Capítulo 31

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Sigo conduciendo con Garrett a mi lado, quien me cuenta que nació en 1700, pero con 25 años fue transformado durante la Guerra de la Independencia. Realmente el tiempo pasa volando mientras me cuenta su interesante existencia, ya que con mi vida solo tuvimos para una hora de viaje. Llego a Forks horas después de que haya amanecido, conduciendo directamente a la casa de mamá, no la vendió y me alegro por ello, porque no había pensado anteriormente que pudiese quedarme ahí a vivir, además, Garrett quiere quedarse a mi lado, y a la Reserva no lo puedo llevar.

—Bueno, esta es mi casa, te llevaría a un cuarto para que durmieras y eso... Pero...

—Los vampiros no necesitamos dormir. —Dice Garrett con una sonrisa, se sienta en el sillón del salón y se queda observando como destapo todos los muebles y aireo la casa para volver a darle un toque más habitable.

—¿No duermes? —Pregunto tras unos minutos pensando en sus palabras, pero él niega divertido y se encoge de hombros. —Vaya, a mí me daría algo si no pudiese dormir o comer.

—Créeme que te acostumbras. —Dice manteniendo la postura despreocupada, pero de un momento a otro se tensa y arruga la nariz a modo de asco. —Tienes visita, te espero arriba.

Antes de decirle nada, sube en un segundo al segundo piso justo cuando tocan insistentemente a mi puerta, ruedo los ojos y camino tranquilamente hacia la puerta, el lobo que esté tras ella me debe estar escuchando andar.

—Oh, tú. —Digo intentando sonar indiferente, aunque mi corazón se encoge al ver el aspecto triste y cansado de Sam. —¿Qué quieres?

—Vampiro. —Gruñe al levantar la cabeza, como si oliera el aire. Asiento y cierro un poco más la puerta para que no pase.

—Lo sé, está arriba. —Respondo manteniendo la fachada, levantando mis muros de indiferencia, esos muros que Sam se encargó de derribar en su momento. Pero eso fue cuando aún confiaba en él, y en sus palabras, ahora de eso no queda nada.

—¿Estás dejando que un vampiro esté contigo? ¿No sabes lo peligrosos que son? —Pregunta temblando levemente, solo le he visto así una vez desde que lo conozco, y sé que, si no me alejo, puedo acabar herida.

—No es peligroso, bueno, sí, pero no conmigo. —Respondo encogiéndome de hombros. —Y, por cierto, no he tenido tiempo de decirte algo, ya sabes, entre tus cuernos y mi enfermedad causada por tu culpa... Pero, terminamos, adiós.

Cierro la puerta en su cara y ahogo un sollozo, no quiero que me escuche llorar, ni que me vea débil, además de que ya no confío en él.

—¡Te voy a recuperar! Tú eres mía, yo soy tuyo, estamos hechos para estar juntos. —Exclama desde el otro lado de la puerta, pero luego escucho sus pasos bajando por el porche. Unos segundos después, Garrett me abraza gentilmente, dejando que llore sobre su camisa.

Cuidado con el bosque  |SAM ULEY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora