Joe
Las farolas de la calle se encendieron, devolviendo la luz al lugar. El sol ya ni siquiera estaba presente en el cielo, ya se había escondido tras el horizonte, sumiendo la ciudad en la oscuridad de la noche. El firmamento se había ido nublando, hasta terminarlo por completo.
David caminaba a mi lado, tranquilo. Ya se había calmado, después de lo de ese día estuvo toda la tarde bastante cabreado, pero parecía que ya se le había pasado, o por lo menos la mayoría del enfado.Yo no podía dejar de pensar en la cara que pondría mi madre al ver mis manos vendadas. Seguramente se asustaría, pobrecita. Y mi padre... Quizás le daría igual, no importaba demasiado de todas formas.
-¿Estás seguro que deberías acompañarme? - rompí el silencio.
-¿Y por qué no? - me miró con sus ojos curiosos. Bajó la mirada - Me siento mal por lo de esta tarde.
-Lo digo porque luego no te dé miedo volver solo - le di un golpecito en el brazo - Además, no ha sido culpa tuya.
-Lo sé, pero siento que podría haberlo evitado - suspiró.
-No te preocupes - sonreí para tranquilizarle.
-Vale - sonrió con ternura - Y, ahora que lo pienso, sí que me asustan un poco estas calles por la noche, pero no creo que pasa nada.
Asentí. Llegamos hasta una calle larga, con varias casas, algunas bastante grandes. La mía se encontraba en el otro extremo.
De golpe, sin previo aviso, un escalofrío me recorrió el cuerpo. Un muy mal presentimiento comenzó a apoderarse de mis pensamientos. «Mierda» pensé.
-Entonces no te hago andar más - le dije a David con algo de nerviosismo - Ve, ya nos veremos mañana.
-Pero Joe estamos cerc-
-De verdad, esque ya podía haber vuelto yo solo. Regresa, no te preocupes.
Me miró con una expresión algo extraña. No parecía del todo convencido con mi tan mal planteado argumento, pero bajo presión no era capaz de pensar como debía. Levantó los hombros y sonrió con su naturalidad de siempre. Qué alivio.
-Vale, entonces ya nos veremos mañana - me dio un abrazo.
Le correspondí el gesto y levanté la mano para despedirme, al igual que él. Le vi marcharse calle abajo, y entonces yo me dirigí hacia mi casa. Tenía los nervios a flor de piel, el pelo se me erizaba y me daban escalofríos. Eso solo podía significar una cosa.
Escuché algún ruido al estar ya bastante cerca de mi casa, y no pude evitar correr hacia ella. Me acerqué a la puerta, metí la llave y abrí. Mis ojos observaron todo.
-¡Madre! - corrí hacia ella.
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Sonrisas Falsas [Inazuma Eleven]
DiversosPara Joe, la vida siempre ha sido algo más complicada que para la mayoría de los demás adolescentes de su edad. En su casa la familia está rota y sufre a diario por ello, pero ese es su gran secreto. Nadie puede saberlo, sobrerodo David, quién sería...