Ser Una Heroína.

Nombres de héroe.

Shoto quería cambiar, lo había tenido claro desde que peleó con Midoriya. Así que, justo al día siguiente del torneo y vestido con una camiseta blanca de cuello de V, una chaqueta negra y vaqueros con un cinturón claro, se despidió de sus hermanos y fue al hospital mental donde se hospedaba su madre. Llegó a dicho hospital, le dieron el número de habitación y se paró frente a la puerta. Tenía que hablar de muchas cosas.

Cuando la abriese, vería a la mujer que acabó en un estado mental deplorable por su culpa, porque él existía.

Y adentro, encontró a dicha mujer vestida con simple ropa blanca de hospital. Su madre seguía siendo una mujer delgada y baja, de un hermoso pelo largo y liso, color nieve. Al principio, pudo verla sorprenderse, sus ojos marrones abrirse como platos y por un momento, parecía pensar que estaba teniendo una alucinación.

-¿Shoto? - preguntó con voz temblorosa.

-Sí, mamá, soy yo. - dijo Shoto entrando y cerrando la puerta de la habitación blanca.

Su madre, aún con dudas, se acercó lentamente y agarró vacilante y con mucha suavidad ambas mejillas de Shoto. Cuando notó que era real y no una alucinación, Shoto pudo ver como empezaba a llorar. También pudo notar como lo abrazaba, como si tuviese miedo de que su hijo desapareciese si no lo abrazase lo suficientemente fuerte.

Shoto era una cabeza más alto que su madre, y si bien era delgado por la fisionimía que heredó de dicha mujer, tenía músculos y un cuerpo muy fuerte. Pero en los delgados brazos de su madre, no se sintió más que un niño pequeño que después de perderse por horas, encontró finalmente a su madre. Pasó un tiempo hasta que las lágrimas se fueron y entonces fue cuando su madre llenó la cara de Shoto de besos. Incluso... Su lado izquierdo.

Shoto estuvo ahí todo el día e intentó contarle a su madre los 8 años que se había perdido de su vida. Ella se vio tan aliviada cuando supo que Endeavor le permitía entrenar solo mayormente. Cuando Shoto llegó al festival deportivo, fue cuando se disculpó. Se disculpó por existir, por obligar a su madre a estar al lado de Endeavor, por tener un lado izquierdo tan feo, por...

-¿¡De dónde sacaste eso, Shoto!? - exclamó su madre horrorizada. - ¿Disculparte por esas cosas...? No has hecho nada malo, no tienes nada malo en absoluto. Lo que yo dije aquel día... ¡Yo soy la que se debe disculpar! No estaba en mis cabales, no pensaba con claridad.

Su madre, una vez más, agarró con suavidad y con cariño la cara de Shoto. Mientras él se agarraba un labio para no romper en llanto, ella dijo sonriendo con tristeza:

-Eres mi niño, mi hermoso y preciado niño que no tiene culpa o fealdad ni en un solo centímetro de su cuerpo. ¿Me perdonarás tú a mí por marcarte, por interiorizar esos pensamientos falsos e ilógicos en tu cabeza?

Shoto asintió.

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Izuko se sentía tan culpable que la única forma que tenía de no desear activamente la muerte fue centrarse en intentar cortar la carne de su cena con una sola mano. Era deprimente, pero no tanto como lo que le contaba su madre:

-¡Desde la batalla de caballería me desmayé cuatro veces! ¡Y la última fue por deshidratación severa inducida por mis lágrimas!

-Lo siento mucho mamá... - se disculpó Izuko.

-Pequeña, ya hablamos de esto. - regañó su padre desde la llamada en altavoz. - No sirve de nada una disculpa si no tratas de cambiar. Y me parece, ángel, que no has intentando cambiar en absoluto.

-¡Y por cierto! - dijo su madre. - Me sigue pareciendo muy extraño el quirk repentino que tienes, además de su potencia y lo peligroso que es para ti. Incluso con el historial de quirks inestables en la familia de tu padre, esto es muy extraño.