Capítulo 8

13.2K 940 122
                                    

Después de pasar la mañana con Sam, Paul y Jared, mi lobo me llevó a casa, pero al llegar, mis padres me esperan en la mesa del salón.

—Hola Mia, siéntate cariño. —Dice mamá con una sonrisa tensa, y pienso que me van a dar una charla, una charla incómoda.

—Queremos hablar contigo sobre Sam. —Dice papá totalmente serio, parece que está enfadado conmigo. —¿Estáis saliendo?

—Si, empezamos ayer. —Susurro con seguridad, aunque no sé si somos novios, solo sé que estamos juntos.

—No quiero que lo veas. —Dice papá con la mirada más seria del mundo.

—¿Qué? —Exclamo levantándome de golpe de la silla. —¡No puedes hacer eso!

—Mírame. —Dice papá señalando su cara. —Acabo de hacerlo, eres mi hija, tienes dieciséis años y aún eres una niña.

—¡No soy una niña! —Exclamo cruzándome de brazos y haciendo que me salga un puchero sin poder controlarlo. —Hago lo que quiero.

—Eres una maldita niña que ha pasado la noche con un hombre mayor que ella como una cualquiera. —Exclama mi padre fuera de si, nunca lo había visto actuar así, y por la cara de mamá, ella parece que sí. —No volverás a verlo, ahora vete a tu habitación, solo saldrás para comer.

Me voy a mi habitación sin derramar ni una lágrima, me han dolido sus palabras diciéndome que soy una cualquiera, pero soy orgullosa, así que entro en mi cuarto y cierro con el cerrojo que no sé porque lo instalaron sus antiguos dueños, pero ahora me viene de perlas. Me tumbo en la cama y decido llamar a Sam, él sabrá que decirme.

—Hola pequeña, ¿ya me echas de menos? Porque yo a ti sí. —Responde Sam al tercer tono, se le nota feliz.

—Hola, tenemos que hablar. —Susurro para que papá no me escuche.

—¿Qué ha pasado? —Pregunta totalmente serio.

Le cuento lo que me ha dicho mi padre y escucho como resopla, aunque los resoplidos se van transformando en gruñidos de lobo.

—¿Sam? —Pregunto asustada, pero no lo escucho, y creo que se ha transformado en lobo, si no, no lo entiendo. Dejo el móvil en mi mesilla y me voy a poner mi pijama, un short y una camiseta de tirantes, abro la cama y me tumbo entre las mantas, estoy castigada y no tengo nada que hacer. Pero a los quince minutos, mi ventana suena y me asusto, pero veo a Sam vistiendo solo unos pantalones recortados y viejos.

—Sam. —Susurro con una sonrisa, él me mira y me abraza con fuerza, metiendo su nariz en mi cuello.

—No voy a dejar que te alejen de mí, ¿vale? —Pregunta aún en mi cuello, y yo asiento levemente la cabeza, Sam me vuelve a mirar y me besa con suavidad. —Te quiero.

—Y yo a ti. —Susurro de vuelta, pero unos golpes nos hacen separarnos.

—Mia. —Dice papá desde el otro lado, pero me niego a abrir la puerta. —¡MIA, ABRE LA MALDITA PUERTA!

Papá sigue aporreando la puerta hasta que se cansa y se va, nunca lo he visto así, parece fuera de si. Sam se tumba a mi lado y nos tapa con una de mis mantas, quedándonos dormidos abrazados. Nadie va a hacer que me separe de él.

Cuidado con el bosque  |SAM ULEY|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora