Alguien tocó en la puerta, supuse que sería Alice volviendo a por la bufanda que se había olvidado esa tarde.
Imaginaros mi sorpresa al ver a Edgar en mi portón.
No podía moverme, no sé si fue la sorpresa, el miedo o el enfado, tal vez fuera una mezcla de los tres.
- ¿Puedo pasar? - preguntó finalmente.
Cómo no respondí dio unos pasos hacia mi hasta coger la puerta. Entonces mis piernas por fin respondieron y fui deprisa al aparador del salón dónde tenía un arma guardada.
Edgar intentó detenerme pero yo fui más rápida.
- Ni un paso más - dije sosteniendo mi pistola.
- ¿Es esto realmente necesario _________________? Ya nos conocemos.
- Por eso mismo. Quítate la camiseta.
- No llevo nada.
- Tampoco me sorprendería que lo hicieras.
Lentamente se la quitó.
- Levanta las manos y da una vuelta lentamente.
Suspiró.
- Hazlo.
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- ¿Contenta?
- ¿Qué haces aquí?
- He venido a ayudarte.
- No quiero tu ayuda, no la necesito.
- Si que lo haces, pero no quieres admitirlo igual que huyes de muchas otras cosas.
- No me conoces.
- Al contrario. Estuviste poco tiempo en la granja, pero consigo entenderte a la perfección porque soy igual que tú. Por eso también sé que me necesitas, tienes esos sueños que te atormentan y yo tengo a una joven que atormenta mis planes, creo que la conoces.
- ¿Betty?
- Si. Te ayudaré si tú me ayudas.
- No, no voy a volver.
- Lo harás, sé que lo harás. Nos vemos pronto ____________.
