Capítulo 10, Temporada 1

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—Acabaste de comer—espeto— ¡Ven aquí, arrodíllate frente a mí!—su voz con excesiva autoridad intimidaba a Dafne, que no dudo en hacerle caso—Mas cerca— avanzo con las rodillas—Mas—sus rodillas estaban entre sus zapatos, alargo las manos hacia ella siendo recibidas por las suyas con tal naturalidad— ¡Bésalas!—lo hizo de una manera tan simpática— ¡Mírame!—había tanta ternura en su mirar que todas sus dudas se disolvieron. La halo de sus antebrazos y arrojo su torso contra su regazo. Ella emitió un grito ahogado al sentirse atrapada bajo su brazo, le subió el vestido por detrás exponiendo su trasero y dijo:

—Detén tu vestido, que no vuelva a caer—le dio un borde el cual ella tomo en sus manos— ¡Abre las piernas, solo un poco!—al hacerlo dejo al descubierto su tierna vagina. Poso la palma sobre los suaves bellos de la entrepierna sintiéndolos ligeramente húmedos y sonrió para si­—Me agrada que parezcas estar entendiendo la idea—pensó que sus esfuerzos no habían sido del todo en vano, ya la tenía aguardando anticipadamente húmeda su llegada, acaricio las nalgas haciendo círculos— ¡Que esplendida vista!—ella entendió el cumplido y se ruborizo hasta las orejas.

Él deslizo los dedos entre sus labios mojados y la penetro con ellos muy lentamente, oyendo que suspiraba mientras la hacía:

— ¿Esto te gusta?—le pregunto sin mover los dedos, solo dejándola saborear como se sienten dentro de ella.

—Sí, si me gusta, Amo—le respondió con voz jadeante.

— ¿Y si hago esto...—sacudió los dedos enérgicamente—... te gusta?

—Si, me gusta, Amo—le respondió retorciéndose.

Estuvo un rato así, haciéndolos vibrar en su interior hasta hacerla gemir de verdad.

— ¿Quieres que te de el privilegio de darte un orgasmo?

—Sí, mi Amo—le respondió ansiosa.

—Pídemelo como corresponde—la tomo de la barbilla para alzar su rostro y así ver su expresión.

—Por favor, mi Amo, dame el privilegio. Te lo pido—su expresión lasciva mezclada con esas palabras fueron un afrodisiaco implacable. Su erección se endureció mientras la escuchaba gritar y gemir al darle placer. Se oía tan bien, música para sus oídos. Al terminar ella respiraba apresuradamente, satisfecha, intentaba recuperar el aliento.

Él otra parte apenas llegaba a su inicio.

Le acaricio el pelo haciéndola volver a su posición frente a él, estaba tan sonrosada. Los labios tan tiernos. Para su sorpresa al ver el bulto de su erección en sus pantalones no se espantó, lo miraba a los ojos sin ningún tapujo, como esperando lo que seguiría.

Quiso sacar al animal de su encierro y dejarlo jugar un poco en su boca. La imagen mental hizo a su miembro palpitar. Pero quería tenerla más expuesta aun, antes de prestarle a su amigo.

—Bien, haz sido obediente—la alabo acariciando sus mejillas— ¡Ahora ve al baño y desnúdate!

Ver que se apresuraba a hacer lo que le mandaba lo excitaba, la siguió hasta el baño observándola como se desnudaba. Le ordeno quedarse quieta donde estaba mientras él abría los dos grifos a toda potencia y vertía un poco de gel aromático.

— ¡Ponte esa cinta en el pelo!—así lo hizo— ¡Metete!—le ordeno ofreciéndole su mano para ayudarla— ¡Quédate así de pie!—con una esponja suave tallo su cuerpo, dándole un énfasis especial a busto y culo. Le indico que se pusiera de rodillas en la tina y se lavara la vagina, para su vista y deleite.

Al percatarse que no paraba de mirar el bulto en su entrepierna, decidió que no esperaría más:

—Veo que te llama la atención—al verse atrapada enrojeció—Como te dedicas a vigilarlo, te encomendare una tarea—sacándolo de la bragueta del pantalón dijo— ¡Lávalo!, con delicadeza o si no ya sabes lo que te espera—la amenaza. La intimido pero no su pene. Era un falo de tamaño regular, nada muy impresionante. Dafne noto que era del mismo color que sus manos, de una luminosa piel amarillenta. Le pareció bonito, estético.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora