OHM
He salido a pasear, el nuevo resort casi está listo para abrir sus puertas y no me queda nada que hacer. Mi mente no puede estar ociosa o las pesadillas volverán.
No sé muy bien como he llegado hasta aquí, el mar rompe con fuerza y el ruido es ensordecedor. Miro hacia abajo y el agua parece reflejar todo lo que siento en mi interior, furia, dolor, culpa, tristeza. Es tan tentador, solo un paso más y todo acabará, no más dolor, no más pesadillas, solo paz y tranquilidad. Un paso más y no volveré a vivir otro amanecer, el sol saliendo todos los días como si nada hubiese pasado, el mundo sigue girando sin ellas, ¿cómo se atreve? Un paso más y las volveré a ver, es tan tentador...
—Hola—oigo una voz suave tras de mí.
Me giro y veo a un hombre joven con una cámara de fotos. Tiene el pelo castaño y los ojos marrones más grandes y expresivos que he visto nunca.
Le pido que no se acerque a mí y él me dice que solo quiere hacer una foto y se sienta en el borde del mirador.
Lo observo mientras hace la foto, tiene unos labios gruesos y rosas que muerde cuando se concentra para hacer la instantánea.
De repente me mira y me parece ver en sus ojos que sabe lo que pensaba hacer, no sé cómo explicarlo, parece que me entiende.
Como si me leyera el pensamiento me pregunta si puede hacer algo que evite que de ese paso que pensaba dar.
Yo intento sonar frío y cortante para que se vaya de una vez y me deje en paz. Pero no lo consigo.
Me dice que él ha estado en el infierno en el que me encuentro yo y me resume muy bien todo lo que he pasado estos últimos años.
En un momento dado me pide que hagamos un trato. Debe de estar chiflado ¿qué le importa a él si vivo o muero?
Me pide treinta días para demostrarme que todo no es dolor y que vale la pena vivir. Lo miro directamente a los ojos para ver si está hablando en serio, lo que veo me dice que sí, está hablando en serio.
Me tiende la mano para ayudarme a salir del borde del acantilado. Creo que puedo confiar en él, ¿puede ser posible sobrevivir a este dolor?, él parece que lo ha hecho.
Debo de estar chiflado, confiar en un completo extraño. Pero me ha prometido que, si no puede convencerme, dejará que dé el paso que me libere de esta vida sin sentido.
Sin saber muy bien cómo, acepto su mano y volvemos a tierra firme. Las piernas no me sostienen y mis lágrimas no dejan de salir. El extraño que se llama Fluke me abraza y deja que me desahogue sin decir una palabra.
Cuando logro calmarme nos levantamos del suelo y comenzamos a bajar hasta el pueblo.
— ¿Ya has comido?— me pregunta de repente.
—La verdad es que no— le respondo
— ¿Sabes cocinar?—me sigue interrogando.
—No sé hacer ni un huevo frito— le digo sinceramente.
—Bien entonces vendrás conmigo y cocinaremos juntos, serás mi ayudante y para cuando acaben estos treinta días serás todo un chef— me dice tranquilamente.
— ¿Estás seguro?, soy un alumno pésimo—le respondo.
—Yo aprendí de mi abuela y ella siempre me decía que no hay malos alumnos sino malos maestros. Y no está bien que yo lo diga, pero soy un maestro estupendo— me espeta tan fresco.
Seguimos caminando sin decir nada más. Llegamos a un pequeño resort a orilla de la playa, es muy acogedor, nada lujoso pero muy bien equipado.
Fluke me guía hacia una de las cabañas que están más pegadas a la playa y puedo ver porque ha elegido hospedarse aquí. Desde su terraza se puede ver el mar infinitamente azul, se respira una paz maravillosa.
Observo como mi nuevo amigo saca algunos ingredientes de la nevera y los deja en la encimera de la cocina. Se acerca a mí con un delantal negro y lo mete por mi cabeza. Me da la vuelta para atarlo a mi cintura, es todo tan natural, cuando me toca siento un escalofrío recorriendo mi cuerpo, hace tanto tiempo que no interactúo con nadie que supongo que es eso lo que me hace sentir así.
Me lleva a la cocina y me da instrucciones de como lavar y trocear las verduras. Yo lo hago sin chistar, hay algo en su voz que me da paz, lo dice todo pausadamente y yo me siento relajado por primera vez desde que ellas no están.
Esto no está bien, ellas no están aquí por mi culpa y yo estoy disfrutando de este momento. Miro a Fluke y me quito el delantal, le digo que no puedo hacer esto. Necesito salir de aquí.
—Alto ahí Ohm—me dice con una voz autoritaria que hace que frene en seco.
—Tenemos un trato—prosigue— tú me das treinta días y yo te dejo ir cuando acabe ese período.
Tiene razón yo accedí a ese trato y debo cumplirlo, tengo que hacer las cosas bien por una vez. Doy la vuelta y me coloco de nuevo el delantal. Lavo las verduras tal y como Fluke me indica.
Lo de cortarlas ya es otro cantar, mis habilidades con el cuchillo son nulas y Fluke me mira con una expresión entre preocupada, por si logro salir con todos mis dedos intactos, y risueña.
—La cocina fue una gran terapia para mí, se necesita concentración, cariño y un poco de imaginación. Veo que lo de la concentración se te da bien, ahora tienes que perderle el miedo y tirarte a la piscina.
Se acerca a mí y coloca mis manos de la forma correcta para cortar los vegetales y conservar todos mis dedos.
—Tu abuela tenía razón, eres un gran maestro— le digo sinceramente.
Él me sonríe y mi corazón traicionero da un brinco, hace tanto tiempo que no late por nada que estoy sorprendido.
— ¿Te gusta la música?— me pregunta acercándose al altavoz bluetooth que hay en una esquina del salón.
—Me gustaba— le reconozco.
—Bien, si te gustaba puede volver a gustarte— me dice muy seguro de sus palabras.
Escoge de su móvil una lista de reproducción, el ambiente se llena de una música suave, es un cover de alguna canción que conozco, pero no sé exactamente cuál es. Es solo la parte instrumental interpretada con un violín y un chelo. Es hermosa.
—Hoy como es tu primer día como mi ayudante vamos a preparar algo sencillo, un salteado de verduras y pollo al wok. ¿Sabes lo que es un wok?— me pregunta.
—No soy tan tonto Fluke, sé lo que es un wok— le espeto un poco ofendido.
—Perdona no quería ofenderte, pero viendo tu pericia con el cuchillo no he querido dar nada por supuesto— me responde divertido al ver mi expresión.
Otra vez mi corazón da un vuelco cuando lo oigo reír, debo ir al médico porque creo que algo anda mal en mi cuerpo.
Después se encarga de marinar el pollo, me dice que la receta es de su abuela y lleva comino, cilantro, ajo y salsa de soja. Le digo que suena muy bien y él me acerca el bol para que pueda oler la carne.
—En la cocina debes usar todos los sentidos no solo la vista y el tacto. Debes oler, degustar y oír todo lo que haces. Mi abuela también me decía que además de los cinco sentidos básicos debemos usar el sentido más importante de todos— me explica.
— ¿Y qué sentido es ese? —le pregunto
—El sentido común— me responde.
Me entra la risa tonta y él me sigue hasta que los dos estamos llorando sin poder parar.
—Tu abuela es una mujer estupenda— le digo con sinceridad.
—Lo era, la perdimos el año pasado, pero yo creo que las personas importantes para ti nunca se van del todo. Mi abuela me regaló momentos increíbles que viven en mi memoria y en mi corazón. Además, estoy perpetuando su recuerdo traspasando sus conocimientos a otras personas— me dice con un cariño enorme en su voz.
Acabo de conocer a este chico y ya me parece que es un ser extraordinario, me ha hecho reír, es un sonido extraño para mí, pero alivia un poco el dolor. ¿Puedo tener esperanza que esto pueda funcionar? No, definitivamente no quiero sentir esperanza en mi corazón, no quiero más dolor, ya tengo suficiente.
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30 días y una vida - OhmFluke
FanfictionFluke es un diseñador y fotógrafo profesional. El éxito en su profesión es lo único que lo ayudó a seguir adelante. Ohm piensa que su vida no vale la pena como para soportar ese dolor que lo atraviesa. Cuando sus caminos se cruzan, Fluke tendrá 30 d...