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—¿Quién y que eres?— Preguntó Aria mirando a Khaleesi con seriedad, mientras su hermano se ponía al lado de ella.
—Mi nombre es Khaleesi Mikaelson y soy un Original. Soy el hereje Original.— Explicó sorprendiendo a los dos hermanos.
—¿Qué es un hereje?— Preguntó Aria confundida.
—Un híbrido entre vampiro y bruja.— Respondió mientras chasqueaba los dedos y gran parte de sus cosas eran guardadas en cajas.
—¿Por qué nos mentiste respecto a que y quien eras?— Preguntó Derek cruzándose de brazos intentando ocultar el hecho de que ella hubiera ocultado aquello.
—Para explicar ambas cosas debería de remontarme al inicio de todo. Al por qué mis hermanos y yo nos volvimos vampiros.— Respondió la Original mientras guardaba las cosas que la magia no había podido guardar, intentando evitar mostrar aquel nerviosismo.
—Tenemos tiempo, empieza.— Ordenó Aria con frustración, pues ella se sentía traicionada por su amiga.
—Tras la muerte de mi hermana mayor, Freya, mis padres buscaron un nuevo hogar. Un lugar donde poder criar y cuidar al resto de sus hijos. A oídos de mi madre llegó una tierra única, sus habitantes eran más rápidos, más fuertes y nunca enfermaban.— Empezó a decir Khaleesi con una pizca de melancolía y de dolor en sus palabras, ya que hablar de Freya la dolía bastante.
—Los hombres lobo.— Dijo Derek con obviedad al escucharla.
—Para nosotros eran vecinos. Pero la diferencia era que vivían en otro lugar, en este continente.— Añadió la vampira con tranquilidad mientras seguía moviéndose. —Mis padres se asentaron en lo que posteriormente sería Mystic Falls, y allí nacimos el resto. Durante veinte años todo fue normal, no hubo problemas con nadie hasta que pasó...— Un suspiró de frustración salió de la boca de Khaleesi, nunca había contado aquella historia en voz alta y eso no era cómodo para ella, menos aún la gustaba recordar lo que pasó. —Las noches de luna llena nos escondiamos en las cuevas que había alrededor de donde vivíamos. Mientras todos dormían, Klaus y yo solíamos salir para ver las transformaciones, y esa noche nos llevamos a Henrik con nosotros. Los hombres lobo nos vieron y fueron a por nosotros, Klaus y yo conseguimos salir prácticamente ilesos, pero no mi hermano pequeño.— Khaleesi miró hacia la figura de madera que Klaus la hizo y sonrió de lado, recordando cuando era una niña ingenua al mundo.
—¿Pero como os volvisteis vampiros?— Preguntó Aria confundida al no entender nada.
—Cuando murió mi hermano pequeño, Esther, mi madre, empezó a buscar una forma para mantener al resto de la familia con vida y seguros. Le pidió al sol la vida y al roble blanco ancestral, un símbolo sagrado, le pidió la inmortalidad; después mezclo su sangre con vino que Mikael, mi padre, nos ofreció y después con su espada nos mató, y no fue muy delicado que digamos.— Comento con algo de resentimiento recordando como la clavó, a ella primero, la espada en el corazón. —Cuando despertamos, en transición, había que completar el hechizo con más sangre. Mikael trajo a una chica de nuestro poblado y, en cuanto la hizo un corte, mostramos lo que realmente éramos. Depredadores. Mi madre había conseguido su propósito, mantendría a sus hijos con vida y seríamos dignos de igualar e incluso enfrentar a los hombres lobo. Pero no contó con la doble naturaleza que Klaus y yo teníamos.— La vampira se apoyó en el marco de la puerta, bajó la atenta mirada de los hermanos que en ningún momento se habían separado. —Cuando Klaus mató a su primera víctima, desveló el mejor secreto que mi madre nos había ocultado. Nik no era hijo de mi padre, sino de una relación que ella tuvo con un hombre cuando mi padre no estuvo. Klaus era un engendro para mí madre y una vergüenza para Mikael que intento corregir, de esa forma surgió la maldición que le persiguió por mil años. Pero también se inició un enfrentamiento que perdura desde entonces, mi padre mató a toda la manada, inclusive al amante de mi madre. Provocando la enemistad de ambas especies.— Explicó mientras se cruzaba de brazos y les miraba fijamente intentando descifrar sus expresiones.
