Joe
Abrí, con alguna dificultad, esa ventana de mi cuarto que daba al mejor sitio de toda la casa. Salí por ella, y subí hasta la parte más alta del tejado, con cuidado siempre de no resbalar. Me senté allí, mirando al horizonte. Qué vista tan tremenda.
Corría un aire fresco y suave, dándole al lugar la temperatura perfecta. Coloqué mis auriculares en mis orejas y dejé la música fluir. Eso era, sí, eso estaba buscando. Esa paz tan aboluta que se crea en este tipo de escenarios, dónde sientes que nada puede estropearlos.
Un suspiro traicionero salió de mi boca, sacándome de mi trance, mostrándome la realidad a la cara. Esa paz era casi inexistente en mi vida, debía de aprovecharla. Mi madre había salido a dar una vuelta con la señora Samford un rato, así que me encontraba completamente solo.
Contemplé la vista de nuevo, para luego fijarme en lo que mis manos sostenían. Un libro muy especial. Lo abrí por la página 206 con suma delicadeza, y sumergí mis pensamientos entre las cientos de palabras que contenían sus hojas.
«Le hablaba como nadie nunca le había hablado antes. Le habló suave y dulcemente, con una ternura que, vete a saber cómo, le llegaba al corazón. A pesar de él mismo y de todas las advertencias contrarias de su instinto, Colmillo Blanco comenzó a sentir confianza con ese dios. Experimentaba una sensación de seguridad que se contradecía con toda su experiencia previa con el hombre».
Con unas simples frases ya me había sentido más que identificado con el animal. No era la primera vez que me leía ese libro, ni siquiera la décima. Colmillo Blanco, de Jack London. Mi favorito, sin duda.
¿Has experimentado nunca la sensación de sentirte identificado con el personaje de alguna historia? Yo sí, quizás con demasiada intensidad.
Hay mucha gente que cree que leer un libro que ya has leído antes carece de sentido, pues ya sabes lo que pasa y pierde su gracia. Sin embargo, yo jamás lo vi así. Ese libro, a pesar de conocerme ya su trama, era capaz de transmitirme las mismas sensaciones cada vez que mis ojos repasaban sus palabras. Era una extraña pero reconfortante sensación.
¿Qué era lo que me atraía de él? El protagonista sin duda. Un lobo solitario y, por desgracia, demasiado sumiso, que ha sido siempre controlado a base de golpes. Él es desconfiado, pero jamás pierde la esperanza. Le han hecho daño, pero todo mejorará; cuando las heridas cicatricen, encontrará a alguien que realmente le aprecie y cuide como se merece.
Supongo que así podría definirme. Atrapado, con la esperanza de conseguir la libertad algún día, demasiado desconfiado y sumiso con mis superiores. No estaba del todo seguro en realidad. Si algo sabía, y que el libro me había enseñado, era que la esperanza siempre supera al miedo, pero no sé hasta que punto eso era cierto.
Quizás los libros solo eran pequeñas mentiras, que nos hacían creer sus ideales, pero que luego la cruda realidad nos golpeara en la cara. No, no creo, sino no me hubiera identificado hasta tal punto, imposible.
Mis ojos continuaron observando las letras grabadas en el papel con calma. Por alguna vez en la semana que me sentía tan tranquilo, sentía que nada podía romper el momento, nada. Tomé aire y cerré los ojos. La brisa hizo acto de presencia, haciéndome cosquillas en la cara con mi propio cabello.
Si estaba tan tranquilo, ¿por qué sentía una tan gran sensación de vacío? Me sentía bien, pero a la vez algo me preocupaba. ¿Acaso estar solo me afectaba tanto? No, no debía de ser eso. ¿O si?

ESTÁS LEYENDO
Sonrisas Falsas [Inazuma Eleven]
De TodoPara Joe, la vida siempre ha sido algo más complicada que para la mayoría de los demás adolescentes de su edad. En su casa la familia está rota y sufre a diario por ello, pero ese es su gran secreto. Nadie puede saberlo, sobrerodo David, quién sería...