Capítulo Trece

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Shuhua:

Cuando terminamos de comer regresamos al vehículo que nos esperaba en la entrada.

Había algunos camarógrafos, parecían estar esperando a que saliéramos desde que llegamos al restaurante. Los flashes me cegaron por un momento, durante el cual, la mano de Seo tomó la mía y me guió hacía el coche. Una vez entramos, el chófer arrancó de inmediato.

—Gracias por eso.

Se rió. —De nada, tu cara me indicó que necesitabas ayuda.

—Oye... ¿Cuántos días te quedarás? Imagino que tendrás que volver pronto a Los Ángeles.

—No, me quedaré unas semanas más. Quiero pasar un tiempo por aquí.

—No será por mí, ¿no?

Ella apartó la mirada. —Te pareces a tu tía cuando actúas así.

—¿Así cómo?

—Como si tus suposiciones fueran ciertas.

—Entonces estoy equivocada, lo lamento.

—Ese es el problema, estás... —Escuché que susurró algo más, pero disminuyó tanto la voz que no pude entenderla.

—¿Tu amiga también se quedará?

—Sí, Soyeon siempre me acompaña vaya a donde vaya, ¿por qué lo preguntas?

—Me gustaría seguir saliendo contigo... A solas. —Me miró dubitativa —Como amigas, claro.

—Me lo pensaré. —El coche se detuvo frente al hotel The Plaza, donde de seguro se hospedaba Seo. Miré al chófer, quien salió del vehículo para abrir su puerta —¿Terminó nuestra salida?

—Eso parece. —Mantuvo su mirada fija en mí —Me lo he pasado muy bien.

Vacilé un poco, pero antes de que bajara tomé su mano. Al girarse para mirarme me sonrió, saqué de mi bolsillo su móvil y se lo entregué.

—Ya nada te ata a mí, pero guardé mi número por si decides seguir saliendo conmigo, para que no te aburras por Nueva York... Y eso.

Ella se acercó a mí. Por un momento mi corazón empezó a acelerarse, algo para nada común en mí, pero supuse que sería porque no sabía qué iba a hacer. Fue entonces cuando sentí sus suaves labios sobre mi mejilla y solo pude reaccionar cerrando los ojos ante el contacto.

—Te llamaré. —Cuando abrí los ojos, la puerta del coche ya estaba cerrada y Seo se encontraba de espaldas caminando hacia aquel hotel.

Miré por la ventana al chófer rodeando el vehículo y, cuando al fin entró, antes de arrancar me miró por el retrovisor.

—¿Quién cambió los planes? —Pregunté seria, tratando de mostrar mi autoridad.

—Llamó su asistente, dijo que llevara a la señorita Seo a su hotel y que luego la llevara a usted a la empresa.

—A la próxima avíseme de estos cambios de rumbo, o de lo contrario, ni se moleste en recogerme.

Él asintió rápidamente. —No sucederá de nuevo, señorita Wintour. —Arrancó el coche.

Me sentía incómoda tratando a las personas con tanta dureza, pero debía hacerlo, sabía que Anna lo habría tratado de esa misma manera.

Cuando llegué a la empresa Minnie me estaba esperando en la entrada, sosteniendo aquella tablet y con unas gafas negras demasiado grandes. Bajé del vehículo, aproximándome a ella sin mirar a los lados.

—¿Desde cuándo usas gafas de sol?

—No son mías. —La miré frunciendo el ceño —Son tuyas, póntelas. —Me las dio.

—¿Por qué tengo que ponérmelas?

—Me han dicho que debes llevar todo de marca, eso incluye estas gafas.

—Entiendo, pero... ¿Por qué tiene que ser ahora?

—Digamos que tus fotos con Soojin están merodeando por algunas páginas web de noticias en este momento, por lo que hay periodistas preguntándose quién eres. Miyeon cree que es mejor que estés prevenida en todos los sentidos, especialmente en la moda, ya que cuando sepan que eres la "sobrina" de Wintour, todos deben encontrar algún parecido.

—Está bien... —Suspiré, poniéndome aquellas gafas —¿De qué marca son? —Pregunté mientras nos adentrábamos en el edificio.

—Ray-Ban, estuve viendo su precio y rondan los diez dólares.

—¿Cómo? Diez dólares no es nada. —Escuché su risa.

—Diez mil dólares, Shu. Así que cuídalas bien. —Ambas entramos al ascensor.

—Todos estos lujos son tan... —Susurré —Gafas de sol carísimas, una comida en un restaurante de lujo, ser la jefa de fotografía, lástima que esto no vaya a durar mucho.

—Ya hablamos sobre eso, si te va bien no perderás nada, y yo tampoco porque podré quedarme contigo, así que no hay nada de lo que preocuparse.

—Si tú lo dices. —Dirigí mi vista hacia los botones que indicaban el número de pisos —¿No te parece raro que habiendo tanta gente trabajando en un solo edificio no nos topemos con nadie?

—Le pregunté a Miyeon sobre eso y... Básicamente todos están avisados de que no pueden cruzarse en tu camino.

—Increíble.

Ella rió. —Cambiando de tema, ¿cómo te fue con Soojin?

—Bien... Creo.

—Guardaste su número para llamarla, ¿no?

—Le di mi número, siento que me llamará.

—Estoy segura de que lo hará. —Afirmó.

—¿De verdad lo crees?

—Sí, y más después de lo que Soyeon me contó. —Giré para verla —Al parecer Soojin le dijo que quería ir a almorzar a solas contigo, por eso ella en el último momento decidió no ir.

Automáticamente una sonrisa se dibujó en mi rostro. —¿En serio?

—Oh no, esa mirada... —La miré confundida —¿La conoces desde hace menos de tres días y ya te gusta?

—¿De qué hablas?

Rodó los ojos. —La mirada te delata. Escucha, intenta no enamorarte o las dos saldréis lastimadas. Mezclar sentimientos y trabajo nunca acaba bien.

—Descuida, eso no va a pasar. —Las puertas se abrieron en el último piso —¿Qué haremos ahora?

—Yo nada, tú irás a la oficina de Wintour. Quiere hablar contigo.

—Por eso llevaron a Soojin al hotel sin consultarme, ¿no?

—Sí. —Escuché a Miyeon, apareciendo en el mismo instante que pusimos un pie en el piso —Te quedan bien las gafas, pero date prisa, llevas más de veinte minutos de retraso.

Asentí rápidamente y caminé hasta la oficina de Anna. Esta a diferencia de las otras veces tenía ambas puertas totalmente abiertas, así que solo di unos pasos más para que notara mi presencia.

—No te imaginas cuánto me irrita que lleguen tarde. —No dije nada y alzó un poco la cabeza, mirándome fríamente —Pasa, tenemos que hablar.

30 Días Para Enamorarla [SooShu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora