Capítulo 16

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A la mañana siguiente, Andréu, a través de una empleada, mandaba llamar a su sobrino, para ser el tío el encargado de compartirle la respuesta positiva de una esposa. Una contestación que Terry agradecería personalmente a Candy el que lo acompañara una vez que ella regresara de su matutina caminata.

— Lo hago, porque...

— ¿Andréu te lo pidió?

— En una parte, sí, es mi obligación. En la otra —, Candy sonaría entre traviesa y hostigosa, — porque quiero ver el comportamiento de Sandra frente a su esposo, al presentarle a éste al "entrañable" ex novio que es la razón por hacer la dichosa fiesta.

— Candy —, Terry trataría de explicar ¿al haber notado celos de su parte? — yo no voy por ninguna de esas cosas.

— Sí, sí, yo lo sé. Vamos por negocios. Ahora tendrás que orientarme un poco de ese plan que presentarás, pero lo haremos después de desayunar. Ahora si me disculpas, iré a asearme.

Dicho "sí", Terry la vio partir, reuniéndose pronto en el comedor, y posteriormente en la oficina, donde pasarían a solas dos horas.

Después, se despedirían, yéndose él hacia la calle, mientras que Candy adonde Andréu que lucía de mejor semblante.

Facciones que, con el transcurso de los días, con mayor razón aseguraban no se dejara ir a la fiesta. Celebración organizada en el lujoso ballroom de uno de los hoteles más exclusivos y prestigiosos de la ciudad, ya que el festejado se merecía eso y más según a la opinión de una anfitriona.

Por supuesto, a un arribo en limosina, alguien no dudaría en hacer un comentario mordaz de ello.

Sabiendo ante qué tipo de mujeres se presentaría, Candy lo haría luciendo un elegante vestido corto en una sola pieza, con mangas largas transparentes, detalles florales por toda la prenda, escote en "V" y lo suficientemente ceñido para hacer resaltar su cintura y sus caderas. Una silueta por demás perfecta para matar a muchas, de su misma edad, de la puritita envidia.

A quien ya había empezado a matar y lentamente era a su acompañante que, en todo el viaje de casa a fiesta, no le hubo quitado los ojos de encima. Ni lo haría durante la reunión, a pesar de que Sasita, —al divisarlo—, lo abordaría de inmediato, y sería la verdadera encargada de presentarlo al mundo ahí reunido.

Sandra, por mucho que hubo planeado hacerlo, se veía impedida por su marido, al que no le había agradado un bien parecido rostro y, que de seguro ese fornido cuerpo en juventud se hubo disfrutado.

Eso, a Candy la tenía muy divertida. Además de estar conversando amenamente con sus amigos, los cuales preguntaban consternados, por la salud de Andréu. Varón que, al cabo de dos horas, fuera la razón para que ella le hiciera señal a Rúen y hablaran de lo que realmente los había llevado ahí: los negocios. Pero como Sasita estaba de lo más encantada con Terry, aquella suplicaría a un padre dejarlo para otro día.

Dado el consentimiento y no viendo motivo para continuar ahí, la señora Greenham optaba por despedirse, no habiendo humano que la contradijera, inclusive Terry al apoyar esa decisión que le quitaba de encima esa molestia llamada Sasita Borisov , y que dejara entristecida al no poder convencerlo de que se quedara a trasnochar con ella.

La excusa de él: llevar a su tía con su convaleciente tío. Una situación ¿qué ninguno mirara extraña? No, porque todos sabían de sobra del amor que existía entre Candy y Andréu aun con la enorme diferencia de edad; plus, Sasita había acaparado a Terry todo el tiempo que, no, ni la más mínima duda les entraría, a pesar de ver lo bien que se veían juntos y salir así de ahí.

El costo de una infidelidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora