Capítulo Ventiséis

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Sintió un calor que le inundaba todo su cuerpo, sentía como si la luz del sol de verano la llenara por dentro, no sentía frio en absoluto a pesar de que la nieve estaba cayendo a su alrededor el calor que la inundaba en esos instantes quizás seria...

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Sintió un calor que le inundaba todo su cuerpo, sentía como si la luz del sol de verano la llenara por dentro, no sentía frio en absoluto a pesar de que la nieve estaba cayendo a su alrededor el calor que la inundaba en esos instantes quizás seria capaz de acabar con ella, su corazón latía sin control, no era capaz de hablar abria y cerraba la boca

- Contigo hay colores en mi vida, puedo escuchar música a mi alrededor, cuando te miro a los ojos puedo ver las estrellas y el sol en ellos, tu me liberaste de la cárcel en la cual decidí estar hace muchos años – acaricio su mejilla – créeme mi hechicera, tu eres la mujer mas hermosa que han visto mis ojos

- No mienta – se alejó un paso – yo... yo lo escuche... yo se lo que piensa de mí no mienta más

- ¿A qué te refieres? – la miro extrañado, no comprendía lo que decía

- Una noche usted y su hermana hablaban en la biblioteca – bajo la mirada – yo iba a comunicarle algo de unos libros y los escuche – levanto su cabeza y lo miro con dolor – usted me ve como un fantasma como un ser sin luz, como una maquina sin sentimientos la cual solo debe trabajar, para usted no existo – soltó un sollozo se dio la vuelta y comenzó a caminar muy rápido alejándose de Duncan, aquellas dulces palabras le recordaron las crueles que le escucho hace un tiempo atrás ¿Cómo creerle? ¿Cómo confiar en él? Si en el pasado sin querer le rompió el corazón, si aceptaba los sentimientos que decía tener, si aceptaba aquel amor quizás con el tiempo le rompería el corazón y el alma de forma irremediable, el miedo le decía ¡aléjate!, ¡aléjate! de quien tiene el poder de lastimarte, pero su corazón su tonto corazón le estaba gritando otra cosa y quería dejar de oírlo o se volvería loca.

Se quedo quieto por un par de minutos escuchando el dolor que podía apreciar en las palabras de Bonnie, pero el grito de ella le llamo lo saco de aquel transe y corrió hasta el lugar de su procedencia, la vio tirada en el suelo masajeando su pie - ¿estas bien? – se acerco a ella y su pecho dolio al ver el zurco de las lagrimas en sus mejillas

- Si... no se preocupe estoy – trato de ponerse pie y el dolor de su pie fue intenso y pensó que iba a caer nuevamente, pero los fuertes brazos de Duncan la sostuvieron -¿Qué hace? – miro a todos lados

- Sostener entre mis brazos a la mujer que amo

- Deje de decir tantas mentiras – lo miro con rabia – no dejare tirado su proyecto en el museo

- Por mi todos esos eruditos se pueden ir al quinto infierno – la cargo y comenzó a caminar con ella hacia la casa de su abuela que no estaba muy lejos – la que me importa ahora eres tu – inspiro fuerte y el aroma de ella le inundo los sentidos – me gusta tu olor

Bonnie estaba en un estado de asombro, desesperación, preocupación y felicidad - ¿esta demente? ¡bájeme!, peso demasiado y le dolerá su espalda y si alguien nos ve en esta situación será irremediablemente comprometedora para usted

Cautivando al ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora