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- JeongInnie~
- ¡Papi!
- JeongInnie, ¿qué haces? - pregunta MinHo llegando a la sala, sentándose en el suelo detrás del menor y dándole un fuerte abrazo para mirar por sobre su hombro las maravillas que un niño es capaz de hacer con un trozo de papel y un par de lápices de colores.
- Es secreto - exclama JeongIn cubriendo el dibujo con sus pequeñas manitas.
- ¡Siempre es secreto!
- Pero papi...
- ¡Aaaaah! - grita el mayor infantilmente y vuelve a abrazarlo.
- Es secreto... - murmura de nuevo el niño y su padre le besa sonoramente la mejilla.
- Está bien.
- ¡No me des beso! - le pide.
- ¿Pero por qué, Innie?
- Porque estás enfermo.
- No lo estoy.
- Lo estás. La abuela me lo dijo.
- ¿Eso te dijo?
- Sí. Dijo que te dolía la tripita y tenías alegrías.
- ¿Alergias?
- Eso.
- Pues no, Innie. No estoy enfermo.
- ¿Pero te duele la tripa, papi?
- Mmm - MinHo lo piensa un momento. ¿Por qué la señora Kang le diría algo así a su hijo? Tal vez existía un motivo - Sí, ah, Innie, ¡me duele la tripa! - asegura exageradamente, cubriendo su abdomen con ambas manos.
- ¡No! - niega triste y se levanta rápido para abrazarse a su padre - ¡No quiero que mueras!
- Mi amor, no voy a morir.
- ¿Y por qué te duele entonces?
- Porque... Ay, Innie, tengo hambre.
- ¿Y cómo se arregla eso?
- Comiendo. Vamos a comer algo, ¿sí?
El azabache asiente. Espera a que su padre se levante y le toma la mano, pero en su lugar el mayor lo alza y se lo lleva en brazos hasta la cocina.
Ya es mayo y hace algo de calor. Y JeongIn está creciendo. Es un poquito más alto que hace un par de meses, su piel es menos pálida y su cabello está listo para ser cortado, aunque el niño decide dejarlo un tiempo más.
JeongIn está creciendo y quiere un hermanito. Y MinHo, siendo sinceros, lo está considerando. Porque ve a su hijo cada día más grande, más sano y más feliz y se cree capaz de criar a alguien más. Ahora que no vive en una casita, que trabaja mejor, que tiene familia. Ahora MinHo cree que merece intentar cosas nuevas.