Capítulo 14, Temporada 2

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Mi cuerpo temblaba de anticipación al recibir el mensaje del Amo de parte de Sergio:

—Deberá ir al encuentro del Amo en su despacho completamente desnuda, damita, despójese de toda prenda aquí antes de salir al pasillo. Desea que recorra el pasillo a gatas, le recomiendo que lo haga, se dará cuenta si no es así. Y no tema, todo el personal se encuentra en la planta baja, nadie la vera.

—Sergio—puse ojitos de cachorro.

—¿Si, damita?—entrelazo las manos a su espalda y alzo la barbilla.

—¿No existe alguna forma de persuadir al Amo para que cambie el castigo por una compensación?—estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta con tal de redimirme.

—De hecho, damita, no puedo decirle por que pero me da la impresión de que eso es justo lo que el Amo busca.

—¿En serio?—con la sonrisa que me abarcaba un tercio de la cara, di saltitos de alegría.

—El incidente del refrigerador no figura entre las reglas, damita, no es mas que una torpeza. El verdadero error fue resistirse a los deseos del amo.

—En circunstancias normales no lo habría hecho, es solo...—frunciendo los labios con la vista baja, alzo una mano mostrando la palma.

—No tiene que explicarse, damita, todos estuvimos conmocionados esa noche—saber que se preocupaba por me devolvía la calma—¡Obedézcalo en todo!—sonrió infundiéndome confianza—Va a estar bien.

Cerro la puerta tras de si, dejándome tranquilizadoramente enfocada. Ahora sabia exactamente que hacer y lo haría, todo resultaría bien al final.

Me metí en la tina y empecé a prepararme con esmero para ir con el Amo Kenji. Me depile cuidadosamente utilizando antes un exfoliante corporal, me lave el pelo y lo seque para luego hacerme ondas con las tenazas que Miriam me había prestado, me aplique maquillaje en los párpados y las pestañas consiguiendo el efecto de una mirada realzada y dramática, para los labios y las uñas use el mismo tono de rosa. Creo que nunca había deseado tanto agradarlo con mi apariencia como ahora.

Haciendo acopio de valentía me despojé de la bata de baño antes de salir de la habitación , al oír el chasquido del seguro de la puerta cerrarse detrás mío supe que ya no había vuelta atrás. Mis rodillas y palmas descendieron hasta el suelo, emprendí el recorrido con la vista baja, sabia que él había concebido esto de esta manera para hacerme escarmentar y lo había logrado. Sentí vergüenza de mi misma y estaba arrepentida de la tontería que había hecho para ponerme en esta posición.

No tuve ni que tocar la puerta de su despacho, al acercarme mi amo la abrió y tomándome de los mechones de mi coronilla me obligo a avanzar hasta el centro de la habitación, a una alfombra.

—¡Asume la posición!— me arrodille con las rodillas separadas, las manos sobre los muslos con las palmas expuestas y los labios separados. Estaba usando un traje café con una camisa negra debajo, en la mano derecha llevaba la fusta pero al espiar su expresión no tuve miedo, la serena dignidad de sus facciones relajadas me envolvía.

Situándose de pie frente a mi me regalo media sonrisa que me ilumino los ojos e hizo brotar de mi una franca alegría. Acerco su mano izquierda a mi labios, repartí húmedos besos mientras la sujeta en ambas manos, como algo muy valioso sobre un pedestal. Observe como lo complacía mi devoción:

—¡Vuelve a tu posición!—retiro su mano y las mías volvieron a su lugar—¿Qué es esto , Dafne?—con la fusta vapuleaba levemente mi pezón haciéndolo estremecer.

—Es mi busto derecho, Amo—respondí sosteniéndole la mirada.

—¿Y de quién es?—acariciaba la base de mi busto deslizando el cuero en pequeños círculos por ella, sentí un cosquilleo delicioso.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora