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Aria miró con detenimiento el cartel en el que ponía «Bienvenidos a Beacon Hills». Se removió incomoda en su sitio, para que después Ingrid la dedicará una pequeña sonrisa a traves del retrovisor. Al volante iba Asher, el cual estaba en silencio, siendo algo bastante inusual por parte de él.
Diez minutos después, el coche se detuvo en un barrio residencial, con casas de una o dos plantas y, con lo que parecían ser, de un alto nivel adquisitivo. Asher llegó hasta el frente de una de las casas, la cual tenía la fachada de madera oscuro, un gran patio y porche frontal; y una perfecta entrada, directa, al bosque.
En la puerta de entrada, estaba esperándolos Khaleesi, la cual sonrió al ver el coche detenerse frente a ellos. Ingrid se bajó de él seguida de Aria y, rápidamente, las tres se abrazaron.
Tras dejar que la vampira entrará en la casa, la Original y la mujer lobo se encaminaron a lo que una vez fueron las ruinas de la casa Hale.
—Respira, amor.— Rió Khaleesi sonriendo.
—¿Como reaccionarias al ver a tus hermanos de nuevo?— Preguntó la morena frustrada.
—Con miedo. Nuestros hermanos son muy diferentes, Aria.— Habló Khaleesi mientras bajaba un poco la cabeza.
Unos minutos después ambas llegaron hasta lo que una vez fue la casa de los Hale. Al verla, Aria retrocedió y se aferró a la mano de su amiga y protectora. Como si lo que ocurrió aquel día estuviera pasando de nuevo delante frente a ella.
—¿A caso no te he dicho que no...?— Derek se detuvo al ver a su hermana pequeña. —¿Aria?— El pelinegro miró perplejo a la mujer lobo, mientras se acercaba a él.
—Hola, Derek.— Sonrió ella justamente antes de que su hermano la abrazara con fuerza, acto que sorprendió a las dos chicas.
—Pensaba que estabas en Nueva York. Laura nunca me decía dónde estabas.— Sentenció él mirando a su hermana pequeña.
—Me escapé de Laura en luna llena, y fui encontrada por Khaleesi e Ingrid. Ellas me salvaron de unos cazadores, y después se hicieron cargo de mi.— Derek desvío la mirada de su hermana a la vampira que estaba a una distancia prudente.
—¿Por qué cuidaste de mi hermana?— Derek la miró confundida.
—Me recordó a mi hermano pequeño antes de que fuera asesinado.— Y es que era así. Khaleesi, junto a Klaus, fueron los que llevaron ante sus padres y hermanos el cuerpo, sin vida, de Henrik y, aunque habían pasado muchos años desde aquello, todavía lloraba la muerte de su hermano, una parte de ella no podía dejar de pensar que era culpa de ella. No al sacarle a fuera para ver cómo los hombres lobo se transformaban en bestias, sino en no saber que era una shiphon para salvarle.
