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" Las mujeres son como las rosas con espinas, hermosas pero peligrosas. "


— No.— Víctor y yo hablamos a la misma vez mientras que Madame Lu bebe su te relajada.

— No les pregunte a ninguno de los dos. Tu cariño, necesitas trabajó y Víctor necesita a una chica que trabaje para el.— suspiro sintiendo mis hombros relajarse.

Pasó mi mano por mi cabello quitandolo de mi vista, de mala manera acepto viendo como Víctor alza una ceja divertido.

— Sigue riendo y te tumbo cada uno de esos dientes.— su sonrisa se hace mueca, entro a su camioneta saludando a los guardias con el puño.

— Por qué te cuesta tanto comportarte como una dama?— pregunta luego de que la camioneta arrancó y yo me tire hacia atrás.

— Para el trabajo que haré necesito ser femenina?— asiente un poco, suspiro.  — Seré trabajadora y haré lo que mi trabajo necesite, pero fuera de él no seré alguien que no soy.— comentó para mirar a la ventana y ignorarlo.

Ya perdí mucho por ser alguien que no soy, no puedo seguir arriesgándome a perder a alguien que amo.

Mientras el pasa el tiempo en su teléfono, yo veo como la camioneta se detiene en un barrio que conozco bien. Bajamos y yo puedo sentir las miradas listas para matarme, mitad de las personas aquí le servían a Max.

— Ven... no te pueden hacer nada si estas conmigo.— de mala manera acepto su mano y entramos al local de tatuajes.

Veo como Víctor le dice sobre hacerme el tatuaje de la serpiente y las alas.

— Así que, la historia sobre la mujer del Rey era cierta.— tomo asiento, el hombre se coloca unos guantes y empieza su trabajó en mi mano. El dolor era soportable, un poco doloroso pero aún así soportable.

Luego de la muñeca va a mi cuello y hace el tatuaje de las alas, Víctor le paga y salimos. Entro a la camioneta y yo simplemente lo miró con curiosidad

— ¿Como es qué todos saben sobre lo mío con Max?— el se ríe un poco.

— Max estaba lo suficientemente enamorado de ti para presumirte en todos lados, incluso sus cifras de muertes bajaron. Si dicen que el amor te vuelve débil.— mi vista va a la ventana.

Las personas tienen el control de hacerme sentir un monstruo y eso, empieza a cansarme.

— Trabajar con nosotros es sencillo... Tu trabajo es infiltrarte en una fiesta, en ella abran todo tipo de mafiosos. Abra uno que siempre pide bailarinas y  ahí es donde tu entras, robaras un maletín. — deja su teléfono para verme.

— Me acabas de tatuar la marca de que soy de tu mafia, hasta donde crees que me dejen entrar sin que me maten?— preguntó, la camioneta se detiene y el arregla su traje.

— Es bueno que entiendas la forma en que murió la otra chica.— sonríe un poco, cada parte de mi se tensa.

Bajamos de la camioneta para ir hasta el negocio, era una librería muy hogareña. Miro a la mujer que la atiende que les da una sonrisa a todos, en cuanto me mira me guiña un ojo. Sonrió perdiendome entre los hombres de Víctor y los compradores.

Ese labial rojo estaba en cualquier parte que iba con Víctor.


— Mi abuela fundó este lugar, uno en donde en plena vista es aburrido pero que dentro. Es el lugar en donde se reparte la justicia.— alzo mis cejas en cuanto veo a varias chicas pelear consigo mismas.

Una que otra practicaba la puntería, otras caminaban con tacones por todo el lugar y una bailaba en un tubo moviendo sus caderas al ritmo de la música.

Tomo asiento al lado de una chica que bebía agua, sus nudillos estaban cubiertos por una venda.

— Debes acostumbrarte al dolor.— digo, ella me mira y puedo jurar que sus ojos se abren en cuanto me mira.

— Madame Nayla...— al decir eso todas se detienen para murmurar, yo simplemente veo como todas tienen los tatuajes que yo tengo ahora.

Una cabellera rubia es la única que no se detiene, sigue golpeando aquel sacó y yo sonrió al reconocer la persona.

— Linda.— al llamarla, se voltea al instante. Me mira de arriba a bajo y yo igual, tenía cicatrices que antes no tenía.

Ella me da una mirada triste y ya sé por donde viene, las demás siguen en lo suyo mientras que ella se saca los guantes y camina hasta un pasillo. La sigo metiendo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

— La mataron.— dice, yo suspiro tomando asiento a su lado. Ella mira la pared que está llena de retratos y de una placa de color dorado. Era un reconocimiento para las mejores Madame.

La foto de Madame Lu era la primera, seguido de la Madame que nos entrenó... toda una perra pero no hay que negar que fue buena. Luego de ellas dos, estoy yo y Linda, seguido de la chica que bebía agua.

Simone.

— Nos tuvimos que mudar a Rusia, el único lugar en donde dos rubias pálidas sobrevivirian sin sospechar. Íbamos bien, ella iba bien en la escuela. Hasta que salí a hacer compras y cuando volví encontré su cuerpo todo lleno de sangre, supe que fueron ellas en cuanto vi un beso en la pared de su habitación.— su voz estaba llena de ira y amargura.

— Intentaron matarnos a mi y a Mía, recorrimos todos los lugares pero terminamos aquí.— ella suelta una risita amarga.

— Eres la protegida de Maximiliano Morreti, es obvio nadie te tocará aquí. — se levanta y me ayuda a levantarme, tomo su mano con firmeza para caminar al fondo del pasillo.

— Por qué todos repiten lo mismo?— pregunto, al paso que íbamos en la única persona que podía confiar era en Linda.

— Maximiliano dio una orden a todas las calles que controla, nadie puede tocarte ni un solo cabello. Todos están enojados, a nadie le gusta dejar una Madame con vida y no poder hacer nada. — entramos a una habitación, había dos literas.

Una tenía el nombre de Linda, otro de Simone y los otros dos son inlegibles.

— Por qué crees que soy la protegida de Max?— preguntó acostandome en su cama mientras ella busca algo en su armario.

— Hay muchas opciones, tal vez te quiere matar el mismo o aún le importas. Pero tranquila,si tienes dudas le preguntarás. — alzo una ceja y ella sonríe.

Víctor aparece con una caja en su mano y un sobre, se va en cuanto lo hace como si su vida dependiera de eso.

— Le gustas...— bromea Linda cerrando la puerta y tirándose a mi lado, ella abre la caja soltando un silbido. Un body junto con otras cosas y unos tacones, aparto mi vista para ver el sobre.

Miro cada una de las cosas memorizandolas al instante, en  cuanto veo la lista de invitados.

Maximiliano Morreti.

Alexandra Jones.

— Esto se pondrá bueno.— la voz de Linda cambio a una divertida, yo simplemente suspiró hondo.

Empiezo a creer que mi suerte me abandonó el día que nací.

Madame #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora