Capítulo Dieciséis

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Shuhua:

Ambas salimos del lugar, la noche ya invadía la ciudad y el frío golpeaba mi cuerpo. Este tipo de frío solo significaba que sería una noche complicada, y eso era mejor acompañarlo con un buen chocolate caliente.

Le lancé una mirada cómplice a Minnie y esta asintió al instante, ya sabiendo lo que estaba pensando. En noches así siempre nos encerrábamos en nuestro viejo apartamento y nos acurrucábamos juntas bajo una manta, e incluso muchas veces optábamos por dormir juntas.

—Mejor subamos ya al coche y vayamos a nuestro queridísimo nuevo departamento si quieres ese chocolate. —Me sonrió.

Le sonreí de vuelta. —Eso suena perfecto. —No me venía nada mal relajarme un rato y despejar mis pensamientos sobre Soojin.

Llegamos a la localización de nuestra aún desconocida vivienda, bajamos del vehículo y este desapareció de inmediato. Minnie me había explicado durante el trayecto que mientras estábamos en ese local, ayudantes contratados por Miyeon fueron por algunas de nuestras cosas, principalmente ropa, lo demás lo dejaron ya que según Miyeon este departamento estaba equipado con lo necesario.

Observé el edificio que tenía frente a mis ojos y, en efecto, este lugar no era para cualquiera. Me sentía como una infiltrada.

Minnie se encaminó hacia la gran puerta de vidrio, pasando una tarjeta metálica sobre la tabla tecnológica de la misma. Se adentró en el lugar y seguí sus pasos, parecía segura de lo que estaba haciendo. Escuché tras de mí como poco a poco la puerta volvía a cerrarse.

Miré alrededor, disimulando un poco mi fascinación y me detuve observando los detalles de las paredes y el techo, parecía una obra de arte plasmada en la estructura.

—Shu, disimula un poco. —Susurró, interrumpiendo mi fascinación.

Volteé a verla, pero ella ya se estaba alejando de mí nuevamente. Me dirigí apresuradamente a su lado, entrando con ella en el ascensor.

—Nic-

—¿Qué es lo que te atormenta esta vez?

—Lo arruiné, ella salió corriendo.

—No pienses en eso, si se fue no es porque lo arruinaste, sino porque moviste su mundo.

—¿Cómo?

—Por cómo la besaste, pude deducir muchas cosas.

—¿Como qué?

—Como que te gusta esa chica y la vas a lastimar. ¿Quieres mi consejo?

De alguna manera no quería su consejo, directamente lo necesitaba. Horas antes hubiera dicho que no me gustaba Seo Soojin, que tan solo era un proyecto, pero ese beso me había dejado demasiado confundida.

—Por favor.

Salimos del ascensor y la seguí hasta una puerta, la cual abrió con la misma tarjeta empleada anteriormente. Entramos al lugar y me quedé estática en el sitio, era el triple del tamaño de nuestro viejo departamento.

—Disfruta, Shu. Si no hubieras tenido esta oportunidad no la habrías conocido y tampoco habrías probado sus labios. Esto puede ser obra del destino, ¿no crees que es una bonita forma de verlo? Debes elegir, deshacerte de todo esto y hacer como que no ha pasado nada, o seguir adelante y averiguar qué es lo que en realidad sientes por ella. —El silencio se hizo presente, no sabía qué responderle —Prepararé el chocolate caliente, aunque a lo mejor tardo un par de días en encontrar la cocina. —Sonrió divertida —Mejor ve a explorar este sitio mientras reflexionas sobre lo que te he dicho.

—Está bien. —Le sonreí.

Después de aquella charla hicimos como que no habíamos hablado nada. Tan solo disfrutamos aquella bebida que preparó mientras recorríamos el departamento.

Nos quedamos hasta tarde preguntándonos cómo es que habíamos tenido tanta suerte como para conseguir un lugar así tan rápido. Al terminar el chocolate cada una fue a su propia habitación.

Al principio me costó dormir, principalmente porque no podía evitar darle vueltas al tema de Soojin, pero también porque no estaba acostumbrada a mi nuevo dormitorio. Sin saber bien en qué momento, mis ojos se cerraron y pude descansar.

[...]

Mi oficina estaba vacía y ni dejando la puerta abierta conseguía ver a algún empleado. Comenzaba a sentirme sola.

Intentaba distraerme con las fotografías que recibía por e-mail para ver y elegir cuáles reenviar a Anna, además de responder a las tantas preguntas que empezaban a mandar algunos medios que habían estado enviando fotógrafos y periodistas a observarme. Agradecí entonces que el portátil de mi oficina contuviera la información exacta para afrontar cualquier interrogatorio.

De pronto el intercomunicador se activó y observé una luz parpadear. Me limité a seguir mi intuición y presioné uno de los botones del aparato.

—Señorita Wintour, tiene visita. ¿La hago pasar?

—Sí.

¿Visita? ¿Miyeon o Minnie?

Miré hacia la puerta, esta se abrió con algo de rapidez y de esa misma forma fue cerrada. No podía emitir ningún tipo de sonido, no podía creer que ella estuviera ahora mismo frente a mí. No decía nada, solo miraba a los lados, como si buscara algo.

—Buenos días, Soojin. ¿Qué se te ofrece?

Ella me dio un mirada rápida, esos ojos profundos y usualmente intensos parecian apagados, sin brillo. Debajo de ellos había unas ojeras demasiado notables.

—¿Por qué lo hiciste? —Empezó a caminar por todo el despacho, sabía a qué se refería.

—Me ganó el impulso. —Me levanté de mi asiento y rodeé el escritorio, intentando acercarme a ella.

—No te acerques, no me toques. —Extendió su mano, haciendo distancia entre ambas.

Verla en ese estado me ponía mal. Seguramente estaba así porque nunca quiso aquel beso, no debí hacerlo.

—Lo siento. Si lo prefieres podemos hacer como que nunca pasó. —Retrocedí unos pasos chocando con mi escritorio, apoyando mis manos en este y solo observando a Soojin.

—No puedo fingir que nunca pasó.

—No te costará mucho, un mal beso se olvida rápido. —Dije con una media sonrisa.

—¿Para ti fue un mal beso? —Quedé en silencio, ella detuvo sus pasos y me miró —Sé sincera, ¿fue malo el beso para ti?

Negué con la cabeza. —Me gustó demasiado, pero por ti haré como que nunca sucedió. —Ella sonrió, parecía que acababa de decir justo lo que quería oir.

—Me costará olvidarlo... Porque a mí me encantó. Fue...

—¿Especial?

Asintió. —¿Tú también lo sentiste así? ¿Diferente y especial? —Asentí y ella sonrió, pero de repente me dio la espalda —Esto está mal, a mí nunca me han gustado las mujeres, y llegas tú siendo amable, me coqueteas y luego me besas haciendo que me sienta tan confundida... Todo en tan pocos días... —Rió nerviosamente —Todo esto es muy extraño. —Pasó una mano por su rostro, como tratando de entenderlo todo.

30 Días Para Enamorarla [SooShu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora