Capítulo 27

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Dicen que está bien tener días malos, que es de humanos, que nada acabará si un día decides no salir de cama y relajarte en tu pequeño lugar seguro, hasta que te sientes confiado de salir de ese lugar

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Dicen que está bien tener días malos, que es de humanos, que nada acabará si un día decides no salir de cama y relajarte en tu pequeño lugar seguro, hasta que te sientes confiado de salir de ese lugar.

Pero... No creo que esté bien cuándo el silencio y la soledad provoca todo tipo de voces en nuestra cabeza, recordándonos lo miserable y deprimente que es nuestra vida. Tampoco cuándo te recuerda todas las cosas o personas que has perdido.

Nuestro pequeño lugar seguro también puede ser nuestro lugar de tortura.

—No quiere hablar, no quiere comer y apenas puede mantenerse despierta.

—Lo siento, Trix. Me encantaría poder hacer algo por ti y por ella...

—No podemos, no importa lo mucho que la obliguemos, no podemos sacarla de ese pozo si ella no quiere ayuda.

No podía ver el rostro de mamá ni de tía Trixie, pero podía escuchar el dolor en sus palabras cuándo su voz se quiebra. Entonces vino de nuevo, el llanto ante la impotencia y la tristeza al ver a su hija caer en la depresión.

Habían pasado cuatro días desde el accidente. Todo fue dolor, llanto y odio. Las primeras veinticuatro horas fueron una tortura, sin saber si Haiz despertaría o quedaría en coma, tal vez con alguna otra consecuencia. Los doctores dijeron que el golpe en su cabeza fue muy fuerte, incluso tuvieron que operarla. Su brazo fracturado fue lo de menos a comparación con el riesgo de una hemorragia cerebral o...

¿Pérdida de memoria? Diría que eso es muy de novela mexicana o libro de drama, pero seguía siendo una probabilidad.

Estoy viajando constantemente a casa para cambiarme o buscar algo que necesitaran, luego volvía, iba a mis clases y volvía nuevamente al hospital. Esa ha sido mi rutina durante estos días, porque no puedo estar mucho tiempo sin Haiz, tampoco puedo dejar a tía Trixie sola.

Porque Kix... él simplemente desapareció.

—Amy, iré a casa por algo de ropa para Haiz y Trix. ¿Quieres que te lleve?

Levanto la mirada para ver a mamá hablarme con calma, incluso algo temerosa ya que aún no habíamos podido hablar sobre el tema de mi entrevista y el señor que es su padre. Mamá sigue siendo cautelosa por si un día exploto reclamándole el que me haya mandado con él sin ni siquiera decírmelo o al menos preguntarme si quería darle la oportunidad de conocerme.

Por supuesto que no lo hizo, porque ya conocía mi respuesta.

—Me quedaré hasta que termine el horario de visitas, gracias —digo sin más, volteando para darle la taza de café a tía Trixie— ¿Puedo entrar un rato más?

—Claro, cariño. —responde con un intento de sonrisa cuándo toma el café.

Paso al lado de mamá sin despedirme de ella, aunque eso fuera un poco maleducado de mi parte, pero ella tenía que entender que no estuvo bien lo que hizo. Ella me crio para saber tomar mis propias decisiones y, aun así, tomó esa por cuenta propia, aunque eso significaba un cambio en mi vida. También era un cambio en mi estabilidad emocional. No era un reencuentro familiar, ella me envió con los leones y esperó a que saliera viva de eso por mi cuenta.

Now Or NeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora