Capítulo 27

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Al abrir los ojos veo que me encuentro en una habitación blanca, y parece un hospital, pero ya he estado aquí antes, es la cabaña de curas para los lobos, donde Sam estuvo ingresado.

—Hola, Mia. —Dice Paul a mi lado, lo veo sonreír y acaricia la palma de mi mano, aunque escucho un gruñido detrás de él. —¿Cómo estás?

—Fuera. —Susurro con una voz ronca y pastosa. Veo que Paul frunce el ceño sin entender, pero intento coger fuerzas para hablar un poco más. —Sam, vete de aquí.

—Mia, lo siento mucho. —Dice Sam apartando a Paul con brusquedad, intenta agarrar mi mano, pero la aparto con brusquedad y giro la cabeza para ver que ahí están Jared y Embry.

—Fuera. —Susurro con lágrimas a punto de salir de mis ojos, pero las contengo cerrándolos. —No quiero verte.

—Alfa, debería dejar que la paciente descanse. —Susurra la voz del doctor cerca de mi cama, pero como no voy a abrir los ojos para que me vea llorar.

—¿Me estás echando? —Gruñe Sam a modo de pregunta, nadie responde. —Volveré mañana.

Escucho sus pasos y la puerta abrirse y cerrarse, suspiro aliviada y abro de nuevo los ojos, dejando que las lágrimas caigan libremente.

—Mia, tu cuerpo ha sufrido por una cosa de la imprimación que no te han contado. —Me informa el doctor, los chicos tienen el ceño fruncido, parecen molestos. —Cuando el lobo traiciona a su impronta, esto que has sentido en tu corazón, como si se rompiese, es causado por ello, lo único que debes hacer es guardar reposo y dejar a tu cuerpo que vuelva al de antes. Aunque otra forma de sanar es...

—¿Cuál es la otra forma de sanar? —Pregunto al mirarlo fijamente, pero noto a Paul observarme con cautela.

—No es necesario que lo sepa. —Susurra al mirarme, pero observo al médico y espero a que siga hablando.

—La otra es perdonar a su lobo. —Dice el médico antes de salir de la habitación.

—¿Cuánto llevo aquí? ¿Qué pasó al desmayarme? —Pregunto mirando a los tres lobos que me observan con preocupación y lástima al mismo tiempo.

—Llevas aquí cuatro días, estábamos preocupados. Fue Sam quien te vio en el suelo de la cocina al entrar en la casa, te trajo aquí y no se ha separado de tu lado. —Explica Embry rápidamente.

—¿Y desde hace cuánto tiempo sabíais lo de Leah? —Pregunto dolida al ver la traición de la cual creía mi familia.

—Desde el mismo día, pero Sam nos ordenó no decirte nada. —Responde Paul arrepentido – Sabes que cuando el alfa ordena algo, no se puede hacer nada para desobedecer.

—Vale, ahora quiero estar sola. —Susurro sin mirarlos, no quiero ver a nadie, me siento traicionada y dolida. —Adiós.

—Mia, nosotros te queremos. —Dice Jared antes de salir por la puerta seguido por Paul, pero Embry se queda un poco más, y con cautela deja un beso en mi frente.

—Eres mucho mejor que todo esto, lo siento, tu estuviste a mi lado y yo siento que te he traicionado. —Dice, no quiero mirarlo, así que observo la pared de mi izquierda y espero a que Embry se vaya. Cuando escucho la puerta cerrándose, dejo salir todo lo que tengo dentro, sin importar si mis sollozos se escuchen o no, sin importar nada.

Todos me han mentido, y todos me han traicionado, pero lo que más me duele es Sam, los ordenó que no dijeran nada, porque sabía que ellos me lo contarían, eso solo significa que no tenía pensado contármelo. Solo puedo desear no haber conocido a Sam nunca y haber estado ahora en Nueva York con mi madre.

Cuidado con el bosque  |SAM ULEY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora