The secret of the sea》KookV

cuatro

Estar encerrado durante horas en aquella celda le crispaba los nervios a Taehyung, se sentía inquieto ante la posible presencia de un desconocido en las sombras. Se erguían a su alrededor, oscuras y profundas, temerosas, mientras la madera del suelo crujía debido al leve balanceo del barco.

Nos seguimos moviendo, pensó Taehyung.

Honestamente, no había podido pegar ojo en toda la noche. Algo en su interior le advertía que no debía cerrar los ojos y desconectar del mundo. Estaba rodeado de piratas, personas crueles, ladrones, saqueadores; Taehyung no estaba a salvo en ese sitio. Si bien podría haber sido tratado peor—si es que podía haber algo mejor que la mitad de la tripulación le mirasen como si quisieran despellejarle vivo, e incluso haber sido golpeado—, no era su intención quedarse por mucho más tiempo.

¿Prisionero? ¿Él? ¡Ellos no podían decirle lo que debía o no debía de hacer!

Ya había hablado con el capitán del barco, le había contado lo que quería saber, si bien la conversación se había desviado un poco, pero no fue su culpa que Jungkook cortara su charla, probablemente con ansias de perderle de vista. Aun así, empezaba a encontrar cierto refugio tras aquellas rejas de hierro oxidado, nadie le miraba ni le dirigía la palabra. El único que había ido de visita había sido Jimin, para darle algo de comer.

Taehyung ni siquiera tuvo que oler aquello para saber que no lo probaría. Jimin insistió, por supuesto, a saber, cuánto tiempo llevaba sin comer la sirena. Pero Taehyung se negó en rotundo a probar nada.

Y ahora estaba allí, sentado en el suelo, con la cabeza escondida entre sus piernas, muerto de sueño, resignándose a dormirse. El mar le mantenía despierto, de alguna manera. Estaba separado por un enorme y grueso casco de madera pulida, pero Taehyung sentía el oleaje fuera, aquel silbido le mantenía despierto y tiraba de su pecho como si quisiera decirle algo. Estaba confuso, nunca había pasado tanto tiempo fuera del agua. Aunque, para ser más exactos, nunca había salido de ella.

Por supuesto, él sabía que tenía la posibilidad de salir, de pasar esa metamorfosis hasta que su cola fuera sustituida por unas piernas. Había escuchado que todos los de su especie tenían esa capacidad durante ciertos momentos de su vida, sobre todo sus hermanas, cuando buscaban concebir. La cosa era, que era la primera vez que a Taehyung le ocurría; y le aterraba el hecho de no recuperar su cola.

Las piernas no estaban mal, pero él prefería nadar en mar abierto sin ninguna limitación. Supuso, en su insano agobio y agonía, que tal vez aquello le había pasado al haber salido del tanque y estar en contacto con un suelo firme, incluso si no había sido esa su voluntad. Pensó que, si sus sospechas eran ciertas y aquello había sido un terrible accidente, en cuanto volviera a estar en contacto con el agua, su cola volvería, ¿verdad?

Como por arte de magia.

Tenía que funcionar.

Taehyung estaba más que decidido en escapar, salir de allí en cuanto tuviera la oportunidad. Sentía un cosquilleo en sus piernas, un escalofrío que le ponía los pelos de punta, también se sentía mareado y angustiado, como si una presión hiciera fuerza en su pecho y estómago. Puede que fueran efectos secundarios de estar un día fuera de su hogar. No podía esperar a tener una mísera oportunidad de salir de aquel barco, lejos de aquellas personas. Así que esperó pacientemente a Jimin sentado en una esquina de la celda, sabía que él vendría a por él cuando fuera por la mañana. Entonces, aprovecharía ese momento para escaparse. Jimin ni siquiera le agarraba, ni le ataba los brazos, dejaba que caminara detrás suya como si fuera un perrito faldero, como si tuviera toda la certeza del mundo en que Taehyung jamás se aprovecharía de su bondad para utilizarle y escapar.

Se sentía terriblemente mal por ese pirata en concreto, y cuando fue consciente de sus pensamientos intrusivos, se abofeteó la cara.

No puedes ablandarte. Al final, él será como todos los demás.