Hay personas que le tienen fobia a las arañas, otros a las cucarachas, incluso pueden tenerles fobia a las dos al mismo tiempo. Después de lo sucedido en mi infancia, yo le tengo fobia al fuego. Nunca pude volver a tocar una cocina a gas, los mecheros no me daban seguridad ya que en mi cabeza es como tener un incendio portátil y si es día de barbacoa en casa, tenía que mantenerme lejos de las brasas.
En estos momentos, creo que todos los presentes están teniendo mi fobia al fuego. El público buscaba como loco la salida, sin obedecer las órdenes del equipo de seguridad. Entre más humo se mira en el estadio, más pánico le está causando a la gente.
Observo las puertas de los pasillos hacia los camerinos completamente abiertas, con humo de un color negro profundo saliendo de ellas y haciendo que el humo venga en dirección a nosotros. Todos gritan aterrorizados al escuchar cosas caer de alguna parte del escenario, junto a las primeras llamas que abandonan el lugar de origen para seguir propagándose. Las cortinas que cubrían la parte trasera del lugar de trabajo, donde me encontraba más temprano, están siendo consumidas con mayor rapidez.
Intento abrirme paso entre las personas, luchando en contra de la marea de paniqueados. Voy justo a dónde no debería ir, pero ni el denso humo de pesadilla logra detener mis pasos.
Si alguna vez vas al infierno, puedo asegurar que la puerta se verá justo como la puerta que tengo enfrente en estos momentos.
Atravieso el humo con cuidado de no irme de golpe contra algunas llamas, cubriendo mi nariz con mi antebrazo. Intentaba inhalar lo menos posible, caminaba acelerada, deseando encontrar la habitación. Entre más me adentraba en el pasillo, el calor se volvía más sofocante como el humo que llena el espacio.
No logro leer los papeles con los nombres en las puertas, por lo que sólo podía guiarme por la visión y el recuerdo de cuándo caminé por aquí junto a Hawk. ¿habrán sido cinco minutos de caminata? Íbamos lento mientras conversábamos, ahora voy más de prisa, debo llegar más rápido.
—¡Sophie! —grito necesitando de una pequeña guía para llegar donde ella, por más mínima que sea— ¡Sophie, háblame!
Esperaba que pudiera escucharme y yo escucharla a ella. No sé qué tan gruesas son las paredes. Temprano todo se escuchaba, era como ampliar el ruido por el triple de potencia, pero en momentos de crisis siempre tenía un efecto contrario que va en tu contra. O puede ser que sea porque mis oídos están zumbando por culpa del estrés que mi cuerpo está generando con cada paso que me acerco al fuego.
—¡Ayuda!
Me detengo al escuchar su aterrada voz, pero se escuchaba mucho más lejana, como si estuviera hacia otro lado.
—¡Sophie! —la tos ataca provocándome un dolor en el pecho, intento ignorarlo mientras buscaba más adentro del pasillo, donde ya podía visualizar algunas llamas a lo lejos.
—¡Amy! ¡Ayuda!
—¡Busca algo para hacer ruido y no respires por la boca! ¡Ya llegaré a ti!
Espero unos segundos para poder orientarme a través del humo, el calor y las lágrimas que se acumulaban en mis ojos. Limpio mis ojos con mi mano libre, pero el ardor no se detenía, más bien estaba siendo más propensa a sufrir más consecuencias en cuanto más tiempo pasara aquí adentro.
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Now Or Never
Genç KurguAmelia, la chica con las mejores notas del instituto, tiene un propósito muy claro en su vida: entrar a Harvard cueste lo que cueste. Sin embargo, nunca creyó que eso la llevaría a formar parte del equipo de porristas, a acercarse más al capitán del...