dieciocho

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Taehyung contuvo la respiración antes de levantarse de la cama, con sumo cuidado. La voz de Jungkook le llamaba de forma pausada y tranquila, como si no quisiera despertar a los animales de la selva que dormían tras aquellas paredes. Aún era de madrugada y Tae aún no se había recuperado del hecho de que se había dejado poseer por su otro yo, ni siquiera era consciente en qué momento había sido capaz de despertar y salvar a Jungkook a tiempo.

Para el humano, todo seguía siendo igual de confuso, pero necesitaba estar cerca de la sirena, dejaría que fuera Tae quien marcase el ritmo, que creara una línea divisoria porque él era el que corría el riesgo de volver a caer y dejarse llevar por su instinto.

Por eso, Tae se acercó con sumo cuidado, deteniéndose a una distancia prudencial, pero lo suficientemente cerca como para que sus brazos se tocasen si se estiraban. Jungkook permanecía con la espalda apoyada en la pared y sus brazos cruzados a la altura de su pecho. Se había cambiado de ropa, pues había salido empapado del río y no quería resfriarse.

Taehyung agachó levemente la cabeza y se mordió el labio, cuando el azabache le miró de forma profunda.

—Así que, ¿eso era todo?—preguntó el pirata, en voz baja.

La sirena se encogió al escuchar su voz dura.

—Lo siento.

Quiso evitar mirarle, sabía que a partir de ese momento Tae sucumbiría a sus ojos, le asfixiaría y produciría una tensión horrible en su estómago. Aun no sabía lo que Jungkook pensaba de todo aquello; podía odiarle y amarle por ambas partes, y la sirena no lo sabría hasta que él no se lo dijera.

Jungkook dejó escapar un suspiro.

—¿Vas a...volver a atacarme?

El peli azul tensó su mandíbula.

Lo sabía.

Jungkook le tenía miedo.

Le había mostrado su peor parte y ahora temía de él.

La voz de Taehyung salió partida en dos.

—No lo sé—siseó, atreviéndose a alzar el mentón. Se quedó sin aire al verle, tan sumamente relajado, pero en una postura defensoría, como una barrera que había levantado. El corazón de Tae se encogió en un puño—. Ahora mismo estoy bien, no siento...nada, que me haga volver loco. Pero eso no quiere decir que no lo haga en otro momento—aquello último lo pronunció en voz baja.

—¿Podrás controlarte, si llega ese momento?—volvió a inquirir, y Taehyung no supo describir la dureza en sus ojos.

Por favor, no te alejas de mí.

Taehyung tragó saliva, pesadamente.

—Soy impredecible hasta para mí mismo—respondió, conteniendo un suspiro—. Se necesita mucha fuerza de voluntad para vencer esa voz de mi cabeza. E-entiendo que me temas, Jungkook, y que no vuelvas a querer acercarte a mí.

El pirata frunció la quijada.

—Has dicho que me necesitas, que morirás si no me tienes—musitó, con una voz tan dulce como el azúcar.

—Y así es—respondió, volviendo a agachar la cabeza porque sentía demasiada vergüenza de admitírselo delante de sus narices. No era de piedra, Taehyung era débil cuando se trataba del capitán—. Pero no quiero que hagas nada...que no quieras.

—¿Y qué pasa si yo también te necesito, Taehyung?—espetó, y la sirena se mordió el labio inferior. No podía mirarle directamente, se sentía demasiado avergonzado de sí mismo, de lo que había hecho y de haberle mentido en tantas cosas. El pecho de Tae se infló cuando vio cómo los dedos del capitán aparecían en su campo de visión y le agarraron del mentón. Jungkook acotó la distancia, acercándose tanto que Taehyung tuvo que contener la respiración. Entonces, se dio cuenta de que aún había desconfianza en los ojos del azabache—. ¿Qué más me estás ocultando, ah? Porque ni siquiera te has inmutado y eso me hace pensar que sigues mintiéndome en algo—Taehyung tensó su mandíbula y giró la cabeza hacia un lado, pero el pirata volvió a reconducirle un poco más brusco de lo que había deseado—. Taehyung, si realmente quieres arreglar esto, que te perdone por lo que has hecho, no puedes seguir ocultándome cosas. Ya no.

The secret of the sea》KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora