le conté a Gemma, pero ella dijo que siempre lo había sabido así que no se sorprendió; luego, cuando les conté a mis padres, fue cuando sentí más miedo, yo solo tenía 14 años y no sabía cómo iban a reaccionar o qué iban a decir. Para mi suerte todo salió bien, mi madre lloró porque dijo que el hecho de que hubiera tenido la confianza suficiente para contarles la ponía muy feliz, y mi padre solo me dijo que yo era el mismo Harry de 2 segundos o 14 años atrás y que siempre iba a ser su orgullo junto con mi hermana.
- ¿Y qué cómo está tu novia, Ni? - A papá le encantaba hablar mientras amasaba.
- Oh bien Des, Bri está bien. - Mi amigo se veía realmente concentrado en su masa, no como mi padre. - Ayer fuimos a festejar el aniversario de bodas de sus padres a un restaurante Japones, se reunió toda su familia y la verdad fue lindo que me integraran.
- Me alegra mucho oír eso, hijo. - Volteó a verme y levantó los hombros un poco junto con sus cejas. - Y tú para cuando, ¿eh?
- ¡PAPÁ! - Le di un ligero golpe con el codo y mi amigo se rio. - No lo sé, por ahora no hay nadie en mi vida que me haga sentir... así. Tal vez aún tarde un poco, no quiero presionar las cosas.
- Eso no es verdad, hay un chico en el colegio que le deja notas a Harry en el casillero, pero él siempre las tira. - Niall acababa de contar un secreto de estado.
- Pero esas notas no son declaraciones de amor. - Miré a mi padre y negué con la cabeza. - De verdad, eso es sobre otra cosa.
La verdad era que probablemente el chico que me dejaba las notas sí sintiera algo por mí, algo llamado "asco", porque las notas siempre eran insultos hacia mí por mi forma de vestir o por lo que él llamaba "actitud afeminada". Yo no entendía qué tenia de malo mi forma de actuar, no sabía a qué cosa se refería en específico con "afeminado" pero no veía lo malo, yo creía que solo era forma "Harry", aunque al parecer a él le molestaba demasiado cómo llevaba mi vida porque incluso había notas con horario y lugar para una pelea, por eso era que prefería tirarlas y no hacer caso a sus provocaciones.
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FOREVER
Teen Fiction-Lou, todos tenemos secretos. - Dijo mi madre, pero ya no tenía su mano puesta sobre la mía. - Algunos debemos mantenerlos para nosotros mismos y no dejar que los demás los sepan... Este es uno de esos.