Actualizo la información de mi cerebro: Amy, tu amigo de la infancia, el que en algún momento te hizo sentir mariposas a los siete años, dijo que quiere follarte y luego dio a entender sus sentimientos amorosos, está siendo un idiota.
Cerré el casillero con todas las fuerzas posibles, asustando a Haizel que se encontraba a mi lado y siento las miradas de los chicos que pasaban por el pasillo. Mi humor había empeorado estos últimos tres días, además de que Psique había desaparecido y no tenía su lado dulce para hacerme calmar.
No sabía que necesitaba tanto de ella como ahora.
—¿Estás segura que estás bien?
Estaba preocupando a Haiz, pero simplemente no tenía ánimos de fingir estar bien.
Escuché las risas de las divas de la escuela, esas chicas con ropa de diseñador que andan detrás de los atletas porque esperan que en un futuro sean profesionales y les sigan dando la vida de mimadas millonarias. Creía que las porristas eran molestas, pero ahora que las conozco mejor puedo asegurar que no se les acerca en nada a esas divas.
Regreso al recuerdo de mi primer día de clases, cuándo dos de ellas no dejaron de mirar mi ropa durante toda la clase de química, riéndose en mi cara por mi apariencia. Si, usé un pantalón que no favorecía mi figura y una camiseta de los Lakers. ¡¿Y que mierda les importaba a ellas?!
Ahora allí están, hablando y riendo con Kix cómo si se conocieran de toda la vida. La mano de la castaña estaba acariciándolo, pasando por su torso en movimientos lentos que él parecía disfrutar. No, su pantalón confirmaba que lo disfrutaba y mucho.
Sus ojos dejaron de ver los pechos de la chica por primera vez desde que están tonteando, levantando la vista para encontrarse con mis ojos. Odiaba lo que miraba y lo que más odiaba era lo que me provocaba...
Quería llorar. Me dolía el pecho y mis ojos ardían por las lágrimas que no podía derramar.
Aparté mi mirada antes de que él se diera cuenta de mis sentimientos, porque Kix es quien sabe leerme como libro abierto y con dibujos incluido. Agarré la mano de Haizel, tirando de ella y así caminar hacia nuestra próxima clase.
—¿Por qué de repente actúan como si no se conocieran? ¿De qué me perdí?
—Es un idiota más grande que toda Rusia —respondo entre dientes, caminando más rápido cuando escucho las voces del grupito detrás de nosotras—. Odio a los hombres.
A los cuatro años podía decir esa frase sin sentirme culpable, ahora me siento mal por meter a todos los hombres en un mismo saco. No todos son malos. Si, hay pedófilos, sinvergüenzas, idiotas que sólo juegan con los sentimientos, asesinos, de todo un poco en el mundo de la asquerosidad humana. Luego comprendí que hay hombres que son más de lo que muchas mujeres merecen.
Un ejemplo es el entrenador, que lo dio todo para que su matrimonio funcionara, no quería negarle nada a su mujer e incluso le dio la hija que ella quería a pesar de que él no sé sentía listo, pero dio todo de si para ser un buen padre. ¿Y qué recibió a cambio? Unos cuernos y que lo abandonara sin saber cómo lidiar con una bebé.
No todos los hombres son malos, así como no todas las mujeres son el pan de Dios.
Así que cuando tomé asiento frente Kix y la clase de historia comenzó, ahora fue mi mente la que comenzó a atacarme.
Es tu culpa por no haberte dado cuenta de sus sentimientos antes. Lo querías siempre cerca sin pensar que él sufría. Eres muy egoísta, Amy. Él sólo ha hecho todo para cuidar de ti aunque no era su responsabilidad y soportó todos tus miedos, incluso los berrinches. Ya sabemos quién es él más maduro aquí, ¿cuándo vas a cambiar para aceptar tus sentimientos y hacerle frente? Ni siquiera has superado el abandono de tu padre aunque hayan pasado catorce años.
Crece y sobre todo; deja vivir a Kix.
—¿Tierra llamando a la nerd?
Tuve que parpadear varias veces para poder visualizar bien a Froy, quien ahora se encontraba sentado enfrente de mi al lado de Rex. Ambos me estaban mirando preocupados, lanzando unas miradas detrás de mi, donde Kix seguía conversando con su nueva amiga.
—Perdón, ¿qué decían? —pregunto intentando escucharme como si no tuviera un nudo apretando mi garganta a tal punto de cortarme la respiración por segundos.
—Que tenemos que terminar el proyecto, pero está difícil si no están todos los integrantes —responde Rex en voz alta, más de la normal.
—Lo siento, me temo que tengo distraído a vuestro capitán —rio con delicadeza, esas risas forzadas que me dan dolor de garganta y de cabeza por lo chillona que es, pensamiento que parece que comparto con los chicos—. Ve con ellos, Kix, tu y yo nos pondremos a hacer historia en la noche.
Alcé la cabeza cuando la insinuación sexual se hizo muy evidente, soltando una pequeña risa de ironía.
Vale, si. Es mi culpa. Él lo dijo, ¿no? Quiere follarme, necesita follar con alguien. Yo lo rechacé, es libre de buscar a quien follar. Tonta de mi por pensar que nuestra conversación había ido por un camino más romántico: era sólo sexo.
Simple y vacío sexo.
¿Entonces por qué me rompo la cabeza? ¿Por qué siento que han apuñalado mi corazón? Ya pasé por esto una vez, puedo hacerlo una segunda vez.
El problema es que ya no soy una niña. La primera vez que mis sentimientos por Kix salieron a la luz, quería pasar todo el tiempo con él, hasta que las niñas se interesaron en ser sus amigas. Luego vinieron los chicos en los tiempos de "las niñas son asquerosas" y Kix comenzó a alejarse de mi durante las horas de escuela. Entonces yo llegaba a casa con una sonrisa, porque Haizel había hecho que esas horas fueran divertidas, pero luego me era difícil no llorar.
Intenta explicarle a una niña que está enamorada de su mejor amigo que no puede llorar por sentir que la odia. ¿Como iba a entender eso? Ni siquiera podía aprenderme la tabla de multiplicar del ocho. Mamá me vio llorar, me explicó muchas veces que los niños a veces no son como nosotras, que son un poco más distraídos con los sentimientos y tal vez Kix no sabía que me hacía mal, pero que no me odiaba.
Y no, no me odiaba. Sólo fingía no conocerme porque a sus amigos le daban asco las niña. Vaya suerte la mía porque yo era una niña.
Lloré por un primer amor fallido, pero era tan pequeña e inocente que lo supere fácilmente luego de unos helados y de decirme a mi misma que sólo eran celos de no poder ser su amiga también en la escuela.
Ahora somos mayores. No puedo olvidarlo con un helado, ni cantando a todo pulmón las canciones de Taylor Swift. Tampoco puedo decirle que no le voy a prestar mis colores en clase de arte para que se diera cuenta de mi enfado y obtener una disculpa. No podía tener su chocolatada en el almuerzo y luego decirme que al llegar a casa volvería a ser su amiga y que todo estaría bien.
¿Sabes porqué crecer es una mierda? Porque no crece sólo tu cuerpo o tus responsabilidades. Crecen los sentimientos y con ello también crece el dolor.
—Siento interrumpir, pero la directora quiere ver a Amy con urgencia.
Levanté la mirada hacia la puerta cuándo escucho mi nombre, suspirando aliviada cuando Haiz me sonríe y una vez más le agradezco a todos los dioses por tenerla de mejor amiga.
Ni siquiera escucho lo que el profesor responde cuándo ya estoy tomando mis cosas bajo la atenta mirada de Kix y voy hacia la puerta, saliendo de ese pequeño espacio de personas curiosas y del chico que ponía todo mi trabajo de "ceros sentimientos" patas arriba.
Mis brazos rodearon a Haizel cuándo ya no pude aguantarlo más y allí, en medio del pasillo, me puse a llorar como la niña pequeña que quería que su mejor amigo la quisiera a todas horas.
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Now Or Never
Teen FictionAmelia, la chica con las mejores notas del instituto, tiene un propósito muy claro en su vida: entrar a Harvard cueste lo que cueste. Sin embargo, nunca creyó que eso la llevaría a formar parte del equipo de porristas, a acercarse más al capitán del...