once

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Taehyung mantuvo la cabeza fija en sus manos, enredadas sobre sus muslos, mientras notaba cómo Jungkook se sentaba a su lado, después de que Namjoon le dijera que era el capitán, y que no era como si pudieran negarle algo. Eso hizo sonreír satisfactoriamente a Jungkook, ajeno al colapso mental en la cabeza de la sirena. Nadie pareció darse cuenta a lo callado que se había vuelto Taehyung de repente, estaban demasiado borrachos como para percatarse de ello.

A partir de ahí, nada fue lo mismo. Su presencia le crispaba los nervios por alguna razón, estaba inquieto y confuso, pero también estaba molesto. ¿Molesto por qué, exactamente? Jungkook no había hecho nada malo, había llegado con la intención de unirse al juego, pero aquello pareció ofuscar a Taehyung. El hecho de haberle arrebatado su vaso y beber de él como si nada, le dio rienda suelta a su imaginación.

Y no podía enfocarse en el juego correctamente; entre que estaba borracho, su cuerpo se sentía caliente y sus ojos miraban, pero no podían enfocar, terminó perdiendo varias rondas, ergo bebiendo. Estaba claro que su cuerpo no podía más, había bebido lo suficiente como para llegar a su propio límite, pero su cabeza insistía en que siguiera, porque se sentía bien de esa forma porque, aunque estaba inquieto, también estaba feliz.

Por obra del destino, a Jungkook le tocó el rey, y todos se burlaron diciendo que aquella copa le correspondería por derecho a Taehyung, ya que él se la había robado. Pero éste negó, llevándose las manos a las sienes. Por alguna razón, el murmullo de antes ahora era como una banda sonora que sonaba junto a sus oídos, demasiado ruidoso, demasiado para un oído tan fino como el suyo. Las paredes daban vueltas sobre él, y sentía que estaba cayendo al vacío en vez de permanecer sentado en su asiento.

—Necesito un poco de aire—murmuró en medio de una ronda, tan bajo que creyó que nadie le había escuchado.

Se levantó sin ni siquiera mirar atrás y se hizo paso entre los piratas, que le decían cosas sin sentido, cosas en las que Taehyung no podía enfocarse porque estaba demasiado agobiado.

Salió a trompicones del comedor, y cuando hubo pasado la última fila de hombres, caminó hacia la cubierta con paso enredado y sintiendo el mundo dar vueltas sobre él. No se había dado cuenta de que estaba muerto de calor hasta que una ráfaga de aire frío del exterior le golpeó de lleno. Jadeó, y se llevó las manos a la cabeza mientras caminaba sin mirar el rumbo.

¿Por qué no podía enfocar correctamente el suelo?

Abrió y cerró los ojos, tratando de ver mejor, mientras alzaba la cabeza para mirar al frente. El murmullo del resto de la tripulación parecía más lejano, pero aun así no encontró la paz que estaba buscando.

Y de pronto lo vio, vio el bauprés en el otro extremo del barco, y le pareció buena idea acercarse. El bauprés era un palo ancho que se extendía hacia el frente, salía del barco y a su alrededor no había nada más que aire y el mar bajo él. Taehyung estaba lo suficientemente ebrio como para no caer en que, en su estado, subirse allí no era la mejor idea del mundo.

Pero lo hizo, porque necesitaba silencio, paz, necesitaba calmarse, necesitaba que su corazón no latiera tan rápido en su pecho como si le hubiera dado un chute de adrenalina. Le dolía y eso le mosqueaba, porque no sabía por qué. Era un cúmulo de emociones extrañas, enrevesadas entre sí como una melodía sinfónica y desordenada, sin ritmo. Sus oídos estaban taponados, y no supo en qué momento ni por qué, que el mar comenzó a susurrarle al oído.

Era un barbullo sordo, inteligible, pero al mismo tiempo dulce y delicado. Se entremezclaban voces aquí y allá, unas parecían realmente enfadas, y otras eran más tranquilas. No sabía si era el único que podía sentirlo, pero supuso que sí. Nadie en todo el barco, salvo él, sentía esa conexión con las aguas del mar, cómo acariciaban su rostro como si fuera una embelesadora nana, hipotónica y seductora.

The secret of the sea》KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora