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Viento.

Corría a toda la velocidad que daban sus largas y bien torneadas piernas, las clases de natación que había tomado hace algunos meses, le estaban brindando frutos. Pero ahora esa no era lo importante, su mente tenía un solo objetivo, llegar a tiempo a clases.

10:00 am.

Estaba volteando hacia el gran pasillo central de su facultad, estaba a solo 10 metros de su salón, podía lograrlo ¡Claro que sí! pero se maldijo igualmente, su afición por los libros algún día le cobraría una mala pasada; tengo que estar en la puerta antes que den las 10:01, repetía su cerebro una y otra vez, pues técnicamente aun estaría dentro del horario de llegada. La percepción horaria estaba mal formulada, al menos desde su punto de vista, pues la gente pensaba que si la hora acordada de llegada a un lugar era a las 10:00 am, la persona citada debía estar en el lugar precisamente a las diez en punto, no a las diez con un segundo, sin considerar que todavía había 59 segundos restantes para poder llegar, y no estabas atrasado, estabas dentro del rango de los 60 segundos que duran las diez de la mañana.

¡Charles por Dios! no es momento de pensar esas cosas.

En efecto, su postulacion resultó acertada, pues ingreso por las puertas del salón a las diez con 47 segundos, justo a tiempo, y aunque trato de hacerlo con la mayor parsimonia y discreción del mundo, fue imposible, todos sus futuros colegas ya se encontraban sentados e instalados, todos con la mirada fija en el joven de bellos ojos azules que entró prácticamente corriendo al lugar. Charles mejoró al instante su postura y trato de caminar hacia los pupitres sin ser notado, pero su plan no funcionó.

— Buenos días — comento una bella mujer detrás de él — creo que llega tarde... — sonriendo

— En realidad — respondió volteándose — llegue justo a la hora, para ser exacto a las diez con 47 segundos — muy convencido

—¿A si? — intrigada

— Si, aún no eran las 10:01 — con mucha tranquilidad en su voz

La mujer sonríe ante la respuesta del joven, de cierta forma le encuentra razón, pero no puede quedar desacredita ante sus alumnos el primer día — ¿Sabe qué día es hoy?

— Claro — quedando completamente de frente a ella. Solo había alcanzando a subir tres escalones del salón — hoy es 5 de septiembre de 1980 — sus compañeros no pueden evitar reírse. Al parecer el joven, o no habia captado la ironía de la Profesora o simplemente, tenia respuesta para todo.

— Yo me refería a que hoy es el primer día y no habla muy bien de usted el que llegue tarde justo hoy — agregó la mujer

— Le repito que no llegue tarde, pero comprendo su disconformidad — hace una pausa para poder respirar. Aún no se aclimataba al esfuerzo de correr, su cuerpo no estaba hecho para eso, él era mas como un hurón de biblioteca, mejor calificativo que rata, porque no le gustaban las ratas — la molestia para usted y mis compañeros fue el modo que ingrese al salón — se voltea hacia los demás — y pido las disculpas si incomode a alguien — mira a la Profesora — incluida a usted Profesora Frost.

La mujer se quedó en silencio ante tal respuesta, el joven era tan educado, que rayaba entre lo vergonzoso y lo encantador, ya había algunas estudiantes mirándolo con ternura y cierto interés — veo que está familiarizado con mi nombre, pero yo no con el suyo — haciendo ademán de que se acercara — ¿Por qué no viene aquí y se presenta como corresponde?

— Por supuesto — con cero intención de llamar la atención. Una persona amable le solicitaba algo y el obedecía encantado, no había nada mejor que la cortesía — es un placer conocerla — estirando su mano hacia ella.

Un Cambio en el Destino [CHERIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora