Capítulo 30, Temporada 3

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— ¡Oh, mi pequeña dulce hermosa y sensual criatura!—susurro en tono condescendiente mientras volvía a inclinar su torso sobre el mío y me rodeaba los hombros tiernamente con sus brazos— ¿Ya olvidaste acaso que mi pene se está rehabilitando aun del ataque de rabia que desfogaste en él? ¡Si fue apenas ayer!—joder, es cierto—Por más que le apetezcan tus regalos para él no podría con la fricción de tan apretaditos capullos—me incorporo lentamente, sosteniéndome entre sus brazos.

Volví a sujetarme de su antebrazo sobre mi pecho y gimotee de las ganas frustradas que yo solita me había procurado, bien debía de saber que la primera en sufrir la incapacidad de su falo seria yo.

Con la mano izquierda volvía a vestirme, retirando del forro de mi braga la balita. Ya con el pantalón bien puesto me dio la vuelta, pensé que me reprocharía nuevamente mi impulsividad de ayer pero el rostro sonriente que me recibe solo emitía comprensión y ternura:

— ¡Mírate!—colocando las manos en ambos lados de mi mandíbula me rozaba suavemente las mejillas con los pulgares—Tus mejillas parecen dos manzanitas rojas—poso un beso de media luna en la comisura izquierda de mis labios—Estas tan...— ¿radiante?—rozagante—es una expresión que nunca pensé escuchar de él.


—Si pudieras saber lo irresistible que te ves cuando sonríes espontáneamente ya nunca volverías a estar serio o enfadado—su sonrisa al oírse halagada surgió, mas esplendida que nunca.



En el ala oeste, en nuestro baño, dentro de la bañera industrial; Kenji volvió a meter aquella pequeña tina de madera, la lleno de relajante agua tibia, con un cuenquito flotando sobre el agua como un barquito navegando en un lago cristalino. Nos desnudó a ambos para sentarme sobre el bajo taburetito y arrodillarse frente a mí, limpiando mi piel tan solo con el agua del cuenquito que caía sobre mis hombros y se escurría por mi pecho y espalda, por mis brazos y piernas, le producía un placentero cosquilleo a la piel del interior de mis muslos.

Todo mi cuerpo, hasta mi rostro con su mano mojada, fue conscientemente humedecido. A excepción del pequeño triangulo de corto vello castaño entre mis piernas que resplandecía con el brillo de humedad propia.

No me preocupe por este detalle hasta que Kenji se incorporó en busca de una toalla y vi que había agotado hasta la última gota de la tina y ya no quedaba ni un poco para refrescar mis labios tan ardientes como lubricados.

— ¿Me pasas un poco de papel de baño, por favor?—me puse de pie.

— ¿Para qué?—me cuestiono, desdoblando la toalla al venir hacia mí.

—Para quitarme toda esta lubricación que olvidaste enjuagar—sonrió mientras me envolvía en un cálido abrazo de la enorme toalla y sus brazos frotándome a través de ella.

—No me olvide de nada, precisamente quise bañarte para que no te estropearas lo jugosa que tienes la entrepierna—me estrujaba delicadamente, absorbiendo el roció sobre mi piel.

— ¿Quieres que me pase toda la noche con la hendidura como un caracol?—empecé a sospechar.

—A tu cuerpo le ha tomado todo el día producir toda esa babita, limpiártela y tirarla a la basura sería muy derrochador de tu parte—de acuerdo, ¿Qué trama ahora?

No nos sobraba el tiempo para ponerme a hacer conjeturas, Jess nos estaría esperando para cenar. Por lo que comencé a alistarme, me sorprendió que Kenji me echara una mano escogiéndome el atuendo. Vino a mí con un vestido azul claro de tirantes y escote en V con falda plisada y un par de tacones negros cerrados.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora