Taehyung no volvió a la enfermería desde esa noche. Aun si quería estar con Valdus cuando le dijeron que a los dos días había despertado, no fue. Tuvo que contenerse porque el cocinero había sido muy amable con él y lo que menos se merecía era que fuera a ver qué tal estaba. Pero entonces recordaba que Jungkook seguía estando allí también y todos sus esfuerzos se iban muy lejos de él.
Ni siquiera preguntó por cómo iba cicatrizando su herida, pues ya había comprobado que podía moverse perfectamente.
Aun sentía el cosquilleo en su cuerpo, por la zona donde sus labios besaron su cuello y su lengua humedeció su piel. Taehyung podría perderse en su propia insana locura y cólera si se dejaba llevar por aquel recuerdo, cada vez que cerraba los ojos sentía la pesada respiración del azabache sobre él y eso producía más estragos en su organismo de los que era capaz de admitir.
A Jimin le pareció extraño aquel cambio de actitud en su amigo, de mostrarse preocupado hasta morir hasta ni siquiera pestañear cuando alguien pronunciaba el nombre del capitán. Y aunque estaba preocupado, le dejó el espacio que al parecer necesitaba. Incluso se asustaba cuando alguien le tocaba por la espalda, como si Taehyung temiera enfrentarse a algo, o alguien.
Por su parte, la sirena decidió cambiar. Se había traumatizado lo suficiente con el baño de sangre que había visto, y se sentía tan culpable de no poder hacer nada por ayudar a la tripulación del Raven Tail, que una mañana, mientras desayunaba a solas en la cocina, aparecieron sus amigos y le preguntó a Hoseok si le podría enseñar a manejar la espada.
—¿Quieres aprender a luchar?—inquirió el artillero con la cejas alzadas.
Todos los ojos cayeron sobre el peli azul, quien asintió.
—¿A qué viene eso ahora?—habló Namjoon.
—No quiero tener que depender de nadie—musitó, apretando sus puños bajo la mesa—. Ni tampoco ser un estorbo; quiero aprender a cuidar de mí mismo porque no podré estar eternamente bajo la sombra de los demás.
El teniente dejó escapar una sonrisa orgullosa, al igual que Hoseok.
—¿Entonces está bien si te entreno? Aviso que puede ser duro.
—No importa. Haré lo que haga falta—respondió con decisión.
—¿Qué hay del tiro con arco?—le ofreció Yoongi, mientras bebía una taza de café molido—. Es sencillo y puede servirte si no eres bueno luchando cuerpo a cuerpo. Podrías valerte de algún sitio alto para atacar en vez de ser atacado.
A Taehyung no le pareció mala idea, y a su lado Jimin sonrió al arquero con orgullo. No es como si Yoongi se ofreciera a ayudar voluntariamente a los demás, sino que era una persona más bien reservada.
—Me parecen bien las dos cosas. Os lo agradezco.
Después de eso, se marchó al nido del cuervo a estar un rato a solas, pero la inquietud seguía residiendo en su pecho. Muchas veces levantaba el cabeza asustado, como si hubiera sentido una alucinación, la sombra de un barco hostil en el horizonte. Pero resultaban ser solamente imaginaciones suyas. Aunque seguía habiendo un ambiente triste en la cubierta, y los daños no estaban del todo reparados, la vida y el trabajo debía seguir. No faltaba demasiado para llegar a Camboya y Taehyung no podía estar más expectante de lo que había allí, o más bien quién.
A la tarde, estaba demasiado inquieto y aburrido, así fue a buscar a Hoseok para ver si tenía un rato libre. En ese momento, el artillero estaba afilando justamente una espada, la había limpiado y arreglado los desperfectos para dársela a Taehyung, con su respectiva funda, por lo que podría llevarla enganchada a su cinturón siempre que quisiera. También le sorprendió con un arco de madera, se notaba que era más bien casero, pero estaba bien hecho y cumplía a la perfección con su función. Taehyung le agradeció en el alma que hubiera dedicado horas en sus nuevas armas, y se reservó el arco para cuando comenzara a aprender con Yoongi.
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The secret of the sea》KookV
Fanfic❝Una sirena, un barco pirata y una carrera contra reloj por la inmortalidad❞ Cuando un barco pesquero sufre el ataque del pirata innombrable, Jungkook es rescatado de las profundidades del mar por una fuerza extraña. Quince años más tarde, se ha con...