Capítulo Catorce

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Veía la nieve caer por la venta de su estudio, podía sentir el silencio reinar en su hogar y siempre creyó amor la paz, el silencio, porque por varios años era de un privilegio que no gozaba ahora mismo que lo tenía, le resultaba pesado, agobiante...

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Veía la nieve caer por la venta de su estudio, podía sentir el silencio reinar en su hogar y siempre creyó amor la paz, el silencio, porque por varios años era de un privilegio que no gozaba ahora mismo que lo tenía, le resultaba pesado, agobiante el silencio podía ser una gran aliado o un poderoso enemigo que te apropia porque te mostraba lo solitario que estabas y ahora mismo a él el pesaba la soledad, hace ya varios días su familia partió rumbo a Edimburgo a pasar las fiestas navideñas con su abuela, soltó un suspiro y bebió de oporto lentamente, dejo el vaso sobre una mesa y salió de su estudio y comenzó a caminar por la casa, ahora mismo comprendía a su padre cuando vagaba por la casa buscando los recuerdos, buscando aquellos momentos vividos con su madre, solo que él no buscaba recuerdos con su madre o con su familia -¿a quién busco? – se detuvo frente a la puerta de su biblioteca y la abrió lentamente y inhalo profundamente y podía sentir en el ambiente el olor de ella, aun podía percibirla, se adentró en el lugar y cerró los ojos y la vio ahí parada frente a su mesón reparando algún libro dándole vida, hoy por primera vez en su vida debía reconocer, debía aceptar que extrañaba a alguien, no supo cómo llego hasta el mesón y lo miro tranquilamente y pudo ver un sobre se fijó muy bien y pudo ver su nombre escrito en el con una letra clara y muy delicada la tomo con cuidado y la observo varios segundos - ¿Qué me habrás escrito hechicera? – susurro

- Su excelencia la cena esta ya servida – el mayordomo hizo una reverencia

Duncan lo observo en silencio un par de segundos – no deseo cenar en el comedor – tomo el sobre y lo guardo en el bolsillo de su jacket – sube mi cena a mi habitación y ya después todos se pueden retirar a descansar

- Como ordene su excelencia – salió de la habitación de forma tan silenciosa como ingreso y pudo ver que su laird estaba algo triste, aunque ni el mismo lo lograba comprender, pero tampoco se atrevía a decir nada porque tan solo era un sirviente más

Estaba solo en aquel enorme castillo siempre pensó que el adoraba la soledad, estar tranquilo y en calma siempre fue su mayor placer, ahora mismo extrañaba a su familia e incluso los debates verbales con aquella pequeña mujer que lo desquiciaba, hoy se daba cuenta que la soledad pesaba y mucho pero jamás lo admitiría en voz alta él era Duncan el laird y jamás mostraría sentimientos de debilidad, o cualquier sentimiento, aquellos mismo te volvían un ser blando, fácil de doblegar – yo estoy sobre los simples sentimientos – aunque cada bocado de su cena le supo amarga...

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Bonnie bajo las escaleras de la residencia de la duquesa viuda, ya tenían una semana en Edimburgo y no había día en que Margareth o su abuela no la arrastraran por la mejor modista de Edimburgo, amaba estar en aquella casa, pero debía de admitir muy a su pesar que extraña la tranquilidad de las tierras altas, del verde de sus tierras, de sentir el olor de la lluvia, del invernadero del castillo, pero sobre todo extrañaba la biblioteca su amado refugio en su rostro se dibujó una pequeña sonrisa y apretó contra su pecho un par de libros que deseaba restaurar soltó un suspiro – si me viese se reiría en mi cara, al ver que a pesar de todo no puedo dejar de trabajar en los libros ¿Por qué lo hago?

Cautivando al ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora