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—¿Segura que quieres quedarte sola?— Asher miró a su mejor amiga con seriedad, mientras la vampira le miraba con ternura, al entender su preocupación.
—Muy segura. Ahora, ve, y evita que ambas se metan en problemas.— Pidió la rubia mientras le daba un beso en la mejilla.
—Ten cuidado, Khal. Si pasa algo llámame.— La rubia sonrió mientras le abrazaba.
—Te aseguró que si pasa algo serás el primero en enterarte. Si alguien os ataca avísame.— Dictó ella haciendo que el vampiro asintiera.
Tras despedirse de Ingrid y Aria, Khaleesi entró en su casa, mientras se dirigía a su habitación con varias botellas de bourbon y se encerraba en ella, dispuesta a practicar magia y a pintar. Sabía que era un riesgo, pero si no lo hacía sentía como una parte de ella se consumía. Para la vampira, hacer magia era tan importante como la sangre. Ser un hereje definía lo que era, y eso la enorgullecía más que ninguna otra cosa en el mundo.
***
Khaleesi, se sentó junto a Stiles y Scott, seguida de Danny, Jackson, Lydia, Allison y demás miembros del equipo de Lacrosse.
—¿Que resolvereis?— Preguntó Lydia mientras colocaba sus cosas al lado de Scott.
—Los deberes de física.— Respondió Scott mientras intercambiaba una mirada de confusión con Stiles.
—Levanta.— Le ordenó Jackson al chico que estaba sentado entre Lydia y Danny.
—¿Por qué yo y no Danny o la rubia?— Preguntó con confusión.
—Por que yo no le miró el culo a su novia o a su mejor amiga.— Respondió Danny con tanta obviedad, que hizo que la vampira reprimiera una sonrisa. El chico se cambió de asiento, mientras Lydia desviaba su mirada hacia Allison.
—¿Y a donde tenéis pensado ir mañana?— La rubio-fresa miró a Scott y Allison, haciendo que ambos se mirasen sorprendidos.
—No habíamos hablado de nada en particular.— Respondió Allison con tranquilidad.
—Perfecto, iremos con vosotros.— Sentenció Lydia con obviedad.
—¿Qué?— Jackson miró a su novia incrédulo, mientras que Khaleesi, desde su sitio, observaba todo con diversión.
—No pienso pasar otra noche viendo partidos de lacrosse.— Sentenció la adolescente con determinación.
Al escucharla, Khaleesi recordó a Rebekah, en muchos aspectos Lydia la recordaba a ella, sobretodo después de saber que su hermana había cambiado tanto, pero se enorgullecía de ello. De que Rebekah hubiera sido capaz de madurar tanto, y tal vez era en el miembro de su familia en quien más pensaba. Ella era su otra mitad, su todo. Y estar separada de su melliza, la hacia sentir culpable de todas las veces en las que Klaus la había mandado a un ataúd por décadas o siglos.
