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Pasillos

El Profesor se paseaba molesto por el salón, aunque seguía pendiente de su clase y el como impartirla, su lenguaje corporal estaba tenso y su respiración corta y distante; incluso sus alumnos mas distraídos podían notarlo, claramente este no era la mañana del Profesor Lehnsherr.

El lunes había amanecido como cualquier mañana de octubre, fría, nublada y con un olor a humedad que en lo personal, no le afectaba en lo mas mínimo, amaba la lluvia, siempre había sentido que la lluvia lo rejuvenecía, limpiaba sus problemas y le prometía la llegada de una hermosa mañana, o por consiguiente, la oportunidad de una noche limpia, clara y repleta de estrellas a la distancia. Pero ahora ni siquiera quería oler el aroma de tierra mojada o del viento frio golpeando las solapas de su abrigo, ahora estaba molesto, y aunque se negaba aceptarlo, su sentido común sabia perfectamente porque lo estaba.

Termino la clase cinco minutos antes de lo planeado, cosa que extraño a varios, el Profesor acostumbraba a emocionarse con la materia y siempre terminaba raptando varios minutos de sus alumnos, y mas razones habían de pensar que se quedaría mas tiempo, después de todo, había estado con licencia; algunos alumnos incluso habían tomado un desayuno mas contundente, haciéndose a la idea de que pasarían la hora del primer descanso, escuchando ecuaciones y formulas matemáticas atrasadas.

Pero no, el hombre quería estar solo, así que adelanto paso veloz a su oficina, a su refugio, negó preguntas sobre materia a sus alumnos, e incluso ignoro los comentarios o consultas que Alex le tenia; solo quería llegar a su oficina y encerrarse ahí por muchas horas. Cerro con algo de brusquedad la puerta, puso el pestillo con seguridad y se hecho sin medir riesgos sobre su pequeño sofá, cosa absurda a decir verdad, porque se golpeo bastante fuerte con el brazo de este. Se volvió a sentar, maldijo su torpeza y se sobo con mala gana la cabeza, si antes tenia un dolor intenso, ahora además, era palpitante.

Se acerco a su escritorio, buscando distraer la mente, pero no podía; estaba tan molesto. Reclino la cabeza hacia atrás, tratando de ordenar sus ideas o en ultimo caso, acelerar el correr de su sangre hacia su cebero, quizás eso le haría pensar cosas menos molestas, pero no, al contrario, solo lo hizo revivir el malestar una y otra vez. Y casi pareciendo masoquista, se inclino nuevamente hacia su escritorio, revolvió algunas hojas y saco un papel algo arrugado; el mismo lo había hecho ayer domingo por la mañana.

Lo tomo fingiendo calma, inhalo añorando un trago de valentía y volvió a releer lo que ahí estaba escrito, quizás había pasado algo por alto, quizás lo había malinterpretado o quizás, quería autoconvencerse que lo que decía ahí, era cierto.

Estimado Profesor Lehnsherr

Lamento mucho el tener que irme de esta manera, pero surgió algo de ultimo momento durante la madrugada de hoy y debo volver de suma urgencia a mi departamento.

Agradezco enormemente su hospitalidad y ayuda, y le pido nuevamente disculpas por todos los inconvenientes que le cause.

Creo que lo mejor para los dos es que tomemos cierta distancia, al menos por un tiempo que yo considere prudente, para que se recupere completamente. En estos momentos usted debe estar rodeado de quienes se preocupan por usted y le tienen alta estima, y temo que yo no soy uno de ellos.

Fue un placer conocerlo, compartir con usted gustos en libros y música, es una persona muy especial y le deseo lo mejor en su vida intima y profesional.

Un abrazo afectuoso y hasta siempre.

Charles

Un Cambio en el Destino [CHERIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora