(Narra Claire)
En el avión nos sentamos en sitios de dos y de uno, en el despegue me senté con Ryu y en el aterrizaje igual, durante el vuelo estaba sentada con Harry, que me cogía de la mano cada vez que podía. Hubiera sido un vuelo maravilloso de no ser por mi hermano, eso de estarse quieto no le gustaba mucho, creo yo. Cuando Harry consiguió sentarle yo le mandé un mensaje a Stella, que hacía mucho que no hablaba con ella.
"Hola enana, hace mucho que no hablamos, más exactamente desde que me operaron la rodilla y pasaste a verme. Han pasado varias cosas estos días, pero quiero contártelos cara a cara. En unos días vuelvo a Londres ¿puedo ir a verte? Un fuerte abrazo."
Ella no tardó apenas en contestarme
"¿a dónde has ido que ni me avisas? ¿Y por qué en unos días? Eres una mala persona, ¿lo sabes, no? Te odio"
Decidí llamarla cuando llegásemos a tierra. Sentía la mirada alegre de Harry en mí. Le miré de vuelta a los ojos, se podía notar alegría y nervios brillando en ellos, sobre todo alegría.
- Van a estar toda mi familia. Mi madre, mi hermana... a ellas supongo que serán las que más ilusión te hace conocerlas
- La verdad, me da igual. Solo quiero conocerte más a fondo
-Entonces si te rapto no hay problema ¿no?
-No del todo.
Se acercó a besarme, pero entonces empezó la tan conocidad sensación en el oído. El piloto aún no había dicho nada sobre aterrizar, pero yo avisé a Harry que me miró extrañado. Ryu se dio la vuelta mirándole y afirmando mi comentario. Me fui a sentar al lado de Ryu y entonces el capitán avisó del aterrizaje.
-¿Cómo lo has sabido?
-¿recuerdas lo que te conté de mis oídos?- le pregunté. Él asintió. - aún me quedan cicatrices, y gracias a esas cicatrices puedo saber cuando aterrizamos o cuando va a llover... casi todo lo que tenga que ver con cambios de presiones- le expliqué- debería llamar a Stella y decirla que hemos aterrizado
-iré cogiendo las maletas
Llame a Stella que contestó al segundo timbrazo
- ¿por qué hasta dentro de unos días no te podré ver?
- hola ¿qué tal? Yo muy bien, el vurlo ha sido perfecto
-hola. Responde.
- acabamos de aterrizar Ryu, Harry y yo. Él... me invitó a pasar la noche vieja en su casa.
-¿estás en casa de Harry Styles?
-no, bueno, no todavía ¿Niall no te propuso nada?
- sí, pero tuve que rechazarlo, mis padres no me dejaron ¿los tuyos sí?
-no. No tienen ni idea que estamos aquí, pero no creo que les importe demasiado. En fin, te llamo cuando lleguemos a londres. Un beso enana
-un beso gatito- aunque no pudiese verlo, rodé lod ojos por como me había llamado.
La primera persona que vi cuando Ryu me empujó a la casa de Harry, fue a su hermana, Gemma. Era más bajita que su hermano, llevaba el pelo rubio y recogido como solía llevarlo el ruloso en muchos de sus conciertos con una cinta. La siguiente a la que conocí fue a su madre, Anne. le ponía bastante feliz que su hijo llevase alguien a casa para navidades, porque no era usual en él que llevase a las chicas con las que salía a casa, y menos a celebrar alguna fiesta. Yo me sentí alagada por su comentario, pero pronto recordé que ívamos con Ryu y le presenté. Según el reloj de mi movil era ya la una. Harry pensó en comer algo rápido y descansar hasta las tres para empezar con la cena y acabar sobre las cinco para empezar a prepararnos para la fiesta de esa noche. Yo no sabía que ponerme, sobretodo con la pierna como la tenía, asi no podría ponerme nada medio decente. Intenté olvidarme de ese detalle. Comimos un sándwich pequeño cada uno y Harry condujo a Ryu a una habitación pequeña de una sola cama, y a mí a su habitación en la que había un colchón tirado en el suelo al lado de su cama, tal cual estaba en londres.
-los has hecho tú ¿verdad?
-me declaro culpable
Colocamos las cosas en sus sitios correspondientes y nos tumbamos en la cama, los dos en la misma. Al principio me extraño pero no dije nada, luego, al sentir el brazo de Harry rodeando mi cintura y atrayéndome hacia sí, se me pasaron las extrañezas. Le notaba feliz y eso era lo que importaba.
Me desperté pasadas las cuatro, y Harry no estaba en la cama, grité su nombre parra que viniera a ayudarme, pero en su lugar apareció Gemma
-¿necesitas algo, Claire?
-no. Bueno, sí. Necesito que Harry venga para llevarme a la silla
-¿te la acerco para que te puedas sentar?- dijo entrando en la habitación y dirigiéndose a la silla de ruedas
-sí, gracias Gemma
-no hay de qué, claire
Una vez conseguí subirme en el aparato ese, Gemma me empujó al salón para qu pudiese ver algo de televisión, a pesar de mis insistencias en ayudar con la cena.
Encendí la televisión y empecé a ver Castle, pero entonces llegó mi principe azul a rescatarme. Me llevó a la cocina y empecé a ayudar en las pocas cosas que podía. A las cinco en punto, habíamos terminado de hacer la cena asi que Anne nos permitió irnos a nuestros cuartos a preparnos para la noche. Parecía tan lejano, aún quedaban dos horas para que empezasen a llegar invitados; luego recordé que éramos tres chicas y dos chicos y solo había dos baños... Harry se ofreció a llevarme al baño y dejarme en la bañera para que me pudiese duchar. Yo acepté, con la condición claro, de que primero me dejaría dos minutos para ponerme una toalla por encima para entrar en la ducha. Él fingió ofenderse, pero ninguno le dimos importancia.
El agua caliente caía sobre mi cabeza, aclarando ya, los restos del champú y el gel que quedaban. Harry me llevó al cuarto de su hermana para que me ayudase a encontrar algo para esta noche. Ella me prestó un vestido rojo de tirantes gruesos y una manoletina dorada (sí, solo una. La otra no podría ponermela y haría un estropicio con zapatillas de andar por casa) Cuando vestuario acabó, maquillaje y peluquería empezaron a hacer su magia, haciéndome profundas ondas en mi cabello, normalmente liso, y creando leves destellos sobre mis párpados. Dios, estaba preciosa.
-Gracias, Gemma. Estoy preciosa, me encanta
-No problema. si alguna vez necesitas algo más de esto, avisame
-lo haré- dije sinceramente
Ya eran las siete y Harry aún no había acabado de arreglarse. Apareció en el salón a eso de las ocho. Debí suponerlo. Harry me presentó a toda su familia. Nos sentamos a cenar y empezaron las historias familiares que tanto me gustaban, pero que,tanto como me encantaban, se habían evitado en mi casa.
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Esos ojos verdes
RomanceComo la confianza puede arreglar un corazon herido y la mentira romperlo