Me negué a tu dulzura. Me negué a tus ojos bonitos mirándome fijamente a lo lejos, de frente o en cualquier momento. Me negué a tu boca fina y cautivadora robando provocativamente mi paleta roja. Me negué a tus gestos de caballerosidad porque pensé que eran absurdos. Me negué a verte más de dos veces por semana porque no me quería encariñar contigo y depender de ti. Me negué a que me llevaras a casa en algunas ocasiones. Me negué a tocarte a pesar de que mis manos escocían, pidiendo a gritos rosar mis dedos con tu piel. Me negué a que te durmieras en mis piernas mientras estábamos acostados en la playa. Me negué a hablar de mis pensamientos más profunda y de compartirte mis canciones favoritas. Me negué a llorar cuando te vi con tu nueva novia y fingí que no me importaba.
Me negué a todo eso y al final salí perdiendo, porque mis negativas no sirvieron de nada y me enamoré, o algo parecido. Quizás no fue un enamoramiento de película, pero sí fue lo más parecido a ello.
Y cambio del dolor y de llamarme estúpida y odiarme me consuelo pensando que lo que sentiste por mí fue muy fuerte y que aún no has podido olvidar a aquella niña absurda que te parecía bonita. Aún intento auto-convencerme que tu nueva novia es increíblemente similar a mí. ¿Has visto sus ojos? Son cafés como los míos; ¿y su cabello? ¿Lo viste? Está tan enmarañado como el mío y luce tan descuidado; ¿has visto su figura? Es muy delgada y su piel es muy blanca.
ESTÁS LEYENDO
Son frases, son textos...
Poetry...son pedazos de corazón que se van desprendiendo. Recoplicación de textos cortos, la mayoría inspirados en sucesos que ocurren en mi día a día.