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" Nadie. Jamás nadie puede tocar a alguien que amo. Por que si no, me encargaré de desatar el infierno. "

— Víctor.— lo golpeó un poco el me mira dejando su teléfono, el mira a mis espaldas bajando su rostro rápido.

— Mierda.— asiento, el sonríe a su abuela. — Abuela... debo llevar a Nayla a su casa, mis hombres te llevarán a casa.— ella alza las cejas divertida.

El me toma de la mano con suavidad, me pone a su lado impidiendo que el guardia me siga viendo. Puedo ver como se voltea dejando ver una espalda gruesa de tanto ejercicio, también los tatuajes en la espalda. El guardia le muestra el teléfono y puedo ver como se voltea pero no puede verme por que Víctor me saca de ahí.

— Escucha... si Maximiliano te ve conmigo, me matará. — dice, yo lo miro confundida.

— No creo que te quiera matar, a quien quiere matar antes que a nadie. Es a mí. — digo el suelta una risa fuerte.

— El mató a todos los hombres que intentaron tocarte, no se si eso sea que te esté protegiendo o que te guarda posesivamente para el.— junto mis cejas ante el repentino dolor en mi pecho, dolía.

No pude enamorarme de alguien cuya personalidad no es sádica.

No.

Tuve que enamorarme de un maldito asesino que le divierte matar y ver sangre.

— ¿Qué haces?— pregunto cuando lo veo subir a mi auto, subo a este tirando el bolso y los tacones aún lado. Hace una mueca en desacuerdo pero intenta
no decir nada, yo simplemente sonrió.

— Quieres que baje del auto, vaya hasta ese restaurante y que me maten por hablar contigo? No gracias, me gusta mi cabeza pegada a mi cuello. — blanqueo los ojos. Enciendo el auto y arrancó, el se queja de mi forma de conducir pero luego de amenazarlo con dejarlo en medio de la cuidad decide guardar silencio.

— Enserio mujer... debes aprender a comportarte como una dama.— tomo mi bolso y los tacones mientras el se queda enfrente de mi casa. Entro a ella mientras el parece indeciso entre sí entrar o no, al final de cuenta lo hace.

Justo cuando pasó la puerta, mi corazón late con fuerza. Veo a Mía ponerse una bolsa de hielo en el ojo y tener papel en su nariz mientras un chico la mira nervioso.

— Explícame antes de que me de un ataque cardíaco o que mate a alguien.— digo, ella suspira dejando de tapar su ojo.

— Tuve una pelea en la escuela... un chico estaba molestando a Erick y lo defendí. Luego el chico me pegó con fuerza al casillero y yo le pegué, me pegó para atrás y así. — justo cuando dice eso alguien toca la puerta.

Estaba al borde de una crisis emocional.

Ver a Max no solo causó estragos en mi corazón. 

Su hombros bien trabajados.

Sus tatuajes.

— Nayla...— me llaman, pestañeo varias veces saliendo de mis pensamientos.

Veo a Mía en la puerta por lo que voy, ahí hay un grupo de personas que miraban a Mía con ganas de matarla.

— Tu fuiste la que golpeó a mi hermano?— el hombre abre con fuerza la puerta intentando entrar. Saco a Mía de ahí para tomar el brazo del hombre con fuerza y jalarlo fuera de la casa y tirarlo en el jardín.

— Qué derecho crees tener para venir a mi casa, intentar entrar y amenazar a mi hermana?— doy una mirada viendo a los dos chicos golpeados del callejón.

— Jefe... ella fue.— me señalan, yo simplemente veo a todos.

Los dos chicos que golpeé en el callejón.

Un chico aparentemente de la edad de Mía.

Y el chico que tire al suelo.

— Tú también eres de las que se cree qué puede golpear en mi cuidad?— pregunta, yo sonrió. Justo cuando abro mi bocota para responderle, Víctor aparece a mi lado despreocupado.


— Por qué no mejor prácticas tu forma de intimidar? — Víctor ve intimidante como el hombre se levanta y debe ser sujetado por los chicos del callejón.

— Esto no se queda así perra.— cuando intentó acercarme hasta donde el para golpearlo Víctor me toma de la cintura y me pone detrás de él.

— Esta casa queda prohibida para ti. La casa y las dos damas aquí. Debo recordarte que quien manda en este lugar, soy yo.— todos se tensan al escuchar eso, ellos me dan una mirada y luego a Mía. Entran aún auto el cual es encendido y arrancado con rapidez.

Víctor se voltea viéndome con una sonrisa, tomo su muñeca y la dobló haciendo que se arrodille.

— Que sea la última vez que haces eso.— el se queja pero simplemente pongo más fuerza.

— Mujer... te acabo de ayudar.— lo miro mal.

— No me ayudaste... me dejaste ver como una mujer que necesita  un hombre que la defienda. — lo suelto viendo como se levanta y sacude su pantalón.

Se arregla su traje para darme una mirada de enojó, le dedico la misma mirada. Veo una camioneta detenerse y el se voltea para subir a ella, le hago una seña a los dos chicos para que entren.


En cuanto entran yo cierro la puerta, el chico ayuda a bajar la hinchazón del ojo de Mía. Yo mientras les preparo algo de comer a los dos y como la cocina no es algo que se me de, simplemente les dejo un emparedado a ambos con un jugo.

— Mañana empezaré a buscar trabajo, puedes ir a la escuela pero no te lo aconsejo. — ella asiente dejando que el chico le haga una coleta en el cabello.

De un momento a otro recuerdo a Max conmigo y siento mi estado de ánimo bajar, les doy una sonrisa cuando ambos me miran curiosos.

— Iré a darme una ducha y a quitarme todo esto, debo llevarte a tu casa?— preguntó viendo como se tensa.

— Puedo tomar un camión o uno de los hombres de mi Tío vendrá por mi.- asiento lentamente, los dejo a ambos no sin antes escuchar como el chico la regañaba por tomar su lugar en la pelea.

Mía le responde que no iba a dejar que lo golpearan injustamente.

Suelto una risa para encerrarme en mi cuarto, ambos iban a terminar juntos.

Miro mi muñeca viendo la pulsera de Max en ella, suspiro para quitarla y guardarla.

Si no supero este sentimiento, terminaré en un manicomio.

Madame #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora