-14- (E)

21.7K 1.5K 77
                                    

" Las mujeres idean, planifican y luego ejercen el plan. Los hombres solo planifican y caen."

Narra Max

— ¿Cómo es que sigues despierta? Te di pastillas para dormir— ignoro a mis socios que se encuentran en la sala para ver a Nayla aparecer con su cabello recogido dejando caer algunos mechones.

Tiene una camisa mía que le llega por los muslos pero que está alzada dejando ver sus pantalones demasiado cortos. Le doy una mirada corta a mis socios viendo como se babean por ella, malditos.

— Las tire por el inodoro.— dice, le quita el mapa a mi primer socio para expandirlo por toda la mesa. — Vas a reunirte con Víctor?— pregunta, toma un marcador y empieza a trazar algunas líneas.

— Disculpa Max, puedes decirle a tu puta que se vaya?— algunos de los hombres rien, mis hombres abren sus ojos en grandes y miran a otro lado. Yo solo suspiro, primera vez que Nayla se pone cooperativa y la ponen en si modo salvaje.

— No soy su puta, Soy su esposa.— el traga nervioso mientras su ojo parece tomar algún tipo de Tik. Yo le doy un trago a mi whisky perdiendome en el sabor, ignoro como el se disculpa y ella se defiende.

Será una dama pero no necesita que la salven, eso me lo deja claro cada vez más.

— Aún así... debería irse Señora Morreti. Es un tema delicado en donde la vida del señor Morreti está en riesgo.—  ella termina de marcar el mapa con una sonrisa.

— Soy una Madame y su esposa, soy la mejor que puede mantenerlo con vida.  Además si te atreves a decir algo más, haré que te arrepientas cada segundo de la noche y de tu vida.— yo sonrió cuando me miran asustados.

Esa es mi esposa señores.

— Su plan es bueno, si te verás con Víctor tendrán que velar los techos. Conozco a dos chicas, una es buena francotiradora, La otra estará con tus hombres y yo estaré contigo.— dice, hago una mueca.

— Ni siquiera puedes estar de pie.— digo y era cierto, por más que intente evitarlo puedo ver como tanta su fuerza de pie en pie.

— El plan será en una semana, no?— uno de mis socios asiente, ella se cruza de brazos.

— Esta bien, estaré lista en una semana. — deja el mapa para despedirse de los demás y ir a su habitación, mejor dicho nuestra.

Estaba pendiente a que no hiciera ninguna fuerza innecesaria.

Antes de subir la veo pedir algo a los de servicio, ellos rápido van a la cocina con bolsas de hielo.

▪︎   ▪︎   ▪︎

Me quedo viéndola en el baño, estaba en el agua repleta de hielo. La duda de verla con posible neumonía me invade,me acerco a ella viendo como sus ojos se encuentran abiertos mientras suspira hondo.

— Debes salir de ahí.— tomo una toalla viendo como se levanta, la cubro por completo ayudándola a cubrir su cuerpo. 

Le coloco las cremas que la  ayudan a curar sus heridas, sorprendentemente iba bien para ser de este día.

Termino de aplicarle para verla bajar la camisa, yo la subo cuando se acuesta. Miro el tatuaje que tapa la cicatriz del cuchillo que se hizo cuando siguió a Lizmar al bar.


— Así que Belladona, ya aceptaste que eres mi esposa.— dejo un beso en el tatuaje para mirarla, ella me da una mirada juguetona.

Nayla es  como un diamante... se ve frágil y a lo lejos tienes el deseo de protegerla y que sea solo tuya.

Pero en cuanto la escuchas hablar, ves como camina siendo el alboroto de los hombres en la  entrepierna, siendo tan segura de si misma y tan ardiente.

Es como el fuego, cautivador y peligroso. Llamativo pero doloroso.

— Jamás lo negué.— se levanta un poco quedando totalmente cerca de mi rostro. — Y sabes qué me recuerda eso?— sus manos se acercan a mi cuello y yo sonrió divertido.

— ¿Qué? — preguntó siguiéndole el juego, sus labios me dan un beso rápido y yo la sigo.

— Que jamás consumimos el matrimonio.— justo cuando dice eso sus manos vuelan a mi camisa desapareciendola, no puedo evitar reírme contra sus labios.

Me levanto de la cama para sacarme lo demás, me pongo sobre ella con una sonrisa viendo su cuerpo. Ella se remueve incómoda, yo borró mi sonrisa al instante.

— Encontrare a cada persona que te hizo esto, Belladonna.— digo, acaricio su cintura con la yema de mis dedos. — Y te juro que los haré sufrir.— sentenció, ella blanquea sus ojos.

Me hace acostar a su lado para subir sobre mi, no se queja en ningún momento por sus golpes. Su piel sigue fría por el baño que se dio, yo simplemente la miro a los ojos mientras ella hace lo mismo.

Sus manos se detienen en trazar mis tatuajes, yo me relajo cuando lo hace de forma tranquila. Eso hasta que una sonrisa se cruza por sus labios y su mano baja de poco en poco la tira de mi ropa interior.

— De eso me puedo encargar yo misma. Ahora, solo encárgate de una sencilla cosa.— me guiña el ojo y yo sonrió.

Y es que así es ella.

Cara de angel.

Personalidad de pecadora.

Madame #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora