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Estrellas. 

El reloj del auto marcaba las 9:30 de la noche, Brian Xavier manejaba desde Londres hasta Oxford, el recorrido duraba alrededor de una hora y veinte minutos, así que tenía suficiente tiempo para pensar en lo que le esperaba en casa, aunque muy en el fondo no quería pensar nada; Sharon lo había llamado alrededor de hace dos horas para comentarle su primer día, le extrañó que lo hiciera por teléfono y que no se esperará el que llegara casa, podían haberlo compartido perfectamente durante la cena, pero muy pronto descubrió la verdadera razón de la llamada. 

Cuando el silencio se hizo, supo al instante que sucedía, su esposa rara vez se quedaba callada y cuando lo hacía, era solamente porque estaba aguantando las ganas de llorar, entonces, después de una pregunta de confirmación, su esposa le comento lo que pasó con Emma y Charles durante la primera clase. Emma. 

Aunque quería mucho a esa joven mujer, siempre había pensado que era algo atolondrada y despistada, no se fijaba en sus acciones y podía terminar hiriendo los sentimientos de los demás, y como padre sabía que muy en el fondo, Charles era muy sensible, aunque lo ocultara a la perfección bajo una imagen de cortesía y bondad, sobretodo para no preocupar a su madre.  Pero a pesar de eso, no podía molestarse con ella, era la única hija de su mejor amigo, Winston Frost, un reconocido Cardiólogo que había fallecido hace ya muchos años, cuando Emma apenas entraba a la Universidad y desde entonces, la trataban como una hija más; y aunque le habían perdido la pista durante unos años, reaparecio trabajando para la Universidad de Oxford y ahí se había quedado, durante un poco mas de un lustro. 

Había estado presente durante muchos momentos duros de su vida, y por tanto, era casi obvio que supiera todo sobre Raven, y aunque no estuvo de acuerdo de la decisión tomada como familia, o más bien la decisión de Sharon de borrar todas los recuerdos de su hija mayor del hogar, lo acepto, tanto así, que se llevó muchas de las pertenencias olvidadas de Raven, a su departamento, para que no atormentaran a Sharon. 

Para Brian era diferente, aunque fingía desinterés, cada noche, sin que su esposa lo supiera, entraba a la habitación de su hija cerrada con llave y lloraba por algunas horas, sentía que era el único espacio y momento para recordarla, porque al salir por la puerta, él siempre había tenido solo un hijo, Charles. Ya a mitad de camino, recobro fortaleza y se enfocó en su única misión, llegar a casa y servir nuevamente de paño de lágrimas de su esposa, la única tarea que tenía en estos tiempos como esposo, durante los últimos dos años. 

Por su parte, Charles se encontraba sentado en el balcón de su nuevo departamento, había logrado acomodarlo y rediseñarlo a su gusto, bastante modesto, sin muchos adornos o aditamentos, pero con muchos, muchos libros y por supuesto, su viejo tocadiscos, regalo de Raven para su cumpleaños número quince. Raven. ¿Cómo un simple nombre podía cambiar por completo su estado de ánimo? A veces la extrañaba ¿Solo a veces? Cada maldito segundo. Siempre había sentido que ella era la única persona en el mundo que realmente lo conocía y lograba entenderlo, y dudaba que otra persona llegara a poder hacerlo a ese nivel. Y así, recordando a su hermana, terminó su té de cada noche, para luego irse a la cama.

A lo lejos, y ya entrada la madrugada, un Profesor de ojos verde azulados trataba de dormir con tranquilidad en su cama, pero como las últimas noches, un recuerdo horrible volvía a atacarlo, no sabía el muy bien el porque su cerebro recordaba ese momento una y otra vez, como si le tratara de decir algo; o quizás si sabia la respuesta, aquello que gatillo traer de vuelta todos esos horribles recuerdos del pasado, pero se empeñaba en negarlo y en enterrarlos, sin embargo, podía sentir como poco a poco se iban acumulando, como una caldera a presión que estaba a punto de estallar. 

El sudor comenzaba a recorrer su frente y su espalda, el cuerpo se tensaba y los espasmos ante el recuerdo que se tornaba en pesadillas, se hacían presente una y otra vez, la cabeza se volteaba de un lado a otro, tratando de sacar las imágenes de su mente, pero era imposible — nein... nein... — eran las únicas palabras que surgían de su boca — mutter... verlasst mich bitte nicht  — pero por mas que se movía su cuerpo y cabeza, su mente solo repetía una imagen, una mujer, su madre, siendo alejada para siempre de su vida.

Un Cambio en el Destino [CHERIK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora