Mi lugar favorito es un estudio. Si, un lugar cerrado con paredes blancas, espejos y piso de madera. Algunas personas suelen elegir el parque, un lago o las vistas de un lugar alto donde puedes ver toda la ciudad, para ser sus lugares favoritos. Sin embargo, yo amaba el pequeño estudio de mi academia de ballet.
Las ventanas estaban abiertas y un cálido aire entraba con el viento mientras la melodía del piano llenaban el estudio. Mis pies se movían por voluntad propia, porque conocían cada paso, siguiendo la melodía y con mis brazos acompañando el movimiento. Era un momento del día en el que no necesitaba pensar o tener mis muros arriba: solo era yo, la danza y la música del piano.
Mi madre nos pagaba a mí y a Sophie por la mejor academia de baile de la ciudad, siempre dándonoslo mejor que podía y alentándonos a hacer las cosas que nos gustaban. En varias ocasiones me planteó la idea de hacer del ballet mi profesión, pero nunca pude verlo como algo para ser parte de toda mi vida. No porque no me gustaría hacerlo para siempre, pero era como que tuviera miedo de darme cuenta de que no podía vivir de eso, de frustrarme con la vida y el ballet al punto de terminar a odiarlo.
Me aterrorizaba hacer de lo que más amo en el mundo, una razón de odio y de decepción.
Tal vez por eso mismo es que siempre he tenido miedo de enamorarme de alguien demasiado bueno para mí.
—Cuiden sus manos durante el fouetté.
Nuestra nueva maestra era más joven, mucho más joven de lo que esperaba. Haizel también se sorprendió al verla porque estamos acostumbradas a las maestras de cincuenta años, retiradas del baile para enseñar a las "futuras estrellas". Era algo raro ver maestras jóvenes porque la mayoría preferían ser las protagonistas en vez de apoyar detrás de escena. Pero no la critico, yo también preferiría ser la persona orgullosa de decir "yo le enseñé eso" cuando una de mis alumnas triunfara.
¿Quiénes somos para no admirar el conocimiento que nos dan nuestros maestros? Sin un guía, nos perderíamos en el mundo del tutú.
La clase terminaba cuando el sol está por ocultarse, pero cuando estaba recogiendo mi bolso y mi botella de agua, Haizel seguía en el centro practicando su fouetté. Creo que estaba siendo un poco paranoica, pues siempre que salíamos me hablaba sobre sus fallos y como iba quedándose atrás de la clase. La entendía, ambas somos muy apasionadas al ballet, pero creo que ella pierde su confianza con cada clase y me preocupaba.
Comprobé la hora en el reloj de mi teléfono y aún teníamos unos minutos hasta que vinieran por nosotras, así que tomé asiento en el frio piso de madera clara y me puse a revisar mis mensajes de texto.
El primero era de un numero desconocido con un corto mensaje:
"—Hey, nena. ¿salimos mañana?"
Mi sexto sentido decía que era Froy, algo que confirmé cuando los mensajes de Kix son los siguientes en mis notificaciones.
"—Froy tomó mi teléfono mientras me duchaba. Tengo el presentimiento de que robó tu número."
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Now Or Never
Teen FictionAmelia, la chica con las mejores notas del instituto, tiene un propósito muy claro en su vida: entrar a Harvard cueste lo que cueste. Sin embargo, nunca creyó que eso la llevaría a formar parte del equipo de porristas, a acercarse más al capitán del...