Las palmas de sus manos estaban mojadas por el sudor las froto en su vestido para quitar el sudor inspiro hondo y trato de calmar los fuertes latidos de su corazón, hace tan solo unos minutos o quizás segundos sentía que el valor corría rápido por sus venas, pero al estar parada frente a la guarida del diablo sentía que todo ese valor se había evaporado, retrocedió un paso y cuando se iba a dar la vuelta para ir a su amado refugio choco contra una pared dura y grande soltó un suave casi imperceptible grito y se dio volvió rápido y se topo de frente con Duncan, se paro derecha y lo observo con calma – mi lord, buenos días – hizo una reverencia y le dio el paso para que pudiese pasar delante de ella sin problemas.
- Veo que es puntual señorita McAllen – tomo su reloj de bolsillo y comprobó que aun faltaban unos minutos para las ocho de la mañana, camino e ingreso a la biblioteca – bueno pase, no tengo todo el tiempo del mundo, - le hizo señas para que ingresara - hasta que usted decida ingresar – la observo con fastidio
Aquellas palabras le devolvieron el valor e ingreso con determinación a la biblioteca, sabia que aquel hombre la podía despedir o acusar de falta total de respeto, pero estaba tan dolida con sus palabras que debía buscar coraje hasta en su último recóndito de su espíritu para enfrentarlo y poder darse a valer – Mi lord no deseo que usted mal gaste su tiempo – se quedó de pie frente al escritorio
- Me alegra saberlo señorita McAllen – le hizo una seña para que tomase asiento y el hizo lo propio – por favor comience
Lo observo unos minutos y tomo asiento e inspiro para comenzar a hablar, pero se quedo en silencio al ver su mirada de fastidio, y ya no sintió ese dolor tan grande al recordar sus palabras o ese amor que la invadía, ahora tan solo se sentía libre, libre de aquello sentimientos que la embargaron por igual – su excelencia, me veo en la lamentable situación de mencionarle que considero que usted menosprecia mi desempeño
Duncan abrió y cerro la boca y sintió que su cara se ponía roja de la rabia que sentía, al escuchar las estúpidas palabras de esa insignificante mujer, es que como una maquina que solo se dedica a trabajar, a un ser tan opaco pudiese tener la desfachatez de estar cuestionándolo, ¡a él!,¡a un duque de la corona¡ ¡a un laird escoses! – me podría dar sus razones señorita
- Su excelencia usted no aprecia ni respeta mi trabajo porque no poseo los implementos necesarios para realizar las diversas etapas de restauración de los libros
- Usted no ha pedido nada – la miro con rabia – claramente si usted lo hubiese mencionado ya los tendría
- Su excelencia le he enviado reiteradas cartas pidiéndole los implementos ya desde hace más de un año, para mi, los libros son algo delicado y valioso
- ¡Jamás he recibido las cartas que usted menciona¡- alzo la voz molesto
- Yo no miento su excelencia – dijo con calma, pero al terminar de decirlo se dio cuenta que ella se había pasado casi dos años siendo lo que Duncan deseaba anteponiendo sus necesidades a las de él, anticipándose a sus pensamientos, a sus órdenes, a sus necesidades, trabajando como una esclava para complacerlo y lo único que había logrado al cabo de todo ese tiempo era su desprecio, su indiferencia, su palabras crueles en pocas palabras de él no había obtenido nada bueno.
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Cautivando al Ángel
Romance¿El guerrero escoses lograra cautivar a su Ángel encanto, amor y pasión? Los besos del Ángel, resucitaron el alma oscura y lúgubre de aquel escoses, sería el capaz de dejarla ir, a iluminar la vida de otro hombre y saber tuvo la felicidad en sus man...