Capítulo 15

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Como lo acordado, querida lectora fanática2805. Gracias enormes por acompañarme.

. . .

Acompañado por su sobrino, el señor Greenham, a las nueve de la mañana del nuevo día, se reunía con sus abogados. Primero lo haría a solas. Después, ingresaría su sangre en tercer grado para firmar una serie de documentos.

Hecho así, felicitado por unos y agradecido por otro, Terry se dedicó a estrechar la mano de cada uno, para posteriormente salir de ahí los dos e ir a almorzar; tiempo que se emplearía en disfrutar su mutua compañía, pero a la vez, hacerse diversas encomiendas. Candy era una de ellas. En sí, la principal.

Ella, la señora Greenham, en su habitación, —luego de ejercitarse, asearse y alimentarse—, daba también las debidas órdenes a Grisela.

Disponible como siempre, la empleada, —al ser despachada—, iba a ser la encargada de empacar las pertenencias de Andréu a llevar al hospital; nosocomio que se visitaría desde las primeras horas del ulterior día. Uno, que a pesar de constar de veinticuatro horas, sería largamente vivido entre angustia, inquietud, tristeza y lágrimas que, el humano mantenido silente y a cierta distancia, quería ir a enjugar. También besarla y consolarla como se lo recomendaran.

Para su mala suerte, las ganas de Terry se desecharían, al verse a una enfermera ir adonde Candy y darle la buena nueva que le cambiaría el rostro y la actitud estresante de todo su cuerpo.

"Andréu ha salido bien de la operación", ella alcanzó a decirle conforme se dirigía a la habitación asignada donde el esposo y tío se recuperaba exitosamente de la anestesia. De su problema, tomaría tiempo. Ese en el que Candy quedaría al frente de los negocios de su asociación conyugal.

Pero previo a atenderlos, ella pasaría dos días a lado de Andréu. Al tercero, él sería llevado a casa y a dos enfermeras con él para estar al tanto de su cuidado.

Terry, mientras tanto y durante ese corto periodo de tiempo, había hecho su labor; o al menos la mayoría de ello, y eso gracias a la colaboración de Sasita que, más disponible no se podía mostrar, aunque ella hubo sugerido que él se fuese a trabajar a su casa.

Porque en lo que los dueños de la que ocupaba regresaban, Terry no podía abandonarla, siendo para él el teléfono la solución más rápida y fácil para aclarar sus dudas.

Por supuesto, con la negativa masculina, la fémina se entristeció, pero eso no le impidió insistirle su presencia en la reunión que le habían organizado, sobre todo al saber todos los conocidos de los señores Greenham que el cabeza de familia estaba respondiendo bien a su intervención.

Terry, pese a mostrarse renuente con otras, sí estaba viendo esa ocasión como una oportunidad para dos.

Los cuatro que llegaban en ese momento, él saldría a recibirlos sonrientemente. Sonrisa que, de la que más ansiaba ver, no divisó sino las exigentes indicaciones para que Andréu, sí saludado, fuese inmediatamente instalado.

Consiguientemente de asegurarse que su esposo ya tenía todo a su disposición, Candy ingresó a su habitación para asearse, vestirse con un ejecutivo traje y aparecer en el despacho donde Terry se había metido después de verlos llegar.

— Buen día — increíblemente la señora Greenham lo saludaba.

— Buen día — respondió él poniéndose de pie y moviendo sus regados documentos en el escritorio; mueble del que se diría:

— No necesitas hacerlo. No trabajaré ahí para que así sigas en lo tuyo. ¿Cómo vas con ello?

Debido a que su hermosa presencia y su gentil saludo lo habían sorprendido, ahora que se interesara en su trabajo, a Terry le tomó segundos en responder, mas no en corresponder a la mirada sonriente que le dedicaran.

El costo de una infidelidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora