Δώδεκα: "Familia"

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—¿Alguna vez te has caído de un árbol? —le preguntó la humana jugando con el popote por el que tomaba jugo de mango. Después de haberse bañado ambas, el Hada L le había ofrecido jugo para acompañar la cena y habían subido a la habitación.

—No, no creo, ¿y tú? —el hada frunció el ceño y giró su cabeza sobre la almohada para mirar a Camila.

—Cuando tenía doce me caí de un árbol de mango —se rió.

—Vaya, eso sí me interesa. Sin duda tú y el suelo son buenos amigos. Cuéntame —pidió el hada divertida de escuchar una historia acerca de Camila. La humana no lo sabía pero, para Lauren no era una completa desconocida.

—Creo que era Julio ya, no estaba llegando a clases y la temporada de mangos estaba en su punto. Siempre ha sido de mis frutas favoritas y también me gustaba trepar árboles —entusiasmada por su propio relato, Camila se sentó en la cama mirando hacia el hada—. Ese día se me ocurrió la maravillosa idea de comer mangos trepada en el árbol, y mi mamá me dijo "Camila, no te pongas a comer allá arriba porque te puedes caer y vas a quedar más mensa de lo que ya estás" —imitó la voz de su madre—. Ya sabes, típica advertencia de mamá latina que más que advertencia parece profecía —hizo reír al hada—.  Porque sí, dicho y hecho. Apenas terminé de comer mi mango, no sé por qué, se me ocurrió bajar del árbol columpiándome.

—¿Y qué? ¿No sabías columpiarte?

—No recordé limpiar mis manos —se reprochó a sí misma con impotencia—. Estaba toda embarrada de mango y ni siquiera pensé en limpiarlas, no sé,  en mi blusa mínimo. No se me pasó por la cabeza nada y simplemente me sujeté de la rama, me lancé y caí al suelo.

No pasó más de un segundo para que la risa del hada llenara la habitación. Y Camila no pudo evitar seguirla. Lauren reía como si le hubiesen contado el mejor chiste de la vida.

—¡Lo peor de todo es que caí de cara y me rompí el hocico! Se me desangró la nariz horrible y me raspé todo el lado izquierdo de la cara, estaba llena de sangre y medio muerta tirada en el suelo —aquello y la imagen que se proyectaba en la imaginación del hada la hicieron reír más. Si es que aquello era posible.

—¿Desde qué altura caíste? —preguntó el hada aún con una pequeña risa.

—Creo que fueron como tres metros, no recuerdo muy bien —<<a esa altura a cualquiera se le olvida>> pensó el hada—. Estuve así hasta que un tío que estaba en casa me levantó y me llevó dentro para que mi mamá me limpiara.

Camila recordó aquel día con una sonrisa, no por haber caído de un árbol sino por lo que pasó después. Su madre había detenido el sangrado y para animarla le había preparado licuado de mango para dejarla sentada viendo Mickey Mouse en la sala durante lo que quedaba de la tarde. Muchas personas etiquetaban a su madre de ser estricta pero Camila sabía que solo buscaba cuidarla y de vez en cuando tenía sus momentos para mimarla como aquella tarde.

—Lo gracioso es que irónicamente me animó haciendo licuado de mango y dejando que viera caricaturas lo que quedaba del día. Fuera del golpe, ese día fue bastante productivo —finalizó su relato volteando su mirada al hada que la observaba con una sonrisa contrariada.

—Al menos nadie en la escuela te vio con la cara hecha mierda.

—¡Ey! Seguía siendo hermosa —se defendió bromeando. Camila no se consideraba realmente una persona bella, hasta podía afirmar que si por alguna razón resaltaba era solo por su buena personalidad.

Ambos mundos en tus ojos ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora