Capítulo 8

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OHM

La luz del sol entra a raudales por el balcón abierto, el cuerpo de Fluke está sobre el mío y brilla en todo su esplendor. Mi corazón se desboca pensando en la noche pasada. ¿Es posible que alguien haya alterado mi vida de tal manera en menos de una semana? No quiero moverme quiero disfrutar de este momento un poco más. Hoy es domingo y no pienso salir de esta cama en todo el día.

—Buenos días— me dice con la voz un poco ronca y sus ojos mirándome directamente.

Está sopesando si voy a salir corriendo despavorido de aquí, no lo culpo ya lo hice una vez.

—Buenos días—le digo y beso su preciosa nariz para que se relaje, no pienso ir a ninguna parte.

—Necesito ir al baño— me dice mientras se separa de mí con un gesto de dolor en el rostro.

— ¿Te duele mucho? ¿Fui muy brusco? Te dije que no sabía lo que hacía— le digo entrando en pánico.

—Cariño, estoy bien, no hiciste nada mal, solo es que llevo mucho tiempo sin sexo y mi cuerpo lo ha notado— me dice mientras se va cojeando al baño.

Me ha llamado cariño y se me ha parado el corazón un momento, volver a sentir esta intimidad con alguien me aterra, lo he evitado durante dos años.

Me obligo a salir de la cama y hacer algo más que hacerle daño a Fluke, soy un puto desastre que por supuesto no se merece que ese niño lo mire ni dos segundos.

Busco en el armario un juego de sábanas para cambiar la cama, pongo las sucias en el cesto de la colada e intento acomodar un poco el dormitorio.

Cuando estoy acabando Fluke sale del baño con su cuerpo envuelto en una toalla y su pelo húmedo de la ducha. Joder ¿quiere matarme o qué? Es delicioso y ni siquiera lo sabe.

—No tenías que haberte molestado en recoger, lo iba a hacer yo después— me dice.

—Ya que he contribuido a este desastre es justo que contribuya en arreglarlo ¿no?— le respondo con un guiño.

— ¿Tienes hambre?— me pregunta.

—Mucha— le respondo mientras lo miro con picardía.

—De comida Ohm— pone los ojos en blanco y me sonríe.

—De esa también— le digo devolviéndole la sonrisa.

—Entonces voy a aceptar tu invitación de ayer a desayunar, hoy no puedo cocinar— me dice sonrojándose un poco.

—Lo que Fluke quiera yo se lo doy, es una nueva cláusula de nuestro contrato— le digo besando su mejilla— pero acaba de vestirte porque si no llegaremos tarde al desayuno.

Él se sonroja más todavía y sale como una flecha a vestirse. Yo tomo una ducha rápida y me visto también. Voy a invitarlo a una cafetería muy coqueta que descubrí el otro día paseando por el pueblo.

Tengo que controlarme cuando veo a mi niño salir con una camiseta blanca y unos vaqueros ceñidos en ese precioso culito que tiene. Joder, estoy como un quinceañero desesperado. A ver Ohm céntrate, me reprendo a mí mismo.

Caminamos tranquilamente por las calles del pueblo, al llegar a la cafetería Fluke pide un café con leche y una medianoche, mi pequeño es goloso. Hablamos de todo un poco, de su trabajo que parece emocionante y del mío que es mucho más aburrido. Me habla de su familia, su padre murió cuando él tenía 8 años, tiene un hermano llamado Phom y su madre que es cocinera y vive en EEUU.

Ahora sé de donde ha sacado su vena creativa, su abuela y su madre lo criaron así, aunque él como su padre siempre quiso, estudió economía.

—No creas que mis estudios no me gustaban, además me han servido para llevar mi negocio de moda con éxito. Creo firmemente que cada cosa que aprendemos no puede tomarse como una pérdida de tiempo, siempre te sirve para algo en la vida— me explica.

30 días y una vida - OhmFlukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora