veintinuo

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Taehyung no supo por qué, pero vio cómo Jungkook dejaba caer su cuerpo lentamente sobre el colchón, sentándose a su lado sin apartar la mirada de él ni por un segundo, con el ceño medianamente fruncido y la confusión rondando por su mente.

El azabache le miró con sumo cuidado, como si tratara de descifrar aquello que rondaba por la mente de su compañero.

—Te he dicho te amo..., sí, lo he hecho—respondió de forma pausada. Casi parecía que estaba tratando a Taehyung como una suave marea, que dentro de poco podría volverse incontrolable. Se acercó a él, con cuidado, y buscó su mano con delicadeza para sostenerla. Taehyung se había colocado una sábana para cubrir su desnudez, y aunque era consciente de eso, se sentía más vulnerable que nunca—. ¿Hay...algo malo en eso?—inquirió el azabache, porque no comprendía.

Taehyung tomó aire y agachó la cabeza; se sentía inseguro, tal vez sin ningún motivo aparente.

—N-no, pero es que...No lo sé, pensé que había sido un arrebato por el momento de...—musitó, casi bajando la voz reiteradamente, hasta que no terminó la frase, porque la pena invadió su pecho—. Perdona, estoy siendo un estúpido.

—No digas eso—respondió rápido su compañero, y sin esperárselo, Jungkook agarró a Taehyung de la cintura para llevarle hasta su regazo. El peli azul se tensó al principio, pero permaneció sobre sus muslos, muy quieto, mientras Jungkook pegaba su espalda en el cabecero y se hundía entre los cojines—. No eres estúpido, Taehyung—aclaró, con el ceño fruncido, un tanto molesto—. Y no, no lo he dicho por mero arrebato, lo siento así de verdad.

La sirena agachó el semblante y sintió sus mejillas enrojecerse, estar en aquella postura era vergonzosa, sentía que estaba completamente a la merced del capitán.

En ese momento, los ojos de la sirena se volvieron cristalinos.

—Si no...si yo no te hubiera besado aquel día, haciendo que me quisieras inconscientemente, ¿me amarías de todas formas?

Jungkook tragó saliva a duras penas, acercando su rostro al suyo, obligándole a mirarle, para que le quedara claro de una maldita vez por todas.

—Te amo con toda la fuerza de los mares, Taehyung—respondió, en un susurro—. Te amaría en todos y cada uno de los universos posibles, fueras quien fueras.

Taehyung contuvo el aliento y sintió cómo los bellos de sus brazos se erizaban, al sentir el aliento del azabache rozar su piel. De nuevo, aquel nudo asfixiante se instaló en su garganta, odiándolo, odiaba la forma en la que se volvía inseguro cuando se trataba de Jungkook. Pero era normal que se sintiera de esa forma; él mismo le había arrebatado al capitán el derecho de amar libremente; le quería porque sabía que en el fondo no había tenido más remedio. Taehyung ya se lo explicó en su momento, y Jungkook era más que consciente que la sirena en sí, su voz, sus ojos, sus labios, su piel, todo había sido hecho de manera perfecta para hechizarle, para enamorarle hasta la médula. Funcionaba con cualquier humano que Taehyung quisiera, podría hacer que toda la tripulación quedara prendada de él. Sin embargo, las cosas cambiaban demasiado cuando el corazón de la sirena ya había sido robado por un humano, ergo, ella también había hecho lo mismo con el suyo.

Jungkook vio la duda en sus ojos, en la forma en la que se comportaba, en la manera en la que pretendía alejarse porque el odio a sí mismo era demasiado abrasador como para permitir que alguien tan bueno y puro como Jungkook le acariciara. Así que el capitán insistió en el agarre, un poco brusco, con el ceño fruncido porque estaba cansado de ver tanta cobardía en unos ojos tan valientes.

—Ni siquiera lo pienses, Taehyung—le suplicó, duro, sintiéndose un poco dolido—. No dudes de lo que siento por ti, jamás. Déjate querer, porque cuanto más te resistas será peor para ti; tú mismo lo dijiste. Esto...esto que hay entre nosotros es real, no es ningún fruto de lo que pasó hace quince años, Taehyung. Sé lo que quiero, cuándo y cómo, así que quiéreme de la misma forma en la que yo te quiero a ti—el peli azul tragó saliva con fuerza, mientras trataba de aguantar aquellos ojos negros, profundos y oscuros como la noche, que le suplicaban que se quedase a su lado; sus ojos le hacían temblar por dentro, ese brillo de sus pupilas se colaba en su organismo y le ponía los pensamientos patas arriba. Y tenía miedo, tanto miedo de pensar que realmente no merecía a alguien tan hermoso como aquel condenado pirata, que la bruma comenzó a invadir sus sentidos. Pero Jungkook buscó su nuca para impedir que ladeara la cabeza, y una sonrisa ladina apareció en sus labios—. ¿Tan mal he estado haciéndote el amor, que ahora pretendes huir de mí, ah?

The secret of the sea》KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora