" Aún cuando duermo, recuerdo tus palabras llenas de amor y de seguridad."
Las personas normalmente crean una burbuja para vivir, no soportan ver la violencia pero tampoco hacen algo para evitarla.
Mía sabía el peligro que corría luego de que todos se enteraran de que yo era una Madame, varias personas intentaron matarme haciendo que viajemos de país en país y que la lista de asesinatos aumente.
— Estoy agotada.— murmura justo cuando se deja caer en la cama de su habitación, yo dejo su maleta con una sonrisa.
— Nos quedaremos aquí, mañana compraremos las cosas necesarias y con ello las cosas para la escuela. Pasamos por la escuela así que puedes ir caminando o usando mi moto, prefiero que uses la moto.— digo, ella asiente a lo que la dejo organizar sus cosas.
Voy a mi habitación dejando la maleta en la cama,tomo la mochila y la dejo en la parte alta del armario. Mi arma la dejó en el cajón, empiezo a guardar y acomodar la ropa.
— Mía, iré a comprar algunas cosas de comer. Quédate aquí.— digo, tomo las llaves de mi auto junto con mi bolso para cerrar la puerta con seguro y salir, el frío de la noche me cala la piel por lo que entro rápido al auto,lo enciendo y arrancó con calma. Observo todo el lugar con una sonrisa relajada, nos mudamos a un barrio demasiado tranquilo.
La escuela estaba cerca, había un supermercado cerca y el centro comercial estaba igual de cerca, no necesitaba nada más.
Lo único que me faltaba era olvidarlo...
Cosa que aún no podía, después de varios meses.
— Mierda... me pase— me digo a mi misma dando la vuelta al auto, cuando llegó bajo con mi bolso. Entro a ella y puedo a ver algunas personas haciendo sus compras, yo empiezo a colocar lo básico en ella.
— Oye... ustedes dos los quiero fuera de mi tienda, ya les dije que si no compran no pueden estar aquí.— dos hombres encapuchados empiezan a discutir con el cajero, tiran unas cosas y salen de la tienda. Yo termino y ayudo al hombre a recoger todo.
Me cobra y agradece, salgo con las bolsas para ir a mi auto. Guardo todo en el auto para ver a una señora de mayor edad ser intimidada por los dos encapuchados, suelto un bufido para mover mi cabello. Cierro la puerta y camino hasta donde ella.
— Oigan... dejen la tranquila.— ordenó, ella se dobla para tratar de recoger pero rápido se toca su espalda. Miro a los hombres con una mueca pero ellos solo me miran con una sonrisa juguetona y se van a otra parte del callejón.
Idiotas.
— Oh cariño... no debiste meterte, son los brabucones del barrio.— me doblo para recoger todo, y entregárselo.
— No importa si son brabucones, nadie y mucho menos ustedes merece que la traten así... ¿vive lejos?— ella niega.
— Soy de esta calle, la casa con el césped alto. No puedo picarlo por que no se como prender la máquina, tampoco puedo con ella. — hago una mueca, yo miro su casa y en efecto necesitaba un poco de cuidado.
— Soy de la segunda calle, la casa 107 puede venir cuando quiera. Vendré mañana a ayudarla con lo que necesite.— ella asiente y yo simplemente la veo partir hacia su casa.
Los hombres sueltan risas desde el otro lugar, yo simplemente caminó hacia ellos con una sonrisa.
— Se creen muy valientes, no?— pregunto con una sonrisa mientras busco algo en mi bolsillo. Me coloco los anillos en mis dedos viendo como ellos me miran.
— Te crees muy inteligente?— ambos chicos intentan intimidarme pero yo simplemente sonrió.
— Linda pulsera, son diamantes?— asiento recordando quien me la regaló. Se la enseñó con una sonrisa
— ¿Quieres darle un vistazo de cerca?— el chico que pregunto se acerca rápido a intentar quitarlo. Con mi otra mano le doy un puñetazo en su nariz, al otro chico le doy una patada en el abdomen.
— Perra.— el chico se sostiene su nariz rota, el chico al que le di la patada intenta tocarme así que simplemente le suelto otro puñetazo.
Ambos caen al suelo y yo los miro con diversión.
— La próxima vez que los vea, molestando a alguien de mayor edad, a una chica, mujer o a quien sea. Recuerden que vendré por ustedes y que seré más ruda. — ambos se levantan para salir corriendo. Me retiró los anillos con suavidad para caminar hasta mi auto, entro en el y lo enciendo.
Manejo hasta mi nueva casa con cansancio, llevo las compras hasta adentro de la casa cerrando el auto y haciendo que suene. En cuanto entró Mía baja las escaleras y guarda la comida.— Tienes todo ahí, Iré a mi cuarto.— tomo una bolsa para subir hasta mi habitación, me saco los tacones junto con la ropa. Me miro en el espejo sintiendo un muy cambio de humor.
Miro las nuevas cicatrices que adornan mi cuerpo por escapar de tantos lugares y salvar a Mía. Algunas cicatrices son tapadas por uno que otro tatuaje.
Sonrio tocando la cicatriz en mi abdomen, el tatuaje que lo tapaba era uno fino, era elegante. No era uno que entendieran a la primera, pero yo podía entenderlo y sentir una calidez en todo mi cuerpo con tan solo mencionarlo.
— Belladonna. — me miro con amargura en el espejo para poder entrar a la ducha, restriega cada parte de mi cuerpo y también los nudillos. Hago que la sangre seca se vaya y también mojo mi cabello.
Las personas buscan un cambio luego de sufrir.
Mudarme de varios lugares.
Tatuarme.
O tal vez... cortar mi cabello hasta los hombros.
▪︎ ▪︎ ▪︎
Seco mis manos luego de lavarlas al ponerme crema en mi piel, abro una de las bolsas sacando la botella. La destapó abriendo la ventana, respiro hondo sintiendo el frío congelar mi nariz. Miro el cielo ligeramente nublado, le doy un trago a la botella haciendo una mueca.
— Maximiliano Moretti...— me río sintiendo mi voz entre cortarse.
Maldito hijo de perra que aún sigue grabado en mi piel y corazón.
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Madame #2
RomansaEl es un rey dolido. Ella es una asesina que no cambiaría nada de lo que haría. El tiene un pasado que no quiere contar. Ella tiene uno y el la rechazó. ¿En qué lo convierte eso? Segundo libro de: El rey de la mafia (obligado leer el primero) His...