Y me azotó la realidad, me sacudió y me envió directo al vacío más profundo y obscuro de mi interior. Las lágrimas fueron llenando, poco a poco, segundo a segundo, mis ojos, hasta que finamente una de ellas no soportó y descendió agonizante por mi mejilla. Cómo soportar esta vez el filo de la navaja clavándose en mi alma. Cómo soportar haberlo perdido todo. La única persona que me sostenía, la única persona que me hacía sentir algo profundo y maravilloso se había convertido en lo que son todos, y por lo tanto, en todo lo que no tiene que ver conmigo.
Lo quería para mí, aunque no pudiera tenerlo más que eso. Lo quería como a un cofre del tesoro repleto de monedas de oro, porque él era eso para mí. No, miento. No lo quería de esa forma… Lo quería como quiero a las puestas de sol en la playa cercana a mi casa, a los nubarrones que pasean libremente en el cielo, a los arboles floreados y a las palomas que alzan el vuelo en el vecindario cada vez que un estruendo las asusta; lo quería como quiero los paisajes, como quiero a la naturaleza y a los animales.
Lo quería de la manera más pura y sencilla, pero también egoísta, porque lo quería sólo para mí a pesar de saber que jamás podría ser 'mío' realmente. Lo quería porque sus ojos llenos de dolor y desesperanza se transformaban al verme, porque mi dolor se alejaba sabiendo que no había espacio en mí para lamentaciones cuando estaba a lado de él. Y sin embargo, ese dolor era lo que más nos unió siempre.
Ahora, con lágrimas en los ojos me doy cuenta que ni siquiera lo puedo retener junto a mí.No tengo derecho, y él tiene todo el derecho del mundo de ser inmensamente feliz.
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Son frases, son textos...
Poesía...son pedazos de corazón que se van desprendiendo. Recoplicación de textos cortos, la mayoría inspirados en sucesos que ocurren en mi día a día.
