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Pasó al menos unos 10 minutos consolado a su pequeña, quien seguía sollozando un poco luego de ver su muñeco roto.

Le sorprendía que por aquello su llanto durara al rededor de 10 a 15 minutos, cuando perfectamente aquello se podía arreglar.

─ Ya, mi niña... ─ Besó su cabeza y tomó el peluche para dejarlo en los brazos de su pequeño, quien lo tomó con fuerzas en sus brazos ─ ¿Cómo se rompió, Yu?

─ N-No lo sé... ─ Dijo haciéndose bolita sobre el cuerpo ajeno. ─ L-Lo en-encontré a-así.

─ ¿Segura? ─ Aún tenía la idea de que Yuri hubiera pasado a romperlo por accidente, aquello podía ser tan probable, puesto que la menor era muy torpe.

─ ¡S-Si, Unnie...! ─ Dijo sollozando.

Yena asintió dudosa, quizás realmente no lo había roto ella. ¿Quién más podría haber sido?

La pequeñas manitas de su bebé tomaron sus mejillas y besaron sus labios. De inmediato correspondió con cariño, calmando sus pequeños sollozos y convirtiéndolos en risitas bajas.

─ Vamos, Yu. Levantémonos... ─ La tomó de los muslos ─ ¿Quieres que vayamos al parque? Ya que no hace frío de todas formas.

─ ¡Sí, unnie! ─ Contestó sonriente, mostrándole sus ojitos levemente cerrados. Le besó la frente y se levantaron.

Yuri se puso un gran suéter rosa pastel antes de correr emocionada hacia la puerta de la casa.

Yena sonrió al verla tan emocionada. Tomó su teléfono que estaba al lado de la cama en un mueble, hasta que se dio cuenta de que había algo tirado en el piso. Se agachó, y recogió aquello, no le dió importancia hasta que vio lo que era.

Aquél collar de bordado que le había dado Yuri y que ella misma había hecho con tanto cariño, alguien lo había cortado en la mitad de las letras
"YN" y "YR". Sus ojos se abrieron con horror, Yuri no podía ver aquello, o podría sentirse lastimado.

Apretó el collar (que ahora eran 2 piezas separadas) entre sus manos y lo guardó en la misma cajita en el que venía. Le pediría a Wonyoung o a Yujin ayuda para arreglarlo.

Ahora tenía una corazonada y su mirada puerta en quien tenía malas intenciones en su casa.

(...)

Siempre al salir de casa Yuri se comportaba como una pequeña niña curiosa con todo.

En el instante de ahora estaba con un algodón de azúcar en la mano y acariciaba un gatito que se le había subido encima. Era jodidamente adorable a simple vista, no podía evitar sonreír en grande.

La atrajo hacia ella y sonrió como una niña pequeña. Caminaron un rato largo y Yuri acabó el dulce en su mano. Se divirtieron un rato, realmente estar con Yuri así hacía que dejara de preocuparse por el resto, que se volviera una niña pequeña a su lado y que no dejara de pensar en ella.

Pasaron al rededor de 30 a 40 minutos y Yuri seguía con energía de sobra.

En el caso de Yena, se sentó en una banca con la respiración agitada.

─ ¡Unnie! ¡Juguemos, si~? ─ Habló con un puchero marcado.

─ Yu, estoy cansada, juega un rato solo y volveré, ¿está bien? ─ Le besó en la naricita y ésta asintió, corriendo a toda velocidad al parque.

Suspiró con cansancio, Yuri era tan infantil de vez en cuando y le molestaba el hecho de no tener la misma energía que ella, porque si fuera por ella estaría toooda la tarde jugando a su lado.

¡las amigas lo hacen! ♡ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora