Επτά: "El CIC"

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La habitación de Mhuff era un total desorden, en eso era muy parecida a la de Camila. En una esquina tenía una mesa llena de papeles con fórmulas y símbolos extraños amontonados de cualquier modo. Y en el escritorio al lado tenía un tipo extraño de computadora que más bien parecía una caja en la que se encendían y apagaban luces de diferentes colores.

Mhuff arrojó a la cama la mochila que Kairós les había dado y Camila imitó su acción con su propia mochila llena de libretas, <<Total, no me sirven de mucho en este extraño lugar>>, se dijo.

—Ponte cómoda. Voy a ver si el Maestro se contactó —le dijo el elfo mientras manipulaba la extraña computadora.

Camila siguió recorriendo la habitación con la mirada y se puso a curiosear los libros que el elfo tenía en su mesita de noche:

La física según los humanos del siglo XV, de Aeglos Murtur.

Philosophiae Naturalis principia mathematica, de Isaac Newton.

Contactos con humanos a través del mundo onírico, de Rifus Culdan.

La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas Kuhn.

Mhuff continuaba concentrado en la computadora y Camila decidió por fin tirarse en la cama.

Se acostó de espaldas y miró el techo un par de minutos. Sin la compañía de la bella hada todo le resultaba un tanto aburrido. De repente recordó que aún tenía que resolver el enigma que Lauren le dejó antes de marcharse, así que se incorporó en la cama para preguntarle a Mhuff.

—Oye...¿podrías ayudarme con el enigma de Lauren? ¿Cómo se puede ponchar un globo sin que explote? —Camila notó que el elfo no se había dignado siquiera a mirarla y se dejó caer en la cama con aire derrotado—. ¡Es imposible!

—No es imposible si lo piensas un poco. ¿Te dijo si el globo tiene que estar inflado? —le habló el elfo aún sin girarse del todo, solo mirando un poco por encima del hombro.

De pronto, la realización llegó a Camila y se sentó de un brinco de nuevo.

—¡Tienes razón! —dijo sonriendo e imaginando la cara que Lauren pondría cuando le dijese—. Si el globo está desinflado se puede ponchar sin que salga aire ni haga ruido. Gracias, Mhuff.

La emoción en la sonrisa y los ojos de Camila surtieron el efecto deseado y Mhuff se giró en la silla para encarar a Camila desde su lugar en el escritorio.

—Bueno, bueno. Te voy a poner otro enigma, y si encuentras la respuesta se lo puedes plantear a Lauren: Ayer apagué la luz de mi cuarto y me pude meter a la cama antes de que la habitación quedara a oscuras. Como puedes ver, entre el interruptor de la luz y mi cama hay tres metros de distancia. ¿Cómo lo conseguí?

—Owh —Camila desvió la mirada pensando en qué enrollo se había metido con todos esos enigmas—, bueno, esto sí que es difícil. Según me contaste en la Relojería Relativista, solo podrías hacer eso si pudieras ir más rápido que la luz ¡Y eso es imposible!

En ese momento irrumpió en la habitación la madre del elfo.

—Tienes una llamada del Centro de Inteligencia Cuántico, hijo.

Mhuff se sobresaltó al oír lo que dijo. Tomó apresuradamente la mochila de la cama y le hizo señas a Camila que lo siguiera.

La humana iba bastante desconfiada. Mhuff se había puesto de los nervios mientras caminaban por el pasillo hasta llegar nuevamente al comedor. Allí se proyectaba el holograma de un elfo de traje negro y cara de pocos amigos. Su piel era de un color rojizo y su cabello negro como la noche.

Ambos mundos en tus ojos ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora