La habitación apestaba, era un olor tan sofocante que era un poco difícil respirar. Las feromonas de alfa volaban por toda la habitación y era un cuarto tan pequeño, un espacio tan reducido. Sentía su fuerte respiración, el sudor en su piel y la rab...
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De una forma u otra la insistencia de Hoseok lo había hecho ceder. Oh, pero como se arrepentía. El lugar estaba atiborrado de adolescentes ebrios, algunos jugaban algún juego de borrachos y otros estaban cerca de follar sin discreción alguna. ¿En que momento esto había sido una buena idea?. Se sentía tan fuera de lugar, no es que fuera asocial, sino que prefería la tranquilidad de su hogar. Donde no estaba cerca del olor del vómito y sustancias extrañas. Su mirada vagaba sin interés alguno por la sala, habían rostros conocidos y desconocidos, tanta gente que era difícil distinguir alguno en particular. Hoseok se había perdido de su vista prácticamente cuando llegaron, dejándolo solo en la isla de la cocina. Estaba bebiendo alguna mezcla extraña que no se detuvo a considerar que era, un bullicio empezó a hacerse notar y desvió su mirada en esa dirección, vitoreaban como si acabara de llegar alguien importante. Y en efecto, lo era. El dueño de sus pesadillas se abría paso entre la gente, al ser el capitán del equipo de natación y llevar a su equipo a ser campeón de la última temporada era toda una celebridad. Sin poder evitarlo un bufido escapó de sus labios, no era algo que le interesará. Los exámenes de admisión a la universidad se acercaban y eran su principal preocupación. Su padre lo había hecho aspirar a la mejor universidad de Seúl y aunque no era lo que deseaba no podía quejarse. Como el hombre autoritario que era, no se conformaría con menos. Removió un poco su bebida tratando de encontrarle algo de sabor, pero seguía siendo repugnante. Estaba a punto de irse cuando alguien tocó su hombro.
—¿Juegas?. —no recordaba el nombre del ebrio que lo invitaba con la mirada, estaba a punto de negarse cuando vio a Jimin más allá de la mesa, con una bonita rubia sentada en su regazo. Algo en sus ojos contenía una advertencia, como si no lo quisiera ahí.
—Está bien. ¿Cómo se juega? —el chico lo miro con una sonrisa.
—Se pone una botella en el centro y te tocan cinco minutos en el paraíso con la persona del otro extremo. —Explico y él asintió. Nunca le había gustado este tipo de juegos, pero no estaba mal para variar. La botella giró varios turnos y les tocó a distintas personas, sacando algunas exclamaciones de los presentes por las extrañas combinaciones, probablemente ninguno recordaría esto al día siguiente. Su mirada se mantuvo atenta en Jimin, él miraba el juego aburrido mientras dibujaba círculos en la cintura de la rubia. En algún punto sus miradas se encontraron y el platinado le fulminó con la mirada.
—Tu turno. —exclamó una voz femenina incitándolo a girar la botella, sin cuidado lo hizo y vio el objeto girar hasta detenerse en una dirección, sintió sus músculos tensarse cuando la botella apunto a Jimin del otro lado. Los presentes se quedaron en silencio generando un ambiente de tensión entre ellos, su mirada se quedó absorta en la de Jimin, y esta vez ninguno apartó la mirada.
—No, no se puede. —dijo la rubia rompiendo el silencio —ambos son alfas, es antinatural —descartó la posibilidad con un deje desinteresado mirando a Jimin esperando una reacción.
—Si, no se puede. Inténtalo otra vez —opinó la chica que se encontraba a su lado.
—¿Por que no se puede?, es un beso sin importancia. —Su mirada se dirigió hacia la voz y se encontró con Jackson un compañero de otro grupo. Varios de los presentes lo miraron interrogantes —¡Oh, vamos!, es el siglo XXI. —Se quejó Jackson y él dejó de prestarle atención. Su mirada se quedo expectante por la reacción de Jimin. Por su parte no le importaba, no es como si no lo hubiera hecho antes.
